Abreu Gómez, Ermilo (1894-1971) Cuentista, novelista, crítico, dramaturgo, maestro en letras, cronista, periodista, nacido en Mérida, el 18 de septiembre y fallecido en la ciudad de México el 14 de julio. Autor de Canek (1940), libro que por la excelencia de su prosa ocupa uno de los lugares prominentes en la literatura nacional. Su literatura es de honda belleza y fina sensibilidad.
Hizo sus primeros estudios bajo la tutela de su tía abuela, Julia Gómez de Castillo. Continuó su educación primaria en su ciudad natal (Colegio Teresiano y Seminario Conciliar de San Ildefonso), y sus estudios superiores en la ciudad de Puebla, primero en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, concluyéndolos en el Colegio del Estado). Habiendo regresado a Yucatán, publicó en La Revista de Mérida, de la cual fue redactor, sus primeros trabajos literarios, especialmente cuentos que fueron muy bien acogidos por los lectores, y con ese estímulo participó en la redacción de un periódico literario, con la colaboración de algunos jóvenes literatos incipientes como él. La revista que circuló con la denominación de Bohemia, tuvo una periodicidad mensual y sólo alcanzó cinco números. Colaboró también por esos años en el periódico de espectáculos El Entreacto donde también escribía pequeñas crónicas sobre las tiples que actuaban en el Teatro Peón Contreras.
En el año de 1915, obtuvo un premio en los Juegos Florales de Mérida, por un cuento escrito con la colaboración de su amigo el poeta José Salomón Osorio. En esa misma época, participó en el movimiento que dio vida al teatro regional yucateco, al lado de Juan Von Hauke, Alejandro Cervera Andrade, Enrique Hübbe, José Talavera y otros; un teatro costumbrista que nació con el aliento de la Revolución que se iniciaba en el país.
Dio a la escena comedias sencillas y de acción fácil, como La xtabay (1919), basada en la leyenda maya del mismo nombre; La bobita, de ambiente campirano local; Patria, de contenido cívico; y un esbozo de tragedia, Máscaras (1921), escrito con la colaboración de José Pavón. Su afición por aquella forma de arte escénico lo convirtió en redactor y corrector de los libretos de uno de los conjuntos teatrales más destacados de aquel movimiento vernáculo dirigido por Pepe Talavera, verdadero pionero del teatro regional yucateco, con quien Abreu Gómez recorrió todo el estado. En busca de mejor ambiente para su vocación literaria, viajó a la Ciudad de México, y allá desempeñó varias tareas que le permitían subsistir sin ayuda económica de su padre enfermo e imposibilitado para trabajar.
Fue velador, mozo de librerías e inspector de teatros. Probó fortuna en el medio político y logró el cargo de oficial mayor de la campaña presidencial de Álvaro Obregón; posteriormente prestó servicios en el Archivo del Distrito Federal. Relacionado ya con el mundo periodístico, escribió para El Heraldo de México, Revista de Revistas, El Universal Ilustrado y México Nuevo. En la revista Contemporáneos (1928-1931), órgano del célebre grupo así llamado, dio a conocer trabajos de investigación crítica sobre los escritores mexicanos José Peón Contreras, Justo Sierra O’Reilly, Juan Ruiz de Alarcón, Carlos de Sigüenza y Góngora y especialmente Sor Juana Inés de la Cruz, de cuya obra y personalidad realizó investigaciones exhaustivas que lo situaron siempre en la categoría de primer sorjuanista entre los escritores mexicanos.
Siendo presidente de la República Plutarco Elías Calles, desempeñó el cargo de jefe de la Sección de Correspondencia de la Secretaría de Educación Pública. En la Escuela Normal Superior obtuvo el título de maestro en letras y se le nombró profesor de literatura en la Escuela Secundaria núm. Tres. Igual cargo desempeñó en la Escuela de Verano de la Universidad Nacional por varios años. Desempeñó la misma cátedra en la Escuela Preparatoria y en la propia Normal Superior e impartió clases en la Universidad de Toluca en el Estado de México y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, así como en las escuelas secundarias de la Secretaría de Educación Pública. En la década de los cuarenta viajó a los Estados Unidos y trabajó como profesor de literatura española en la Universidad de Vermont, en Middlebury College, y también en las universidades de Nueva York e Illinois. En el desempeño de estas funciones se relacionó con importantes figuras de las letras como Tomás Navarro Tomás, Luis Cernuda, Federico de Onís, Ángel del Río, Robert Frost, Max Enríquez Ureña, Joaquín Casalduero y otros que exteriorizaron juicios enaltecedores de su capacidad intelectual y producción literaria. Más tarde fue nombrado jefe de la Sección de la Sociedad de Naciones del Departamento Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores y fueron solicitados sus servicios en la UNESCO.
Fue electo miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, correspondiente de la Española, al quedar vacante, por muerte, la silla del escritor Artemio de Valle Arizpe. Ingresó a ésta el 26 de abril de 1963 con un discurso sobre el estilo. Por último, radicó por segunda ocasión, de 1947 a 1960, en Washington, desempeñando el cargo de jefe de la División de Filosofía, Letras y Ciencias de la Unión Panamericana, donde realizó una prolongada y fecunda obra en este delicado ramo. Fue delegado de esta institución internacional a los seminarios de educación celebrados en Buenos Aires, Argentina; Santiago de Chile; Montevideo, Uruguay; Lima, Perú; San Juan de Puerto Rico; San José de Costa Rica; Caracas, Venezuela; La Habana, Cuba. En la Unión Panamericana colaboró en las series Escritores de América y Semblanzas Literarias, con estudios sobre Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo, Walt Whitman, Cecilio Acosta y Horacio Quiroga.
Durante su fecunda carrera literaria escribió numerosos prólogos a libros de Arturo Peón Cisneros, Juan José de Eguiara y Eguren, Diego Calleja, Lorenzo Turrent Rozas, Antonio Mediz Bolio, Francisco Castillo Nájera, José Peón Contreras, Mariano Picón Salas, Juan Francisco Molina Solís, Rubén Darío, Alejandro Cervera Andrade, Carlos Arturo Torres, Justo Sierra, Justo Arosemena, Joaquín Fernández de Córdoba, Gertrude Margaret Walsh, José Luis Martínez, Manuel Lerin, Manuel Maples Arce, José Mancisidor y Paul Rogers.
En cumplimiento de las funciones inherentes a sus actividades, visitó importantes ciudades del mundo: París, Moscú, Praga, Londres, Varsovia, Madrid y desde luego todas las capitales de Centro y Sudamérica. Participó en el movimiento democrático y manifestó abiertamente sus ideas marxistas. Visitó la URSS en 1967 y por invitación del gobierno cubano fue jurado del renombrado concurso de novela de Casa de las Américas. Fue miembro de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, fundó ahí la revista Frente a Frente, dirigió por un tiempo Letras de México en su última etapa y colaboró en El Hijo Pródigo, creada por Octavio Barreda. Colaboró también en los periódicos El Nacional y El Día, y en las revistas Política y La Voz de México.
En 1970 el Gobierno del Estado de Yucatán le confirió la Medalla Eligio Ancona y le fue dedicado un busto en el parque de la colonia Pensiones. Recibió también el Premio Elías Sourasky de Literatura el 20 de mayo de 1971. La bibliografía de este notable escritor es extensa y variada. Además de los libros citados antes, escribió entre otros, los siguientes: En la montaña (1918), El chivo brujo, La nariz de los muertos, El peluquero, El cisne, El dominó rosa, Lo de siempre, El novio de la otra, De sobremesa (cuentos dramatizados), Viva el Rey (1921), Humanidades (1924), El corcovado (1924), Vida y milagros del venerable siervo de Dios, Gregorio López (1925), Romance de reyes (1926), Pasos de comedia (1926), Guía de amantes (1933), Clásicos, románticos y modernos (1934), Sor Juana Inés de la Cruz (1934), Iconografía de Sor Juana (1934), Literatura española. Tablas históricas (1937), La ruta de Sor Juana (1938), Semblanza de Sor Juana Inés de la Cruz (1938), Cuentos de Juan Pirulero (1939), Canek (1940), Poesía de Sor Juana (1942), Pirrimplín en la luna (1942), Héroes mayas (1942), Un juego de escarnio (1943), Tres nuevos cuentos de Juan Pirulero (1944), Lecciones de literatura española (1944), Un loro y tres golondrinas (1945), Sala de retratos (1946), Quetzalcóatl (1947), Popol-Vuh (versión, 1947), Escritores de Costa Rica: Joaquín García Monje, Roberto Brenes Mesén, Carmen Lira (1950), Naufragio de indios (1951), Abraham Lincoln (1951), Amado Nervo. Un epistolario inédito (1951), Tata lobo (1952), San Francisco de Asís (1954), Consejos de un maestro de español (1957), Cosas de mi pueblo (1957), La conjura de Xinum (1958), Cuentos para contar junto al fuego (1959), Diálogo del buen decir y otros ensayos (1961), Leyendas y consejas del antiguo Yucatán (1961), Fisonomía de Lope de Vega (1962), Discurso del estilo (1963), La sintaxis y la expresión literaria (1964), Bellas, claras y sencillas páginas de la literatura castellana (1965), Don Quijote, genio y figura (1966), Didáctica de la lengua y literatura española (1967), Idea de la prosa (1967), A un joven novelista mexicano (1967), Martín Luis Guzmán, un mexicano y su obra (1968), Arte y misterio de la prosa castellana (1969), Juárez, su vida contada a los niños (1969).
A lo largo de su carrera literaria preparó y seleccionó diversas antologías: Antología de periodistas modernos de México (en colaboración con Carlos G. Villenave) (1935), Cuatro siglos de literatura mexicana (en colaboración con Clemente López Trujillo, Andrés Henestrosa y Jesús Zavala) (1940), Claros versos españoles (1944), Rubén Darío, crítico literario (1944), Enrique Gómez Carrillo, Whitman y otras crónicas (1950), Leyendas mexicanas: mayas, quichés, zapotecas, toltecas (con Joseph S. Flores) (1951), Historias del Quijote (con Joseph S. Flores) (1951), Cecilio Acosta (1951), Horacio Quiroga (1951).
Publicó también sus memorias en tres volúmenes: La del alba sería (1954), Duelos y quebrantos (1959) y Andanzas y extravíos (1965). En ellas están consignadas no sólo sus experiencias personales, sino más de medio siglo de la historia literaria de México en una de sus épocas más fecundas.
Obras suyas fueron traducidas al alemán por Ludwig Renn y al inglés por William E. Bull y Angelina Pietrangeli. Con el tema de Canek, el compositor norteamericano Wells Hively compuso una ópera. Toda una vida dedicada a las letras en muy diversos géneros. La crítica, en forma unánime, la crítica seria y solvente, califica a Canek como la obra más lograda de Abreu Gómez, en los aspectos de estilo y contenido. Una auténtica obra maestra. Su muerte fue una manifestación de duelo nacional. Fue velado en el Palacio de Bellas Artes donde el presidente de la República le rindió homenaje. Se le sepultó en el panteón Jardín.