Agua

Agua  Ingeniería hidráulica de los mayas antiguos En los últimos años, en el campo de la arqueología maya, han destacado las investigaciones de obras hidráulicas prehispánicas, ya que se han encontrado una serie de obras de ingeniería que fueron utilizadas como medios de aprovechamiento social del agua. Las principales construcciones empleadas para colectar agua de lluvia han sido reportadas en el área maya del norte y en particular de la zona conocida como Puuc.

La región mencionada carece de fuentes superficiales naturales de agua, como cenotes y ríos, y el manto acuífero llega a profundidades que fluctúan entre los 42 y los 135 m, lo cual dificultaba la obtención del agua. Las grutas o cavernas fueron una de las pocas fuentes de abastecimiento de este recurso básico, aunque se hallaban a niveles tan profundos que hacían difícil su extracción. No obstante, los pobladores idearon formas ingeniosas para transportar a la superficie el agua de las cavernas, como lo reporta John L. Stephens en 1843, en algunas de las que visitó, como las de Xcoch, Chac y Bolonchén (Xtacumbilxunan). Es evidente que las condiciones ecológicas desfavorables no impidieron los asentamientos humanos en el Puuc, ya que esa región es una de las zonas con mayor número de vestigios arqueológicos importantes, como Uxmal, Chacmultún, Sayil, Labná, etcétera. Se ha podido constatar que la construcción de cisternas y aguadas fue lo que permitió a los habitantes captar un volumen considerable de agua, dando lugar a las condiciones adecuadas para un asentamiento permanente y un desarrollo de la comunidad altamente evolucionado. Las cisternas o chultunes son las obras hidráulicas más frecuentes en el Puuc y otras partes de la Península yucateca y de las cuales tenemos mayor información y datos. Por lo común los chultunes se ubican en plataformas de diversos tamaños, cuya superficie servía como área de captación del agua de lluvia, con una suave pendiente hacia la boca del depósito. Es habitual encontrar sobre ellas estructuras de tipo palacio, como en el caso del Codz Pop de Kabah y el Palacio de Labná, o bien en las unidades domésticas de los pobladores prehispánicos. En ocasiones los chultunes se encuentran aislados, sin relación directa con estructura alguna. No existe duda de que el objetivo principal que desempeñaron las cisternas del Puuc fue captar y almacenar agua de lluvia, diferenciándose de otras que carecían de estuco, características de otras regiones del área maya. Los chultunes también se utilizaban para almacenar granos (como el fruto del ramón) y secundariamente para entierros, como se ha demostrado por el gran número de ellos hallados en las exploraciones arqueológicas, según lo consigna Alberto Ruz Lhuillier en su obra Costumbres funerarias de los antiguos mayas. De manera complementaria los chultunes cumplieron una función ideológica, al expresarse en el interior de los mismos una creencia popular arraigada en relación con el culto a la lluvia, consistiendo en la representación de una serie de animales acuáticos, tales como tortugas, sapos, aves, etcétera, cuya vivencia está íntimamente ligada al agua, los cuales modelaban en estuco. Las aguadas son otra de las fuentes de agua importantes que se hallan en el Puuc. Se ubican en las depresiones del terreno, en los valles o llanuras de suelo o lecho kárstico de poco drenaje. Las hay naturales y artificiales. Estas últimas las construían en zonas poco permeables, haciendo un estanque ancho y profundo cuyas dimensiones variaban según las necesidades de los constructores. A fin de impermeabilizar el lecho, cubrían el fondo con grandes piedras labradas adheridas entre sí por medio de un barro rojo y colocadas la una sobre la otra. En el centro y hacia el fondo se abrían pozos y cisternas o casimbas en el mayor número posible. En las aguadas se captaba agua de lluvia en volúmenes suficientes no sólo para satisfacer las necesidades domésticas de los pobladores, sino también para la edificación de las grandes obras de arquitectura, de estuco, pintura, etcétera, que requerían de este líquido. Hay que señalar que no todas las aguadas son prehispánicas, ya que durante el período colonial se hizo necesaria la intervención de las autoridades para construir, en etapas de agudas sequías, obras similares, como sucedió durante el gobierno del mariscal Carlos de Luna y Arellano, a principios del siglo XVII. Las aguadas y chultunes cuyas características se han señalado tuvieron su apogeo durante el período de la historia cultural de los mayas conocido como Clásico Tardío (600-1000 d. C.) y constituyen una prueba palpable de cómo la sociedad maya, a pesar de contar solamente con instrumentos de piedra, pudo dominar en cierto grado a la naturaleza, en virtud de formas de organización social y política altamente desarrolladas.