Asociación de Misioneras de María Inmaculada El arzobispo Fernando Ruiz Solórzano se propuso traer de la ciudad de México, en 1949, alguna comunidad religiosa cuya acción pastoral fuera la fundación de escuelas parroquiales en las poblaciones del interior del estado. No pudo llevar a la práctica esa iniciativa y decidió ir a Nueva York e invitar a las Hermanas Misioneras de Maryknoll para que establecieran un Noviciado en Mérida y que éste sirviese como base para la fundación de una pía unión de religiosas yucatecas. Fue bien acogida la propuesta del prelado y el Noviciado se inauguró el 30 de septiembre de 1956, siendo el alma de esta obra la madre Elvira Selgas, de la Congregación de Madres de Maryknoll. El 21 de enero de 1958, el arzobispo Ruiz Solórzano concedió el permiso canónico para que las jóvenes se agruparan en la Pía Asociación de Misioneras de María Inmaculada, con la mira de formar en el futuro una congregación diocesana. Los fines de la pía unión son: Vivir en comunidad, bajo la dirección de las madres de Maryknoll, y dedicarse a la enseñanza de las jóvenes en los pueblos de Yucatán. Y, de acuerdo con esas finalidades, las misioneras de María Inmaculada se limitan a nuestro estado. Durante los años que tienen de establecidas en la entidad son ya numerosas las poblaciones a que han llevado su acción, entre las que pueden mencionarse, en primer lugar, Peto, Tzucacab y Homún.