Cruz de Cozumel

Cruz de Cozumel  Cruz cristiana de supuesto origen prehispánico encontrada en Cozumel, según una tradición transmitida por medio de fuentes históricas coloniales, que se remonta a los textos de Bartolomé de las Casas. La versión que presenta este personaje se originó en su visita a Campeche en 1545, donde el cura Francisco Hernández le proporcionó información sobre las posesiones españolas en la Península. Hernández fue capellán de la expedición de Francisco de Montejo que logró la conquista definitiva de Yucatán, y fue influido a su vez por los reportes de Gaspar Antonio Chí. Éste fue un indígena maya originario de Maní, de la familia de los xiues; fue educado por los frailes y escribió la Relación de la ciudad de Mérida, en 1579, junto con Martín de Palomar. En dicha obra, Chí indica que el sacerdote Chilam Balam hizo una profecía acerca de la llegada de los españoles, quienes serían portadores de la señal de la cruz. Según esta misma versión, dicho sacerdote hizo construir cruces de piedra, que se instalaron en los templos para que fuesen apreciadas por los indígenas. Se debe considerar que el contenido de esta clase de profecías fue modificado por los cronistas de origen indígena que, como Gaspar Antonio Chí, trataron de congraciarse con los españoles, especialmente con los frailes, ya que la supuesta presencia de cruces prehispánicas reforzaba la implantación de las creencias cristianas. En realidad hubo una cruz de madera que, según Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés mandó construir durante su estancia en Cozumel. Esta cruz fue instalada en una pirámide maya, en lugar de unos ídolos que el conquistador destruyó. Según Pedro Sánchez de Aguilar, el gobernador Diego Sánchez de Velasco la hizo quitar en 1604 y la envió al marqués del Valle, nieto de Cortés. No se sabe qué sucedió con esta cruz. En el período colonial se construyó una iglesia cerca del poblado de San Miguel, y es probable que se hubiese tallado una cruz de piedra para dicho edificio. Los mayas de Cozumel no se convirtieron a la religión católica, ya que no hubo ningún fraile que permaneciera en la isla. Aparentemente, la cruz fue trasladada a Mérida, ya que Cogolludo refiere la existencia de una cruz de piedra en el patio del convento de San Francisco. Según este mismo historiador, dicho objeto había sido hallado en Cozumel y tenía grabada la figura de un crucificado, lo cual contradice su presunto origen prehispánico. Cuando se cerraron los conventos franciscanos en 1820, el padre Vicente María Velázquez tomó la cruz del patio del convento mencionado y la llevó a la sacristía de la ermita de San Juan Bautista, de la que era capellán. A su vez, el fraile Vicente Arnaldo la trasladó a la iglesia de la Mejorada, donde la vieron Stephens y Catherwood en 1842. De ahí pasó al Museo Yucateco fundado por Crescencio Carrillo y Ancona y, en fecha posterior, posiblemente cuando el general Salvador Alvarado gobernó Yucatán, pasó a poder de la familia Regil. El señor José Rafael de Regil y Casares la conservó en su museo particular en Mérida. Actualmente se cree que la adquirió un coleccionista de la ciudad de Puebla.