Área maya

Área maya  (Características) Abarca los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y parte de Tabasco, así como Guatemala, Belice, el occidente de Honduras y El Salvador. De acuerdo con sus indicadores geológicos y climáticos, existen dos ambientes en el área maya: el de las tierras altas y el de las tierras bajas. Tanto por las características de la vida vegetal y animal como por las formas culturales de sus poblaciones, estos ambientes están claramente diferenciados.

Las tierras altas, situadas a más de 3,000 m sobre el nivel del mar, se ubican en el sur de Guatemala y las separa del Océano Pacífico una angosta planicie costera. Están constituidas por una larga cadena volcánica que llega a alcanzar los 3,900 m de altura, nacida en el sureste de Chiapas y que corre hasta América Central. Producto de explosiones masivas de piedra pómez y cenizas de la Era Terciaria y del Pleistoceno, forman un espeso manto cubierto por una delgada capa de tierra fértil. La erosión provocó profundos abismos entre cordilleras escarpadas y anchos valles donde se ubican las ciudades de Comitán, Quetzaltenango y Guatemala. Al norte de esta cordillera y del lado del Caribe, en el actual Belice, relieves más antiguos del Período Cretácico forman las montañas mayas y muestran las huellas de una profunda erosión. La mayor precipitación se registra en las laderas de las tierras altas que dan al Pacífico, donde se logran considerables cosechas de cacao y de café. En las cimas hay pinos y pastos, mientras que en los valles y hondonadas crecen los robles. Las prácticas agrícolas son diferentes a las de las tierras bajas, aunque en todas se practican las quemas. En las laderas montañosas, las tierras se cultivan unos 10 años y se dejan descansar otros 15, en tanto que en los valles, se cultivan 15 años y se abandonan durante sólo 5. Las aguas que bajan de las tierras altas forman dos sistemas fluviales, que se abren en V en la base de la meseta del Petén y son, del lado poniente, el complejo del río Usumacinta y sus afluentes, y del lado oriente, el Motagua y sus afluentes en las márgenes de los cuales se ubicaron algunas de las ciudades mayas. De las tierras altas hacia el Norte, se extiende una vasta plataforma kárstica que forma la Península de Yucatán, donde se desarrolló la cultura maya propiamente dicha. El levantamiento rocoso ha sido mayor en la región sur, que forma el Petén Guatemalteco, donde numerosos accidentes topográficos resaltan en medio de la planicie pero, al avanzar hacia el Norte, ésta se vuelve cada vez más uniforme y la alfombra verde sólo es interrumpida por las ligeras elevaciones de la cordillera Puuc. En esta región, desaparecen los ríos y los depósitos superficiales de agua. Sólo en Belice, corren algunos pequeños ríos que bajan de la montaña maya y desembocan en el Mar Caribe. La escasez de agua aumenta a medida que se avanza hacia el Norte donde únicamente está disponible en los cenotes (dzonot), alrededor de los cuales se ubican todos los poblados. Las lluvias, que caen de mayo a octubre, alcanzan en el sur del Petén de 180 a 230 cm al año y son menos intensas en el norte de la Península. En el extremo sur del Petén, en Belice, en la selva lacandona y en Tabasco, llegan a ser abundantes e inundan las planicies, por lo que estas regiones fueron menos pobladas. En el resto del área maya las lluvias escasean con frecuencia, provocando sequías y sus consiguientes hambrunas.

Las selvas tropicales, numerosas en las regiones más húmedas, dejan vastas manchas de sabanas salpicadas de árboles de copa ancha donde se practica la agricultura. En estas selvas hay gran cantidad de caoba, zapote y ramón, así como árboles medianos que proporcionan fruta a las poblaciones. Más hacia el Norte y a medida que disminuye la humedad, se generaliza la flora perennifolia y la selva se transforma en jungla baja y espinosa que, finalmente, alcanza la categoría de maleza xerofítica a lo largo de la costa septentrional de la Península. La fauna es abundante en las tierras bajas y la caza aumenta en el Norte: existen el venado, el pécari o jabalí, el mono araña, el mono aullador, así como los pájaros que dieron renombre a esta región. El tapir, que gusta del agua, se cazaba por su carne y su dura piel. El jaguar, temido y respetado, es el mayor de los depredadores. En los depósitos de agua había un gran número de cocodrilos. En la maleza encontramos la serpiente de cascabel y en las regiones selváticas predominan las especies del género bothrops, conocidas como nauyacas o barba amarilla. Así como las lluvias, los suelos fértiles disminuyen a medida que se avanza hacia el Norte. Sin embargo, para evitar los fenómenos de laterización, los mayas inventaron el sistema agrícola que permite, después de cortar y quemar, la regeneración de la selva. En las regiones que se prestaban a ello, los mayas supieron practicar la agricultura intensiva. Es indudable que las actividades y los productos alimenticios alcanzaban una variedad mayor durante el primer milenio de nuestra Era que ahora. Plantas como el ramón y muchas otras, así como la miel, participaban más intensamente en la dieta maya de las tierras bajas, donde la población era muy numerosa y permitía que una abundante mano de obra pudiera dedicarse a otras actividades además de la agricultura que produjo la gran cultura maya.