Alfabeto de Landa En 1549 llegó a Yucatán fray Diego de Landa y en 1553 fue nombrado guardián de la misión en Izamal, hasta 1560 en que con igual cargo pasó a Mérida. Durante su estancia en Izamal posiblemente estuvo tomando algunos datos sobre la cultura maya; se ha considerado que tuvo varios informantes y entre ellos a Gaspar Antonio Xiú, quien aprendió español y lo escribía perfectamente y que era hijo de un sumo sacerdote de Maní. Pero lo más seguro es que nadie le explicó el secreto de los jeroglíficos, pues esa escritura era sagrada, lo mismo que el idioma que representaba. Pero como Landa creía que la lengua maya yucateca era la escrita en los glifos y que debía tener un alfabeto, insistió en que se le representara cada letra del alfabeto español y tal vez esas personas (u otras) lo ayudaron. En la Relación de las cosas de Yucatán, Landa dice: «De sus letras pondré aquí un a b c que no permite su pesadumbre más, porque usan para todas las aspiraciones de las letras de un carácter, y después, juntando de otro y así vienen a ser in infinitum, como se podrá ver en el siguiente ejemplo: Le quiere decir lazo y cazar con él; para escribir Le con sus caracteres, habiéndoles nosotros hecho entender que son dos letras, lo escribían ellos con tres, poniendo a la aspiración de la L, la vocal E, que antes de sí trae, y en esto no yerran aunque usen otra E, si quieren ellos, por curiosidad. Ha, que quiere decir agua, porque la H tiene A antes de si, la ponen ellos al principio con A». Consigna unas figuritas para ilustrar los ejemplos. Landa y otros (como hasta la fecha) no usaron la J para representar este fonema, pero le dieron a la H ese sonido. En su ejemplo de Ha, como insistiere en que se escribía con hache, nombre de la letra en español, los informantes terminaron por darle tres figuras para la A (una de ellas la cara de una tortuga, ak en maya) y otra figura para la jota en forma de un amarre, que se dice «jok». Fue más fácil representarle el sonido de la B con la figura de un camino, que se llama be. Cuando pidió la N le pintaron un gusano, nok. Como el fonema sh no existía en español, los frailes optaron por representarlo con la X. En el alfabeto de Landa no hay CH, D, F, G, J, Ll, Q, R, S, T, V, Y. Él mismo dice finalmente: «De las letras que faltan carece esta lengua y tiene otras añadidas de la nuestra para otras cosas que las ha menester y ya no usan para nada de estos sus caracteres, especialmente la gente moza que ha aprendido los nuestros». Cordan dijo que «de ese alfabeto hay que descartar dos signos que por algún error de comunicación ocurrido entre el informante y el obispo, se colaron a su libro», pero no dice cuáles son.
En 1864, el abate Brasseur de Bourboug descubrió en París el manuscrito de la relación de Landa, realizando la primera edición de ella. Seducido por el alfabeto ahí consignado, comenzó a traducir códices guiado por su fantasía, que lo llevó a extremos inconcebibles y sobre todo poco científicos. También se equivocó Genet que intentó, con base en el alfabeto, un diccionario hipotético de los jeroglíficos mayas. Ya desde 1880 Valentini criticó el alfabeto y los intentos de aplicación a la lectura de los jeroglíficos en su obra The Landa Alphabet, a Spanish Fabrication.
A pesar de lo anterior, en 1956, en Leningrado, el doctor en historia Yuri Knorosov, basándose en el vocabulario de la obra de Brasseur de Bourboug, hizo una interpretación de jeroglíficos de los códices como si fuesen escritos en el maya yucateco actual. Knorozov argumentó que el alfabeto no era en absoluto un alfabeto sino un silabario, una lista de signos que representan combinaciones consonante-vocal y no letras individuales (el propio Landa registra cinco de sus «letras» como combinaciones consonante-vocal). Knorozov sostenía, por ejemplo, que el signo dado por Landa como la letra L representaba en realidad la sílaba Lu. La interpretación de Knorozov cuenta hoy día con el reconocimiento internacional.