Acalán (Acallán) Nombre de una provincia prehispánica que proviene de la palabra náhuatl acalli, que significa canoa, por lo que se traduce como lugar de las canoas. Esta provincia se extendía por las riberas del río Candelaria y de sus tributarios, río arriba de Pacaitun y de Salto Ahogado, donde vivía la mayor parte de su población en el momento de la llegada de los españoles. Es probable que su extensión haya sido mayor y ocupara parte del territorio al este de la Laguna de Términos. La población que ocupaba esta región era de origen chontal y representaba la mayor penetración de este pueblo en territorio de la Península. La palabra chontal, de origen náhuatl, significa extranjero. Los chontales de Acalán se decían Amactun o Nactun Uinicob y designaban su provincia como Tamactun. En Acalán existían 76 poblados según la Probanza de Francisco Maldonado y en el momento de la llegada de los españoles, el más importante era Itzamkanac, donde Hernán Cortés se entrevistó con su soberano Paxbolonacha, y donde murió Cuauhtémoc, el último emperador azteca. Bernal Díaz le llamó Gueyacalá, la Gran Acalá, utilizando la misma palabra para designar tanto la provincia como su capital. Esta ciudad parece ubicarse en el sitio llamado El Tigre, situado un poco después de la unión del río Caribe y del río San Pedro. Fernández de Oviedo informa que en la ciudad de Acalán existían de 900 a 1,000 casas con paredes enyesadas y techos de palma.
Itzamkanac se dividía en cuatro barrios o chan tzucul cab llamados Padzunum, Atapan, Chabte y Tazacto. Tanto Paxbolonacha como los jefes de los barrios, llevaban el título de ahau. Los personajes de menor jerarquía recibían el título de nucalob o nuc uinicob. Cada barrio tenía su templo en el cual se adoraba, entre otros, a Cukulchan, el Kukulcán de los yucatecos. Entre las otras divinidades estaban Ikchaua —el Ekchuah de Yucatán, protector del cacao y de los mercaderes— Ix Chel, diosa de la medicina y de las parturientas, Tabay, dios de los cazadores y Cabtanilcab, no identificado.
Itzamkanac era, a pesar de su posición remota, un centro comercial muy activo y sus mercaderes mantenían relaciones tanto con Xicalango, Potonchan y los poblados de la Chontalpa tabasqueña, como con los cehaches y los itzaes, situados al oriente de Acalán. Su comercio alcanzaba Nito, cerca de la desembocadura del Río Dulce en Guatemala, así como los puertos de Sarstoon, Polochic y Motagua, ricos en cacao, y posiblemente Chetumal y la costa norte de Yucatán. En Nito, los mercaderes de Acalán ocupaban un barrio de la ciudad, administrado por un hermano de Paxbolonacha.
Los principales productos que los acalanes comerciaban eran el cacao, mantas de algodón, tintes, cosméticos, sal, antorchas de pino, resinas para incienso y conchas rojas. Además, ejercían un intenso comercio de esclavos. Los productos locales eran principalmente canoas, remos, miel, copal, gallinas, mantas, frijol, maíz, semillas de calabaza, chile, algodón, cacao y calabazos. Asimismo, producían achiote que tenía múltiples usos.
Antonio de Ciudad Real, que visitó Tixchel en los últimos años del siglo XVI, dice que estos chontales estaban mejor vestidos y eran más refinados que los mayas de Yucatán, posiblemente por la prosperidad que les aportaba el comercio y las influencias que recibían de distintos pueblos de regiones lejanas con quienes comerciaban.
Historia. Los chontales que ocupaban la provincia de Acalán en el momento de la llegada de los españoles, provenían de Cozumel. Es probable que fueran originarios de los ríos del Usumacinta desde donde se trasladaron al Caribe. Saliendo de la isla, se asentaron primero cerca de Tenosique y extendieron sus dominios hasta la isla del Carmen. Paxua, uno de sus gobernantes, se asentó en la costa, en Tixchel, de donde fue expulsado por los chontales de Tabasco presumiblemente por interferir en su comercio con la Península. Ocupó entonces la región del río Candelaria después de sacar de Tayel a los mayas cehaches con cuya provincia colindaba. Pachimalahix, hijo de Paxua, extendió la influencia de los acalanes hasta Chetumal pero fue expulsado del Usumacinta por un grupo de habla náhuatl llamado dzules, y fue su hijo Paxbolonacha quien consolidó su influencia sobre los pueblos de Candelaria y edificó su capital en Itzamkanac, ciudad que seguramente existía antes de la llegada de los acalanes. Fue durante su reinado cuando Cortés, en 1525, al dirigirse a las Hibueras, cruzó por la provincia de Acalán y permaneció en Itzamkanac donde ejecutó a Cuauhtémoc. Paxbolonacha no opuso resistencia a los españoles y los proveyó no sólo de alimentos y de insumos de todo tipo, sino que también les ofreció 600 cargadores, posiblemente esclavos que nunca regresaron. La pérdida económica sufrida por los acalanes pudo ser la causa de su abdicación y destierro a Chakam.
En el curso de sus distintos intentos por conquistar Yucatán, Francisco de Montejo fue nombrado alcalde mayor de Tabasco cuyo territorio empezó a pacificar. En 1530, Alonso Dávila, teniente de Montejo, desde San Cristóbal de las Casas se dirigió a Tenosique y luego a Acalán cuyo cacique era Pachimalahix II, hijo de Paxbolonacha. En Itzamkanac, Dávila fundó la villa de Salamanca y repartió los pueblos en encomienda; sin embargo, convencido de que éste no era el punto ideal para emprender la conquista de Yucatán, se dirigió a Champotón y luego a Campeche.
Algunos de los encomenderos nombrados por Dávila, fueron Alonso de Arévalo, Pedro Galeano, Blas González, Jerónimo de Alvarado, Fernando de Escobar, Pedro González, Hernán Muñoz, Gonzalo Sánchez, Cristóbal de Sotelo y Alonso de Torres. Los tres primeros fueron más tarde vecinos de Mérida y Valladolid.
Al iniciarse la tercera y última fase de la Conquista, un grupo de españoles al mando de Lorenzo de Godoy, asentados en un poblado llamado San Pedro, cerca de Tenosique, se trasladó a Champotón y en su marcha cruzó la provincia de Acalán en 1537. Después de la conquista de Yucatán, algunos padres franciscanos penetraron en Acalán al terminar la década de los 40.
El contacto más o menos continuo entre los chontales y los europeos, introdujo en la provincia graves enfermedades que diezmaron la población. Una carta de fray Lorenzo de Bienvenida al príncipe Felipe en 1548, parece indicar que la población se había reducido a una sola comunidad ya que pagaban tributo únicamente a dos encomenderos, Diego de Aranda y Gonzalo López, en partes iguales. En 1553, el visitador Tomás López Medel asignó toda la encomienda de Acalán a Antón García, de Campeche. Según el tributo asignado, en todo Acalán debían existir aproximadamente 500 tributarios.
Los primeros misioneros que visitaron brevemente Acalán fueron fray Luis de Villalpando, fray Juan de la Puerta y fray Lorenzo de Bienvenida. Lo mismo hicieron fray Diego de Béjar en 1550, fray Miguel de Vera, fray Juan de Escalonia y fray Diego de Pesquera. La necesidad de establecer una residencia permanente para la evangelización, motivó el traslado de los acalanes a Tixchel, en 1557.
Fray Diego de Pesquera escogió este lugar porque había sido ocupado por los acalanes en épocas anteriores y por su ubicación sobre el estero de Sabancuy, de fácil acceso para los misioneros y de fácil comunicación para el comercio de la región. El pueblo o la misión fue inaugurado el 1 de julio de 1557, sin embargo, el cacique Luis Paxua huyó poco después a Chiuoha. Esta resistencia a las medidas de congregación ordenadas por Pesquera debió afectar los intereses de la clase dirigente indígena y reducir su autoridad. Varios cientos de esclavos se fugaron a Chakam y muchos chontales se quedaron en Acalán.
La expedición española de Tamayo Pacheco, que originalmente se dirigía a la Lacandonia, llegó a Acalán y por la fuerza trajo a Tixchel a Tomás Macua y a los chontales que con él se resistían al traslado. A pesar de las hambrunas y deserciones, la permanencia de Tixchel estaba asegurada a finales de la década de los 60.
A la muerte de Paxua ocurrida en 1558, D. Gonzalo fue regente de Tixchel hasta que Pablo Paxbolón, niño todavía, pudiera ocupar el cargo de cacique, mismo que le fue confirmado por Diego Quijada en 1566.
Tixchel fue visita del convento de Campeche, pero fue secularizado por el obispo Francisco de Toral, junto con Champotón y puesto a cargo del mercedario fray Juan de Santa María y luego del cura Juan de Monserrate. Poco después, Diego de Landa restituyó estas misiones a los franciscanos. En 1885, fue creada la guardianía de Tixchel, dedicada a la Purísima Concepción de Nuestra Señora, y se construyó una modesta iglesia. En 1569, los chontales que habían huido de Tixchel y regresado al viejo Acalán, se sometieron a la autoridad española y el gobernador de Yucatán creó una nueva encomienda otorgándola a Feliciano Bravo. El encomendero de Tixchel, Antón García, promovió un largo juicio contra Bravo, aludiendo que los indios de la nueva encomienda le pertenecían por haber huido de Tixchel.
Los grupos insumisos los formaban chontales huidos de Tixchel y descendientes de esclavos refugiados en Chakam. Juntos se asentaron en un poblado llamado Zapotitlán al mando de Diego Paxcanan. También vivían con ellos indios mayas venidos de Yucatán. Pablo Paxbolón, cacique de Tixchel, regresó al Candelaria para lograr que los habitantes de Zapotitlán se sometieran a los españoles. Ante el éxito obtenido por Pablo Paxbolón, el obispo Toral comisionó al padre Juan de Santa María para evangelizar a la población. La nueva misión fue dedicada a Nuestra Señora de los Remedios.
Entre 1571 y 1573, los habitantes de Tahbalam y Puilhá fueron removidos a un pueblo llamado Xocolá conocido después como Mazcab o Mahazcab y los de Zapotitlán a uno del mismo nombre llamado más tarde Tiquintumpa, ambos en la región del Mamantel. El valle del Candelaria quedó desde entonces casi despoblado, recorrido ocasionalmente en el siglo XVIII y XIX por cortadores de palo de tinte.
En 1574, el pueblo de Chiuoha, poblado por chontales, se sometió a los españoles y su misión, dependiente del convento de Campeche, estuvo a cargo del misionero establecido en Tixchel, probablemente fray Bartolomé Garzón. Administrativamente, Chiuoha fue encargado a Paxbolón quien, además, recibió el encargo de pacificar y concentrar a todos los mayas que, huyendo de Yucatán, se establecían en el territorio que se extendía hasta la isla de Pac, tierra adentro. Así, Paxbolón se volvió encargado de parte de la frontera sur de la provincia de Yucatán y el contrato que con este fin firmó con el gobernador en 1583, es un caso único en la historia.
En 1602, la misión de Tixchel fue secularizada y su primer sacerdote fue Juan Rodríguez, seguido en 1606 por Hernán Sánchez Tinoco. Después de que un proyecto para reconcentrar a todos los chontales en un sitio llamado Usulaban hubo fracasado, un grupo de mayas yucatecos apóstatas capturados por Paxbolón, se asentó en dicho lugar, cuya iglesia fue dedicada a San Felipe y San Diego, en abril de 1604.
El distrito de Tixchel bajo el control de Paxbolón, tenía antes de 1574, tres pueblos: Tixchel, Zapotitlán y Xocolá. Tres más fueron fundados posteriormente: Chiuoha (1574), Popolá (1584) y Usulaban (1603-1604). En todos estos pueblos, aunque predominaba el elemento chontal, el número de mayas yucatecos iba incrementándose.
Paxbolón fue casado en primeras nupcias con una mujer chontal con la que procreó una hija, Catalina, que casó con Francisco Maldonado, joven español radicado en Campeche. En segundas nupcias, Paxbolón casó con una española, Mencia de Orduña, hija del conquistador Diego de Orduña, y tuvo otra hija, María, soltera todavía en 1612.
En 1593 nació Martín Maldonado, hijo de Catalina, muerta en 1597. Martín permanecía en Tixchel en 1612 mientras su padre casaba con una española de Campeche.
Durante el intento de convertir y someter a las regiones sureñas de la Península, Paxbolón participó en 1604, en varias expediciones a la región ocupada por los cehaches donde se habían refugiado numerosos indios apóstatas del norte de Yucatán y apoyó la fundación de las «misiones de las montañas».
Por medio siglo, Paxbolón administró los destinos de su pueblo en Tixchel. Recorrió muchas veces selvas y pantanos buscando fugitivos e indios paganos para someterlos a la fe y al rey, y gozó de la confianza tanto de las autoridades civiles como religiosas. Como autoridad indígena, fue sin duda la figura más notable de Yucatán.
Poco se sabe de Tixchel después de las expediciones a la selva hechas por Paxbolón en 1604, cuando tenía ya alrededor de 60 años. Vivió unos años más administrando sus pueblos y ranchos y falleció posiblemente en 1614.
En 1639, Tixchel era todavía partido a cargo del padre Ambrosio de Figueroa, quien fue nombrado cura de Tixchel en 1636. Su autoridad abarcaba los pueblos de Tixchel, Chiuoha, Popolá, Usubalam y Cheusik y posiblemente Chekubul y Tiquintumpa-Mazcab (ahora Mamantel y antes Xocolá).
Sin embargo, en 1656, Cogolludo informa que Tixchel ya no existía y que la cabecera se había trasladado a Popolá. El abandono de Tixchel ocurrió antes de 1643 y podría atribuirse a un asalto de piratas que asediaban estas costas. La población chontal parece haberse refugiado en Usubalam y no quedó huella del poblado colonial de Tixchel. Otros poblados sufrieron asaltos en años posteriores. La encomienda de Tixchel fue atribuida en tercera vida, en 1606, a Mateo de Aguilar y luego, en 1615, a Josefa Ortiz y a María Centeno en mitades; a la muerte de Centeno en 1648, al alférez Pedro Hernández, de Campeche. En 1688, la encomienda fue asignada a Fernando Álvarez Magaña, pero ésta no fue confirmada. La mortífera epidemia de fiebre amarilla que azotó Yucatán en 1648, diezmó la población indígena del distrito de Tixchel. Ataques de indios del interior obligaron a muchos a abandonar los pueblos. En 1669, sólo quedaban los pueblos de Usubalam, Chekubul y Chiuoha y en 1688 sólo había, en total, unos 850 pobladores. De los 420 tributarios de este año, sólo 46 eran chontales. El pueblo de Usulaban, último refugio de los chontales de Acalán, fue abandonado y dejó de existir en los mapas; asimismo, la lengua tampoco dejó huella en la región.