Asilo Ayala Institución planeada desde 1902 para alojar a los enfermos mentales que se encontraban en el antiguo Hospital O’Horán de La Mejorada. La base económica para esta obra la aportó el filántropo Leandro León Ayala, quien legó 300,000 pesos para este fin. Su diseño y ejecución estuvieron a cargo de Salvador Echegaray. Se escogió el terreno donde estuvo, hasta fines del siglo pasado, un pueblito llamado Santa Catarina que, diezmado por las últimas epidemias de viruela y de fiebre amarilla, fue abandonado por los pocos habitantes que sobrevivieron y se trasladaron a Chuburná. Ese lugar comprendía la vieja ermita, que fue demolida, el atrio y la plaza hacia el lado poniente de ella. Se encontraba cerca del sitio donde se construiría el nuevo Hospital O’Horán. Los trabajos de construcción se iniciaron a fines de ese año y concluyeron poco antes de su solemne inauguración el 6 de junio de 1906 por el presidente de la República, general Porfirio Díaz, y el gobernador del estado, Olegario Molina. En este acto, Luis F. Urcelay, que había intervenido en la planeación, leyó un informe describiendo el conjunto: «El Asilo Ayala ocupa un área de 55,000 m2 pudiendo considerársele dividido en dos partes, que son: el Asilo propiamente dicho y la colonia agrícola. El lado oriental del Asilo, limitado por una elevada verja de hierro, con zócalo de mampostería, da a la avenida de la Paz y tiene en su medio la entrada principal, en el edificio de la administración, de dos pisos; en la planta baja están la sala de espera, el laboratorio, la farmacia, el depósito de drogas, el cuarto del vigilante, la sala de juntas, la portería y la administración; hay dos accesos en la parte posterior para comunicar con los departamentos de hombres y de mujeres.
«El segundo piso contiene la sala de fotografía, la de modelado, las residencias para el director y para el administrador, teniendo cada uno sala, dormitorio, baño y otros anexos. Hacia atrás del edificio de administración se encuentra un jardín de forma oblonga, contiguo a la cocina, amplia y bien dotada y ventilada; atrás de ésta se halla un extenso terreno en forma de plazoleta cuadrangular, destinada a que los asilados puedan distraerse en él, dedicándose a los deportes que les sean permitidos; este terreno conduce por una calle de 1.5 m y siempre al Occidente, a un grupo importante de edificios, de los cuales, el central contiene las máquinas y sostiene el gran depósito que surte de agua al establecimiento, con una capacidad de 200,000 litros; en el anexo norte están los talleres y en el Sur la lavandería, desinfección y taller de costura. Los edificios descritos forman una serie continua como eje de Oriente a Occidente y divide al conjunto en dos secciones; la del Norte es el departamento de hombres y la del Sur el de mujeres, que se encuentran separadas por las construcciones anteriores y por doble verja de hierro con zócalo de mampostería.
«Los departamentos son iguales, constando de: un pabellón para tranquilos, con 32 camas, la escuela, el comedor, el balneario, un pabellón para sucios, otro para agitados, otro para furiosos y uno más pequeño que servirá a modo de enfermería para tratar a los asilados con enfermedades intercurrentes. Hacia atrás del Asilo se encuentra la colonia agrícola, en donde los asilados hallarán saludable distracción en el cultivo de hortalizas. En esa sección, en un pequeño local, se encuentra el depósito de cadáveres». Con objeto de que esta nueva institución estuviese organizada bajo normas modernas, ese año se becó a Eduardo Urzaiz Rodríguez para que en Nueva York, EUA, hiciera estudios en la especialidad de psiquiatría; a su regreso a Mérida en 1907 se le designó director del Asilo, implantando desde luego el estudio clínico de los casos y nuevos conceptos sobre el manejo y terapéutica de ellos. El año anterior, 1906, siendo director Joaquín E. Ruz, hubo el siguiente movimiento: existencia anterior 171 enfermos; entraron 295; salieron por alta 281 y por defunción 47; total 328; existencia para el año 1907: 138 enfermos. Se destaca que en 140 casos el diagnóstico fue alcoholismo, con 34 defunciones. Sus bases legales fueron las siguientes: «Ley Orgánica para el HospitalO’Horán y el Asilo Ayala», expedida el 20 de enero de 1906; «Reglamento de la ley orgánica del Hospital O’Horán y Asilo Ayala», de fecha 26 de junio de 1907. En ese año el movimiento fue: existencia anterior 138 enfermos; entraron 290; salieron por alta 255 y por defunción 46; total 301; existencia para el siguiente año: 127 enfermos. Se registraron 233 casos de alcoholismo con 42 defunciones. Durante 1907 hubo algunas modificaciones a la organización inicial, pues no se instalaron la farmacia y el laboratorio, ya que el cercano Hospital O’Horán daba el servicio, ni las salas de fotografía y de modelado. Por otra parte hubo que instalar dormitorio para los practicantes de guardia y ampliar un poco el cupo de algunos pabellones, ya que el número de enfermos iba en aumento.
En 1909 se tuvo el movimiento siguiente: existencia anterior 142 enfermos; entraron 451; salieron por alta 331 y por defunción 125, quedando en existencia 157 enfermos. Ese año se instaló el costurero y se dio principio a la plantación de árboles y zacate de regadío. En 1910 se establecieron algunas crías de animales y un establo de ganado vacuno. En 1917 el movimiento fue el siguiente: existencia anterior 170 enfermos; entraron 308; salieron por alta 241 y por defunción 70; total 311; quedaron 167 pacientes. Por desempeñar otros importantes cargos Urzaiz Rodríguez, sus ausencias fueron cubiertas por otros médicos del Asilo, entre ellos, Antonio Aguilar, Lorenzo Núñez Solís y Carlos Urzaiz R. En 1922 renunció Eduardo Urzaiz para ser el primer rector de la naciente Universidad Nacional del Sureste, por lo que la Junta de Beneficencia acordó que la dirección del Asilo fuese desempeñada por el mismo director del Hospital O’Horán. En esa forma fungieron Avelino Ruiz Sansores y Juan Helguera Fernández, entre otros. En 1936, la Junta acordó restituir al Asilo el cargo de director, siendo designado Fernando Medina G. Cantón, quien en su informe de ese año, dio a conocer las condiciones que imperaban en la institución. La colonia agrícola ya no llenaba su objetivo, pues inclusive se arrendaba a particulares para su explotación, por lo que propuso un proyecto en el que la dividía en cuatro secciones: horticultura, arboricultura, establo para 40 vacas y corral para cerdos y gallinas.
El taller de costura se reforzó con dos máquinas de coser, quedando al frente una empleada que instruía y vigilaba a las enfermas. El departamento de lavandería fue remozado y dotado de siete bateas de cemento, dos pilas de concreto, un local para sancocho con su horno y un tendedero que se amplió. Las labores eran desarrolladas exclusivamente por enfermas bajo la dirección y vigilancia de una instructora. Se hizo el desagüe y limpieza general de toda la cañería, así como reparaciones, lo mismo que a los pabellones de enfermos, incluyendo la pintura de todos los edificios; en el departamento de mujeres se construyó una cámara para baños de vapor, dotándola de caldera, y se instalaron tres bañeras y dos regaderas; en el departamento de hombres el baño de vapor fue reparado; se construyeron 289 camas fijas de madera y se dotó de 314 colchonetas, 217 mudas de ropa para hombre, 154 batas para mujeres y 100 cobertores. Para diciembre de ese año (1936), el movimiento fue el siguiente: existencia anterior 289 pacientes; entraron 31; salieron 27 por alta y 9 por defunción; total 36; existencia para el mes siguiente: 284 enfermos.
El costo mensual de mantenimiento del Asilo, incluyendo sueldos, fue de 9,733.59 pesos, con un costo diario de 312.98 pesos; el costo mensual por cada enfermo fue de 33.79 pesos, con un promedio de costo diario de 1.09 pesos. Desde 1946, el Departamento de Asistencia Social de Henequeneros de Yucatán pagaba una cuota de 2.50 pesos diarios por cada uno de los ejidatarios o sus familiares ingresados. Desde 1953 se hizo cargo de la dirección del Asilo Raúl Cárdenas Torre, mejorando la terapia con los neurolépticos y psicotrópicos, comas hipoglucémicos, electro-shocks, etcétera. Se mejoraron también las instalaciones, se le dotó de un comedor más amplio, se incrementó la terapia ocupacional, etcétera. El 31 de enero de 1954 se inauguró en los terrenos del Asilo un pabellón para los ejidatarios henequeneros, el cual fue denominado Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez; igualmente se inauguró el Instituto Neuropsiquiátrico, creado a iniciativa de Cárdenas Torre. Poco después se cambió el nombre del Asilo, denominándosele Hospital de Enfermedades Mentales Leandro León Ayala. En 1960 Arturo Erosa Barbachano, jefe de los Servicios Ejidales de la SSA, aumentó a 15 pesos la cuota diaria por enfermo. En 1965 se separó Cárdenas Torre de la dirección, sustituyéndolo Arturo Castillo Alvarado, quien desempeñó el cargo hasta 1970, en que fue designado Raúl Concha Campos, ejerciendo la dirección hasta 1972 en que volvió al cargo Cárdenas Torre. En febrero de 1976 se dividió la dirección, permaneciendo Cárdenas Torre en la del Instituto y haciéndose cargo del Hospital Iván Sabido Mendiburu. En esos años se dio nuevo impulso hacia métodos actualizados, se remozaron los edificios y sobre todo se depuró de pacientes, puesto que albergaba ancianos rechazados, vagabundos, pordioseros, prostitutas, delincuentes menores, etcétera; de toda su población, el 75% no tenía familiares. De los 12 pabellones en uso, siete eran para hombres, cuatro para mujeres y uno para casos especiales.
El cuerpo médico impartía consulta externa, en especial para rehabilitación de drogadictos y personas con alteraciones de conducta. La cuota diaria ya se había aumentado, pagando el IMSS 150 pesos y el ISSSTE 200 pesos por persona. El 10 de mayo de 1978 se efectuó el traslado de los enfermos al nuevo Hospital Psiquiátrico: 71 hombres, 53 mujeres y 1 niño, en total 125. El conjunto de edificios estuvo desocupado durante algún tiempo, siendo luego totalmente remozado para alojar al Instituto de Cultura de Yucatán.