Academia de Ciencias y Literatura Fundada en abril de 1849, en el antiguo local del Colegio de San Pedro, hoy sede principal de la Universidad Autónoma de Yucatán, situada en la confluencia de las calles 57 y 60 de esta ciudad y se incorporó a la Universidad Literaria, instalada allí mismo. Su primer presidente fue Gerónimo del Castillo Lenard, notable impresor, editor y literato, autor de la novela histórica y costumbrista Un pacto y un pleito y redactor y editor del Registro Yucateco, en unión de Justo Sierra O’Reilly y Vicente Calero Quintana y, asimismo, de El Boletín Comercial, la Miscelánea Instructiva y Amena y El Mosaico, este último, órgano de la Academia. Su primer vicepresidente fue Gregorio Cantón y su bibliotecario el escritor Fabián Carrillo Suaste. Como dato curioso anotaremos que, hacia 1850, su biblioteca constaba de casi 200 volúmenes y que los maestros de la Academia impartían sus clases en forma enteramente gratuita. Sus cursos se inauguraron el 6 de mayo de 1849 y sus propósitos fueron fomentar la instrucción popular y los progresos intelectuales. Las primeras clases que se establecieron fueron las de lógica, aritmética, geometría, latinidad, inglés, francés, teneduría de libros, dibujo y música. La llamada Guerra de Castas asolaba al estado por lo que las clases se clausuraron antes de terminar los cursos.
El Primer Reglamento de la Academia se expidió el 8 de abril de 1849 y lo sancionó el 23 del mismo mes el gobernador Barbachano. Se imprimió en un folleto, ahora muy raro, y comprendía seis capítulos y cuarenta artículos. En él aparecen las firmas de los 24 fundadores de la Academia: Alonso Aznar Pérez, Mariano Brito, Gerónimo del Castillo, Luis Gutiérrez, Mariano Trujillo, José D. Espinosa, Antonio García Rejón, Vicente Calero, Manuel Medina, Pedro Marcelino Marín, Julián Gutiérrez, José María Rivero Solís, Fabián Carrillo Suaste, José Antonio Cisneros, Nicanor Rendón, Nemesio de los Santos Rubio, José Jesús Castro, Pedro Ildefonso Pérez, José D. Castro, José Vicente Solís, Gregorio Cantón, Lorenzo de Zavala y Correa, Ignacio Vado Lugo y José García Morales. Con respecto a la enseñanza, el Reglamento abarcaba puntos relativos a los profesores, a las cátedras, a los alumnos y a los exámenes. Principales cátedras y número de alumnos: gramática, a cargo de Ezequiel Enríquez, cinco alumnos; latín, José D. Castro, cinco alumnos; inglés, Lorenzo de Zavala y Correa, 14 alumnos; aritmética y geometría, Julián Carrillo, 14 alumnos; lógica, matemáticas e ideología, Gerónimo del Castillo, 14 alumnos; retórica, a cargo de Vicente Calero, tres alumnos; teneduría de libros, a cargo de Mariano Brito, dos alumnos; dibujo natural y lineal, Gabriel Vicente Gahona «Picheta» y Gregorio Cantón; jurisprudencia mercantil, a cargo de José María Rivero Solís, un alumno; economía política, Mariano Brito, dos alumnos; música elemental, con aplicación de guitarra y de instrumento de viento, a cargo de José Jacinto Cuevas. Por falta de alumnos no se dieron las clases de ética y derecho natural, física, geometría, derecho romano, jurisprudencia militar, astronomía, música, anatomía e higiene. Transcurrido el primer año de su existencia, los exámenes se sustentaron del 9 al 16 de junio de 1850, no presentándose los de francés, latinidad y música. Los alumnos de dibujo hicieron exposición de sus trabajos. En lo general las pruebas fueron lucidas. Como ya se dijo, el órgano de la Academia se llamaba El Mosaico, de aparición quincenal, y del cual se conservan los números correspondientes a los años de 1849 y 1850. El 20 de septiembre de 1850 comenzó el segundo curso de estudios. La enseñanza era gratuita para los alumnos que carecían de recursos y, los que podían, pagaban ocho reales al mes y otro tanto por el asiento de matrículas.
En noviembre de 1850 la cátedra de matemáticas fue dotada con 500 pesos y la de dibujo con 300. El Ayuntamiento de Mérida asignó 20 pesos mensuales a los fondos de la Academia. El programa de la cátedra de filosofía moral se publicó el 1 de marzo de 1853. Se detallaban los puntos principales de la nueva asignatura: deberes para con Dios, para consigo mismo y para con los semejantes. Ignacio Vado Lugo ocupó la presidencia de la Academia en 1851. La Academia se fue extinguiendo hacia el año de 1855, en el que quedó inactiva. Fue reinstalada en 1860 y tomó posesión de la presidencia Justo Sierra O’Reilly. En un raro folleto titulado Discursos pronunciados el 1 de enero de 1860, en la Academia de Ciencias y Literatura de Mérida. Mérida, 1861, se informa que después de seis años de inactividad, la Academia inauguró su segundo período de labores, con una sesión en la que tomaron la palabra José García Morales y el presidente, Justo Sierra O’Reilly, quien dijo: «Del antiguo Colegio de San Pedro, en cuyo recinto nos encontramos, brotaron en el pasado siglo, destellos de sabiduría práctica, que gradualmente habían ido preparando, desde antes, en la ilustre Casa, donde casi todos nosotros hemos sido formados para la vida intelectual, el tesoro que debemos cultivar con nuestras labores. Desde aquí (aludiendo a los jesuitas y a su universidad) los padres Alegre, Novoa, Brito, Puerto, Anguas y Rodríguez hicieron lo que igualmente quisiéramos hacer nosotros: ayudar a la ilustración de los contemporáneos». En ese discurso, último que pronunció a causa de la enfermedad que lo llevó al sepulcro el 15 de enero de 1861, Justo Sierra tuvo gratos recuerdos para los socios fenecidos, principalmente aquellos a quienes la institución debía sus más notables esfuerzos. En la Academia servían de texto Las lecciones de aritmética de Francisco Barbachano y Tarrazo, Los elementos de física, por Pinaud, traducidos por Tomás Aznar Barbachano y los siguientes libros traducidos por Gerónimo del Castillo, su primer presidente y cuyos datos bibliográficos son: Lecciones de lógica, traducidas del texto latino de J.B. Bouvier… con adiciones y supresiones y reformas tomadas de otros autores y Lecciones de metafísica, traducidas del texto latino del mismo autor, con adiciones, supresiones y reformas tomadas de otros autores. Dedícalos el traductor a la Academia. Mérida, 1851. En 1850 apareció el Tratado de aritmética escrito por Ignacio Magaloni. Muerto Justo Sierra, su último presidente, la Academia se extinguió en 1861, ante las nuevas orientaciones de carácter laico de la enseñanza, que produjo la supresión de la Universidad Literaria y la creación del Colegio Civil Universitario, ambas en aquel mismo año.