Asilo Brunet Celarain Al fundirse en 1904 la Casa de Beneficencia Brunet con el Asilo Celarain, la nueva institución recibió el nombre de Asilo Brunet Celarain. al principio siguió siendo asilo de mendigos. Poco después un grupo de mujeres laicas, conocidas como Luisas de Marillac, logró en 1925 que se destinara a cobijar ancianas, encargándose ellas de toda su atención, hasta que dejaron de hacerlo. En 1963, a petición de ellas y por gestiones del arzobispo Fernando Ruiz Solórzano, se obtuvo que un grupo de la congregación llamada Hermanitas de los Ancianos, se hiciera cargo de la institución y de las 26 ancianas alojadas. En los primeros cuatro meses se dedicaron a remozar el edificio. En esta tarea recibieron importante respaldo de numerosas personas, entre ellas Carlos Vales, quien ayudó a la restauración de la capilla y la enfermería, y Nicolás Andrés, hasta hoy uno de sus benefactores. En esa época vinieron las R R. MM. Josefa Atla, que quedó como directora, y Carmen Alaminos, Rafaela Pérez, Luisa Iglesias, Antonia Pacheco y Josefa Limía; después ocupó la dirección la R.M. Felisa Bravo y desde 1988 lo es la R.M. Pilar Casado, teniendo como vicesuperiora a sor María López.
El guía espiritual es el presbítero Carlos Herrera Cervera. Existe un patronato integrado por el gobernador del estado, el presidente municipal de Mérida, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Yucatán, un párroco representante de la autoridad eclesiástica y algunos otras personas con altos cargos; este patronato cubre los gastos de servicios de agua, electricidad, teléfono, recolección de basura, mantenimiento del edificio en general, asesoría legal y apoyos, como exención de impuestos y otros. También existe un comité de damas voluntarias, presidido desde 1971 por Lidia Andrés Catrib; vicepresidenta Maruja Haro de Alam; tesorera Anett Pérez de Cervera y secretaria Leidi Solís de Amaro, encargándose de recaudar fondos que ayuden al sostenimiento mediante rifas, bazares, colectas, etcétera. Hay además 10 benefactores fijos y un número variable de donadores ocasionales. Con el tiempo se han ampliado sus instalaciones; ya que un gran número de asilados se encuentra inválidos y/o enfermos de diversos padecimientos propios de la edad avanzada; se construyó un pabellón de enfermería con capacidad para 50 pacientes y otro de psiquiatría, con ocho cuartos dobles, para los ancianos con trastornos mentales. Con relación a esto cabe mencionar que casi todas las hermanas cursaron estudios de enfermería en la Cruz Roja de México y las que no, han adquirido conocimientos de las demás y del ejercicio constante de las prácticas curativas. Además se ha contado con la ayuda de médicos que prestan voluntariamente sus servicios, como Luis Novelo Riera, ya fallecido, y ahora Agustín Flores, Maricela Semerena y los especialistas que se requieran según el caso.
No hay una cuota establecida por concepto de alojamiento; los que tengan familiares con posibilidades de cooperar económicamente pueden aportar lo que les parezca; en muchos casos el anciano no tiene familia o ésta se desentiende de él una vez internado en el asilo; en caso de morir un anciano en esta situación, las hermanas se hacen cargo del entierro. Además de los cuartos para dos, tres o cuatro personas, hay un amplio comedor general, una bien equipada y aseada cocina, salones de descanso y una hermosa capilla. Los jardines y patios arbolados contribuyen a realzar el ambiente. Actualmente aloja a 145 personas, siendo 96 mujeres y 49 hombres.