Audiencia de los Confines La primera Audiencia, creada como organismo superior para el gobierno de las Indias, fue la de Santo Domingo. Su área era extensísima, pues comprendía entonces todas las Indias conquistadas y por ello quedaba impedida de un control efectivo sobre las primeras colonias continentales americanas. En 1527 fue creada la de Nueva España, circunscribiéndole parte del área territorial continental que correspondía a la de Santo Domingo. La situación no mejoró. No fueron las dificultades geográficas, distancia, difícil acceso, etcétera, las que impidieron hacer efectiva la política real sino el poco acierto en el nombramiento de los hombres que fueron designados como componentes de ella. Sus propios intereses les impidieron realizar una política que respondiera a los deseos del rey. La Corona tuvo que designar nuevos funcionarios cuya integridad respondiera al objetivo de la institución. Hechas algunas rectificaciones, tanto la Audiencia de Nueva España como la de Santo Domingo lograron, a los pocos años de su erección, una estabilidad y un poder que respondió a las necesidades de los territorios designados bajo su jurisdicción, aunque las provincias más apartadas quedaron con demasiada libertad e independencia en su vida y desarrollo. Esta situación no podía ser tolerada ya que iba en contra de la política centralizadora de la Corona. En este sentido, las provincias centroamericanas fueron las que escaparon al control de las respectivas Audiencias. Estas provincias, por otra parte, sufrieron un lento proceso de organización política debido a las rivalidades e intereses de los hombres que las conquistaron y gobernaron. Éstos, al no tener un tribunal de justicia cercano que vigilara su actuación, gobernaron conforme al poder que ellos mismos se otorgaron. La Corona, en 1538, erigió una tercera Audiencia que debía residir en Panamá y no fue sino hasta que por las Leyes Nuevas se mandó fundar una Audiencia «en los Confines de las provincias de Guatemala y Nicaragua en la que haya cuatro oidores y uno de ellos sea presidente como nos fuera ordenado y al presente mandamos que presida el licenciado Maldonado, que es oidor de la Audiencia Real que reside en México». (A.G.I. Patronato. Legajo 170. Ramo 47).
Esta Audiencia tenía como finalidad regularizar la administración de las provincias que las Audiencias de Santo Domingo, Nueva España y Panamá no podían controlar eficazmente. Es decir Tabasco, Chiapas, Soconusco, Yucatán, Cozumel, Honduras e Higueras, Nicaragua, Costa Rica y Veragua. Las provincias repartidas hasta entonces en las tres Audiencias indianas se unificaron, bajo la autoridad de la nueva Audiencia de los Confines, cuya sede estaría en la ciudad de Gracias a Dios, provincia de Honduras. Fue instituida por Decreto de 20 de noviembre de 1542 e inició sus funciones en la ciudad de Gracias a Dios, el 13 de mayo de 1544, día en el que el presidente y los oidores se juntaron, abrieron los despachos reales y celebraron el primer Acuerdo. El 15 del mismo mes abrieron Audiencia según informa la carta del oidor Herrera escrita el 22 de mayo del mismo año. (A.G.I. Guatemala. Legajo 9). Los oidores fueron: Diego de Herrera, Juan Rogel y Pedro Ramírez de Quiñones.
Al hablar de esta institución no se puede desligar de ella el nombre de fray Bartolomé de las Casas, quien presionó al rey para lograr la erección de este tribunal. Fray Bartolomé «fiel a sus costumbres legislativas» necesitaba de ese tribunal para hacer efectiva su doctrina pacifista en el territorio y área escogida de la Verapaz, pues la Audiencia «estaba llamada a ser rico engarce del milagro de Tucurutrán». (Carmelo Sáenz de Santa María. El licenciado Francisco Marroquín. Ed. Cultura Hispánica. 1964. p. 60). Necesitaba de ese tribunal para hacer efectiva la aplicación de las Leyes Nuevas cuya doctrina expresaba, en gran parte, su propio pensamiento. La intervención de fray Bartolomé fue extensiva al nombramiento de los dos primeros presidentes: Alonso Maldonado y López de Cerrato. La Audiencia de los Confines reemplazó el sistema de gobernadores nombrados por el rey para todas las provincias centroamericanas «…y que esta Audiencia tenga a su cargo la gobernación de las dichas provincias y sus adherentes en las cuales no ha de haber gobernadores si por Nos otra cosa no fuere ordenada…» (A.G.I. Patronato, Leg. Cit.) Su primera actuación en este sentido fue suspender el gobierno que el Adelantado Montejo tenía sobre las provincias de Honduras e Higueras, Chiapas y Tabasco, reduciéndole sus funciones gubernativas a las provincias de Yucatán y Cozumel. Fray Antonio de Remesal nos relata esta acción: «…Y abriendo Audiencia…, lo primero que hicieron fue notificar al Adelantado Francisco de Montejo (quien se encontraba con el obispo de Guatemala en la ciudad de Gracias a Dios, para recibir a los oidores) una provisión real que traían de Castilla por la cual su majestad le mandaba que dejase el título que tenía de gobernador de Yucatán, Chiapas, Hiberas y Cabo de Honduras, porque esta gobernación se aplicaba a la nueva Audiencia… El Adelantado no hizo réplica, no por no obedecer, sino porque no le echasen la culpa sus sucesores… Y al cabo sólo se quedó con el título de gobernador de Yucatán y Cozumel, por tenerle con el asiento que hizo su majestad cuando fue a conquistar aquellas provincias, pero la judicatura de ellas pertenecía a la Audiencia dismembradas de las de México hasta el año de mil y quinientos cincuenta que se le volvieron» (Fray Antonio de Remesal. Historia general de las Indias Occidentales). Fue así como la Audiencia de los Confines puso fin al gobierno del Adelantado Montejo sobre las provincias de Honduras, Higueras y Chiapas.
Su asiento: La Real provisión, firmada en Valladolid el 13 de septiembre de 1543, expresaba «que la nueva chancillería real a quien se da el nombre de Audiencia de los Confines por haber de estar en los de Honduras, Nicaragua y Guatimala, Chiapas y Yucatán y Cozumel y todas las demás provincias que había en la costa y paraje de las dichas provincias hasta la provincia de tierra firme llamada Castilla del Oro inclusive…» (Fray Antonio de Remesal. Op. Cit.) Estos datos nos dan a conocer que el nombre de la Audiencia provino del lugar señalado para su asiento, la población de Gracias a Dios en la provincia de Honduras, la cual venía a estar en la región fronteriza de varias provincias centroamericanas. Marroquín, obispo de Guatemala, no estuvo de acuerdo en el lugar señalado para asiento de la Audiencia y así lo expresó al rey en su carta de 1 de diciembre de 1545: «Esta Audiencia la mandó Vra. Magt. proveher para bien de los naturales y buena gobernación de todos estos distritos, y está asentada donde no se puede conseguir lo uno ni lo otro, porque aquí do está, es los fines de todas estas gobernaciones y no hay indios, y así padescen necesidad y trabajo los que tienen necesidad de negociar y lo que representa por estar en este lugar no tiene aquella autoridad que requiere y debe. Conviene mucho a su Real servicio, por lo dicho y por otras muchas causas, que se mude a la ciudad de Guatimala que es el medio y fiel de todas estas gobernaciones». (Sáenz de Santa María. Op. Cit.) Marroquín volvió a tocar el tema en su carta de 1 de agosto de 1548. Habían pasado tres años y su opinión era la misma. Los problemas que advirtió se habían hecho efectivos e insistía con todo vigor ante el rey: «Esta Audiencia no está aquí bien ni medio bien. V. Mgt. la proveyó para españoles e indios. Aquí todo falta, mande V. Mgt. que se pase a Guatimala que es pueblo donde conviene que esté el sello real y do estará acompañada la Audiencia como conviene a su autoridad… en este caso no pretendo más de lo que conviene a la autoridad de la Audiencia y bien de los naturales, y de los pobladores, porque puesta en Guatimala vienen los de Nicaragua en cuatro días al puerto de Acaxutla ques treinta leguas de la ciudad y los de Panamá vienen en treinta días y los de esta provincia están en buena comarca, y los de Chiapa y Yucatán para venir aquí han de pasar por Guatimala. Esta es la verdad y V. Magt. mande lo que más fuere servido». (Sáenz de Santa María. Op. Cit.)
A través de estos párrafos percibimos el deseo de Marroquín de que la Audiencia se trasladara a la capital de Guatemala, por el prestigio mismo que tenía la ciudad de Santiago y que correspondía a la autoridad de la Audiencia y por ser más adecuado a un tribunal de tanta importancia para la administración de justicia en las provincias que estaban bajo su jurisdicción. Señalaba también la dificultad que había para el cumplimiento de los fines de la Audiencia «bien de los naturales y buena gobernación de todos estos districtos». Al escribir Marroquín que, para recurrir a la Audiencia, las provincias de Chiapas y Yucatán habían de pasar por Guatemala, sacamos por conclusión que el camino más frecuentado en la comunicación de estas provincias era por tierra, utilizando en grandes trechos la vía fluvial que conectaba a través de los ríos Grijalva y Usumacinta con sus grandes afluentes, las provincias de Tabasco, Chiapas y Guatemala. El segundo presidente de la Audiencia, el licenciado Alonso López de Cerrato estuvo de acuerdo con las razones del obispo de Guatemala y decidió el traslado de la Audiencia de los Confines a la ciudad de Santiago de Guatemala en el año 1549, permaneciendo ésta con el mismo nombre de Audiencia de los Confines. Sin embargo el asentamiento de la Audiencia en Guatemala no sería definitivo pues para restablecer la de Panamá, suprimida en el mismo año de 1542, en el que fueron establecidas la de Lima y la de los Confines, la Corona mandó que se trasladara la Audiencia de Guatemala a Panamá en el año de 1563. Esta disposición produjo la desintegración de las provincias agrupadas bajo la jurisdicción de la Audiencia de los Confines. Las provincias de Chiapas, Guatemala, Honduras y Nicaragua quedaron divididas entre las Audiencias de Panamá y de México. Guatemala, Chiapas y Soconusco quedaron sujetas a la de México y la de Honduras, Nicaragua y la recién erigida de Costa Rica, a la de Panamá. Entre ambas Audiencias se fijó el mismo año de 1563 una línea divisoria totalmente artificial pues buena parte de la provincia de Honduras que estaba bajo la jurisdicción de la de Panamá quedaba bajo la jurisdicción de la de México.
Desarrollo histórico: La Audiencia de los Confines, a pesar de sus cambios de ubicación, primero en Gracias a Dios, Honduras, luego en Santiago, Guatemala, y por último Panamá, no logró imponerse nunca entre las provincias que quedaron bajo su jurisdicción durante sus tres etapas de desarrollo.
La causa no puede atribuirse, como en la de Santo Domingo y Nueva España, a la distancia o lejanía de las provincias que regía pues primero estuvo en la región fronteriza de las provincias centroamericanas, luego como Marroquín lo señalaba, en el medio de ellas y por último con un área muy reducida, perdiendo gran parte de su territorio que se integró a la jurisdicción de la Audiencia de México. La Audiencia de los Confines nunca logró el prestigio, el poder y la autoridad de un organismo superior de justicia y gobierno como lo fueron las Audiencias de Santo Domingo y Nueva España. La Audiencia, al iniciar sus funciones, encontró que gran parte de su jurisdicción estaba gobernada por el Adelantado Montejo quien, por distintas disposiciones reales, tenía bajo su mando las provincias de Yucatán, Tabasco, Chiapas y Honduras e Higueras, quedando fuera de su dominio Nicaragua, Veragua y Costa Rica. El primer acto de la Audiencia fue desposeer al Adelantado de este vasto dominio. A este tribunal, sin embargo, correspondió también efectuar el juicio de residencia a este gobernador en el que daría cuenta de los años de su gobierno en estas regiones. Maldonado, por ser yerno del Adelantado, presionó a los oidores para que procedieran con benignidad en el juicio que se le seguiría al gobernador de Yucatán. Esta relación y sus efectos inmediatos crearon la desconfianza en la aplicación de la justicia y el descontento entre los súbditos de su jurisdicción.
Por otra parte, la tarea de la Audiencia en su primera etapa no fue nada fácil, pues Maldonado tuvo a su cargo la implantación de las Leyes Nuevas que afectaban fuertemente los intereses de las autoridades y de los encomenderos. Fue una situación difícil de resolver pues la oposición fue abierta y general. Sin embargo no se dieron hechos violentos y la aplicación de las leyes se fue retardando o aminorando según convenía. A eso se debieron en parte las acusaciones que Maldonado tuvo en contra de su gobierno. Maldonado había trabajado tiempo atrás en el problema de la esclavitud de los indios y en las tasaciones. Estos trabajos los había realizado con el obispo de Guatemala, Marroquín, después de visitar cuidadosamente los pueblos de la provincia. Conocedor de la realidad americana, por su propia experiencia, no estuvo de acuerdo con el cambio brusco que imponían las Leyes Nuevas, lo cual demostró a través de su actuación en la implantación de ellas. Maldonado siguió una política moderadora en la aplicación de las leyes y mandatos del rey. El tiempo fue un factor de importancia en su política pues comprendió la dificultad de gobernar con medidas políticas radicales en provincias tan nuevas y en un período inicial de vida política, con problemas tan complejos como eran la conjunción de intereses particulares con la política indigenista de la Corona. Esta aplicación parcial, lenta y moderada de las Leyes Nuevas trajo a Maldonado muchas dificultades con los dominicos, especialmente con fray Bartolomé de Las Casas, quien en España trabajó por el cambio de la presidencia de la Audiencia, recomendando y presionando al rey para que el nombramiento recayera en López de Cerrato. El licenciado Cerrato, segundo presidente de la Audiencia, había trabajado en la Isla Española, mas no sabemos cuales serían sus experiencias. Cerrato, como presidente de la Audiencia fue quien implantó con todo rigor algunas de las Leyes Nuevas como fueron la liberación de los esclavos, la moderación de los tributos y el servicio personal. Actitud de la que se quejaron algunas autoridades, sobre todo por la forma como este presidente resolvió estos problemas. Liberó a los esclavos sin haber juicios, moderó las tasaciones sin salir de sus aposentos y no permitió la carga ni el servicio personal, con paga o sin ella. Estas decisiones motivaron el descontento y el malestar entre las autoridades y los españoles y entre éstos y los indígenas. En Cerrato las notas distintivas de su carácter fueron más palpables que en Maldonado por lo que podemos decir que Cerrato fue un hombre celoso de su prestigio y de sus intereses, intransigente en la aplicación de las leyes y del servicio del rey, absoluto en el poder, autoritario, radical en sus decisiones… Notas distintivas de una personalidad que se avino perfectamente con caracteres semejantes. De ahí el protectorado que gozó por un tiempo de fray Bartolomé de Las Casas y del apoyo decidido que Cerrato dio a las peticiones de fray Diego de Landa en la aplicación de la justicia en Yucatán. Durante la presidencia de López de Cerrato, el Adelantado Montejo perdió toda su autoridad gubernativa sobre la región del Golfo Dulce y sobre las provincias de Tabasco, Yucatán y Cozumel. En la provincia de Chiapas, los problemas dejados por fray Bartolomé fueron solucionados en parte por las disposiciones que en ella dejó el oidor visitador Tomás López, quien retrasó la tributación indígena en estas regiones y dejó ordenanzas para el gobierno de ellas.
Cerrato fue sustituido durante el año 1554, por Antonio Rodríguez de Quesada, quien venía de México. En 1555 murió el tercer presidente y fue nombrado Juan Martínez de Landecho en 1558. Durante este intervalo (1555-1559) el gobierno de la Audiencia quedó en manos de los oidores: Ramírez de Quiñones, Francisco de Loaysa y Antonio Mexía. Tal vez, el primero, tuvo la preeminencia por su antigüedad y mayor conocimiento de la tierra. En el período de gobierno de los oidores las quejas que habían existido siempre contra ellos se acentuaron pues como particulares defendían sus intereses y los de sus amigos y como administradores descuidaban su oficio y se dejaban influenciar por los religiosos. La Audiencia, durante este período, hizo frente a algunos acontecimientos extraordinarios, entre ellos el de la Verapaz donde terminó la experiencia de penetración pacífica de los dominicos y en Puerto de Caballos donde aparecieron los piratas franceses. En 1560, Landecho se hizo cargo de la Audiencia y en 1561 fue nombrado gobernador de Guatemala. Desde hacía muchos años las autoridades guatemaltecas habían deseado que los dos cargos de gobernador y presidente de la Audiencia se aunaran en una sola persona, con el fin de consolidar aún más la autoridad y prestigio tanto de la Audiencia como de la gobernación de Guatemala. Sin embargo esta concesión real duró muy poco tiempo pues en 1563 a Landecho le tocó el traslado de la Audiencia de Guatemala a Panamá.