Aznar Pérez, Miguel Lázaro (1820-1842) Heroico militar yucateco herido mortalmente en el combate en el que las tropas mexicanas, al mando del general Pedro Ampudia, derrotaron a los invasores que, jefaturados por William S. Fisher, atacaron la villa de Mier, en el estado de Tamaulipas. Acerca de la valentía y el comportamiento del teniente coronel Aznar Pérez es suficientemente ilustrativo el documento suscrito por el propio general Ampudia y que a la letra dice: «Certifico: que en la gloriosa acción dada en la villa de Mier a los usurpadores de Texas, el 26 de diciembre del año ppdo. pereció a consecuencia de una herida de bala mi ayudante el comandante de brigada Miguel Aznar. Este joven que por sus talentos, valor e irreprochable conducta era el ornato del Ejército del Norte, dejó de existir lleno de gloria y de honor, a las veinte y cuatro horas de herido, expresándose en sus últimos momentos en términos que conmovieron la sensibilidad de la tropa, dirigiendo sus votos al Todopoderoso por la felicidad de su patria, sin olvidar a su ilustre familia. Y para la debida constancia expido la presente en mi Cuartel Gral. de Buena Vista, a ocho de junio de mil ochocientos cuarenta y tres».
Nacido en Mérida, hijo del capitán Benito Aznar y Peón y nieto de Benito Pérez Valdelomar, capitán general y gobernador de Yucatán, y posteriormente virrey de Nueva Granada, Aznar y Pérez ya se había distinguido en otras acciones de la campaña de Texas, como lo certificó en Matamoros, con fecha 2 de mayo de 1842, el coronel del ejército y capitán del Tercer Regimiento de Caballería Permanente, Ramón Valera, al extender constancia de que «Miguel Aznar, capitán del Octavo Regimiento de Infantería, marchó de mi 2° con el mando de la columna que a mis órdenes expedicionó sobre Texas; pidió voluntariamente ir a sorprender la villa de Goliad y después la de la Misión del Refugio, lo que logró con sólo 40 hombres. En este último punto destrozó una partida de bárbaros, quitándoles toda la caballada. Este oficial me pidió de nuevo proteger la retirada, lo que verificó a mi satisfacción la misma fuerza de 40 hombres hasta el río de las Nieves. Después recorrió la margen derecha de este río hasta el rancho de Corpus Christi y por último, en obsequio de la justicia debo decir que manifestó siempre los más ardientes deseos de ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga, tal fue el haber venido desde las lagunas de Santa Rosa, atravesando un riesgoso desierto, a solicitar del general Ampudia los auxilios que demandaba el deplorable estado de nuestros heridos».
Ya en 1838, en la defensa de la plaza de Veracruz, Aznar y Pérez dio muestras de su intrepidez frente a las fuerzas invasoras francesas durante la llamada Guerra de los Pasteles.