Cirrosis hepática El nombre proviene de la palabra latina cirro que designa un tumor duro e indoloro. Afección del hígado que en su concepto anatomopatológico representa una degeneración del tejido conjuntivo interlobulillar transformándose en tejido fibroso que da lugar a una desorganización de la estructura del órgano, siendo afectadas todas las funciones del mismo y obstruida la circulación sanguínea. Representa un período cicatrizal de una anterior inflamación crónica y a la vez inicio de un cuadro de complicaciones, en el que la hidropesía y las várices esofágicas son los síntomas más aparentes; el sangrado de estas várices es lo que frecuentemente ocasiona la muerte de los enfermos avanzados sin tratamiento. Entre las causas de la cirrosis se considera predisponente la desnutrición y, como causas efectivas, el alcoholismo y la hepatitis viral. Los daños al hígado pueden presentarse unos 10 años después de la hepatitis y entre 10 y 20 de la ingestión continua de alcohol.
Una buena alimentación, rica en proteínas, se considera preventiva del daño hepático. El tratamiento está dirigido a detener la evolución del proceso para que el enfermo pueda vivir a expensas de la zona sana del hígado. Cuando es de origen alcohólico debe suspenderse la ingestión de alcohol. Lo que origina la cirrosis es la cantidad diaria de alcohol y no su calidad. Es muy poco probable que los antiguos mayas padecieran esta enfermedad pues el consumo del balché estaba controlado y no habían los virus de la hepatitis.
Durante el período colonial comenzó a desarrollarse el alcoholismo, limitado por el alto precio del vino y la escasez de aguardiente. El auge del cultivo de la caña de azúcar, en el siglo pasado, propició un gran aumento de la producción y consumo del ron de caña. En 1881 la tesis de grado de Domingo Amábilis versó sobre La cirrosis del hígado, constituyéndose en la primera sobre este tema.
En 1992, el doctor Víctor Lara P. estudió 288 casos que ingresaron al Hospital O’Horán, obteniendo los siguientes datos generales: hubo 7 hombres por cada mujer; la mayoría estuvo entre los 20 y 40 años de edad; en el 80% la causa fue el alcoholismo y en el 20%, la hepatitis; comenzaron a beber entre los 15 y 18 años de edad y 10 años después, en promedio, se presentó la cirrosis; del total perecieron 60, pudiendo averiguarse que tuvieron una sobrevida de cinco años a partir del inicio de los síntomas. En el estado, el coeficiente de mortalidad aumentó después de la epidemia de hepatitis de 1950 a 1960. En 1990 el coeficiente fue de 30.8 defunciones por cirrosis por 100 000 habitantes, causadas por alcoholismo con desnutrición, siendo superior al promedio nacional. Como causa de defunción, la cirrosis ocupó el decimosexto lugar en 1918, el octavo en 1940 y el sexto en 1991.