Acantilados

Acantilados  La mayor parte de la costa que bordea la Península de Yucatán es baja y se caracteriza por un angosto cordón litoral arenoso, que alterna unas veces con tramos rocosos y otras con tramos pantanosos, temporalmente inundados. Sin embargo, en su porción centro-occidental, específicamente entre Champotón y la ciudad de Campeche, las formaciones cerriles de origen kárstico, que caracterizan al territorio peninsular al sur de la sierrita Puuc, hacen contacto directo con las aguas del Golfo de México, para dar lugar a una serie de acantilados, con elevaciones de hasta 75 m. En sus partes más altas están formados por alargadas colinas rocosas que se descuelgan casi verticalmente hasta la superficie del mar, como en las inmediaciones de Seybaplaya y que probablemente constituyen los acantilados más altos sobre el litoral del Golfo. Desde hace más de cuatro siglos, fray Diego de Landa señaló la existencia de estos acantilados, cuando al referirse a la Península escribió «que es tierra muy llana y muy limpia de sierras, y que por esto no se descubre desde los navíos (sino) hasta muy cerca (de la costa), salvo entre Campeche y Champotón, donde se miran unas serrezetas y un morro de ellas que llaman de los diablos». Gran parte de la costa sur-occidental de Campeche y de la centro-norte de Quintana Roo son de naturaleza rocosa, aunque los acantilados que presentan son de poca altura, como el de la zona arqueológica de Tulum, en lo alto de un acantilado de poco más o menos 12 m, sobre aguas del Mar Caribe. En lo que respecta al estado de Yucatán, sólo existe un pequeño tramo de costa rocosa, localizado entre las «bocas» de Dzilam y Punta Bachul, en la porción centro-oriental de su litoral norte, y que no levanta más de 3 m sobre el nivel del mar.