Ancona Albertos, Antonio (1883-1954) Nació en Mérida y falleció en la ciudad de México. Se le conoce también por el seudónimo que usaba para firmar artículos y ensayos: Mónico Neck. Sus padres fueron el insigne historiador, novelista, jurista y político Eligio Ancona Castillo y Manuela Albertos Zavalegui. Vivió su adolescencia entre Mérida y México. Su obra fundamental fue periodística, si bien tuvo un intenso protagonismo político primero como liberal y luego en las filas socialistas. Ocupó los siguientes puestos de importancia: secretario particular del gobernador José María Pino Suárez; diputado federal en la XXVI Legislatura (1912-1913); constituyente (1916-1917); senador por tres períodos; gobernador (interino) de Yucatán (1920) y del territorio de Quintana Roo (1926). Presidió la Liga de Legisladores Revolucionarios (1912-1952).
En 1901 ingresó al Colegio Militar por un breve tiempo. Desde muy joven, cuando estudiaba en Mérida la preparatoria, colaboró en el periódico El Peninsular, diario antiporfirista dirigido por José María Pino Suárez, y después en el Diario Yucateco; ya desde entonces firmaba como Mónico Neck. Cultivó, además, la literatura narrativa, costumbrista y humorística y fue colaborador del semanario La Campana y de otros órganos de la prensa meridana, entre ellos, a partir de 1931, el Diario del Sureste. En 1913 cuando Victoriano Huerta suprimió el Congreso, Ancona Albertos vivió exiliado en La Habana y de allí se trasladó a El Paso, Texas.
A fines de 1913 volvió a entrar a México por Sonora y se sumó al movimiento constitucionalista a las órdenes del general Cándido Aguilar, alcanzando el grado de coronel. En 1915 dirigió algunos meses el diario La Voz de la Revolución fundado por el general Salvador Alvarado. Durante la administración alvaradista fue también director de la Penitenciaría. En 1916 figuró entre los fundadores del Partido Socialista Obrero. En 1919 publicó la novela En el sendero de las mandrágoras. En la ciudad de México dirigió brevemente El Heraldo de México, cuando Salvador Alvarado fue su presidente y principal accionista, del 21 de enero al 29 de abril de 1922. En 1925 fue candidato del Partido Laborista a la gubernatura de Yucatán y perdió frente a Álvaro Torre Díaz. Su etapa más intensa y madura como periodista se dio en El Nacional a partir de diciembre de 1934, desde el inicio del gobierno de Lázaro Cárdenas. Sólo cuatro meses antes de su muerte, casi 20 años más tarde, dejó ese órgano informativo. En El Nacional escribía prácticamente todos los días, con o sin firma, y sostenía una defensa sistemática y a veces polémica o sarcástica de la Revolución Mexicana y sus conquistas. También colaboró en el diario El Popular. Entre las secciones más conocidas que escribió se encuentran: «Apuntes de Actualidad», «Cuentos sin Intención», «La Inquietud de la Hora», «Nuevas Cartas Persas»; «Diógenes y la Revolución», «Metropolitanas», «Del Ayer Revolucionario» y «La Hora de México». Murió el 22 de febrero de 1954.