Avendaño y Loyola, Andrés de Misionero franciscano nacido en Castilla la Vieja. Recibió el hábito en el convento de Burgos. A fines del siglo XVII pasó a formar parte de la provincia franciscana de San José de Yucatán. En 1695 se hizo cargo de la Tercera Orden en Mérida. Durante la campaña de penetración del Petén Itzá, emprendida por Martín Urzúa y Arismendi, a quien acompañó junto con otros dos religiosos, Avendaño se propuso evangelizar a los itzaes y cehaches. Después de abrir 86 leguas de camino, y ya entrada la estación de lluvias, los hombres de Urzúa regresaron a las cercanías de Campeche. Fray Andrés y sus dos compañeros permanecieron en el poblado de Tzuctoc, desde el que hacían recorridos por los alrededores para atraer a los indígenas. Enviado como embajador por Urzúa y Arismendi, el padre Avendaño visitó Tayasal en enero de 1696, no sólo con la finalidad de evangelizar a los naturales sino también de persuadirlos para que aceptaran la autoridad del rey de España. Conocedor de las creencias y predicciones de los mayas, Avendaño recordó a los itzaes que de acuerdo con sus profecías se aproximaba el tiempo en que deberían dejar a sus dioses y convertirse al cristianismo. Los indígenas, por su parte, argumentaron que aún no llegaba el momento de que se cumplieran esas predicciones. Durante su permanencia en el Petén, los tres misioneros franciscanos fueron objeto de ultrajes, burlas y malos tratos, por lo que Avendaño y Loyola, viendo el fracaso de su embajada, solicitó de Can Ek facilidades para retirarse. El cacique aceptó de inmediato y, mostrando interés por la seguridad de los religiosos, los hizo salir de noche, a escondidas, por el camino de Tipú. Se extraviaron y después de 35 días de andar por los bosques, exhaustos y a punto de morir de hambre, encontraron a unos arrieros que los socorrieron. Retornaron a Mérida y relataron todo lo sucedido, con gran confusión del gobernador y de los vecinos, que habían recibido con muestras de halago a la embajada de Martín Francisco Can, supuestamente enviado por Can Ek, mientras fray Andrés y sus compañeros fracasaban en su misión. En 1705, Avendaño y Loyola recibió el título de definidor de la provincia. Estudioso de la cultura y tradiciones indígenas, fue autor de un Diccionario en lengua maya y un Diccionario de los adverbios de tiempo y lugar y, también, de una Relación de las dos entradas que hize a la conversión de los gentiles itzaes y cehaces: manuscrito de 1696 que se conserva en el Museo Británico de Londres y que contiene un informe sobre su peligroso y accidentado viaje al país de los itzaes con valiosísimo material etnológico y lingüístico, una descripción de los libros hieroglíficos y una explicación de los katunes. Se sabe que escribió, además, entre otros textos, un Diccionario de nombres de personas, ídolos, danzas y otras antigüedades de los indios de Yucatán, un Diccionario botánico-médico y la Explicación de varios vaticinios de los antiguos indios de Yucatán, obras que de haberse conservado constituirían —según afirmación de Víctor Suárez Molina— «importante acervo de reseñas, referencias y datos sobre los mayas de entonces». El historiador español Villagutierre Soto-Mayor publicó en 1701 un extracto de la Relación… Ha sido traducida parcialmente al inglés y publicada por P.A. Means en Cambridge (1917).