Alférez mayor El nombre de alférez procede del árabe alfaris que significa jinete. Era el oficial que llevaba la bandera en la infantería y el estandarte en la caballería, es decir, una especie de abanderado. El grado militar de alférez en los antiguos ejércitos españoles, equivale al de los actuales subtenientes o segundos tenientes.
El cargo de alférez mayor, diferente al anterior, es conocido desde la Edad Media, pues sus funciones ya están consignadas en las Partidas del rey Alfonso X el Sabio (1221-1284). Era uno de los principales magistrados de la monarquía y llevaba la enseña o pendón real en las batallas en que se hallaba el rey, en ausencia del cual, mandaba el ejército como general. Además, tenía calidad de Justicia Mayor en la Corte y firmaba en lugar prominente las donaciones y privilegios reales, a más de tener mesa propia en el Palacio Real. Entre los personajes históricos que ejercieron tal dignidad, se menciona a Ruy Díaz de Vivar, el legendario Cid Campeador, alférez mayor del rey.
Desde el inicio de la dominación española, siempre existió en las ciudades coloniales un alférez mayor con atribuciones parecidas, que alzaba el pendón real en las proclamaciones de los reyes, en los bandos y otras ceremonias oficiales. Tenía voz y voto en los ayuntamientos y el privilegio de entrar a ellos con espada. El historiador Cogolludo, al describir el Cabildo Secular de la ciudad de Mérida, menciona, como parte integrante del mismo, al alférez mayor «en cuyo poder está el estandarte real, y a quien siguen todas las compañías de milicias». En 1788, durante la proclamación del nuevo rey Carlos IV de España, el alférez mayor de Mérida lanzó al pueblo congregado en la Plaza de Armas, puñados de monedas conmemorativas acuñadas con la efigie del soberano y el escudo heráldico de la urbe emeritense.