Ciclón Fenómeno atmosférico caracterizado por una masa de aire animada por un movimiento de rotación que va acompañada de precipitación pluvial, vientos muy fuertes y descenso de la temperatura y la presión. El ciclón se produce por el contacto entre masas frías de aire polar y de aire cálido; el aire frío, por ser más denso, penetra en forma de cuña debajo del aire caliente, cuyo desplazamiento se efectúa en forma de espiral, lo que origina un torbellino; en su centro, denominado vórtice u ojo del ciclón, existe una depresión barométrica y prevalece la condición de calma, en tanto que en el borde interno los vientos son muy fuertes, con velocidades de 150 a 250 km/h en promedio. El diámetro del ojo varía entre 10 y 30 km y el diámetro total del ciclón entre 200 y 400 km. Los ciclones originados en el océano Atlántico o en el mar Caribe tienen una velocidad de traslado de 25 a 30 km/h, en dirección oeste o noroeste. Los de esta zona, llamados huracanes, se presentan a lo largo de los meses de verano y primeros días de otoño, teniendo mayor incidencia entre agosto y octubre. Para localizarlos, se cuenta con satélites que los fotografían; los aviones cazahuracanes, provistos de radar, los sobrevuelan y mediante sus aparatos envían datos sobre temperatura, presión, humedad, velocidad de los vientos y de traslado, etcétera. Por su ubicación al oeste del Caribe, la Península de Yucatán recibe de vez en cuando el impacto de los huracanes. Basado en referencias mayas, Landa reportó que en 1467 hubo un huracán muy fuerte, constituyendo la mención más antigua. De 1903 a 1990 se ha consignado la presencia de 49 ciclones. A partir de 1960, los que han causado más daño al estado son el Inés (1966); el Beulah (1967); el Carmen (1974) y sobre todo el Gilberto (1988), considerado el superhuracán del siglo, por sus vientos de 297 km/h y su enorme diámetro de casi 2,000 km; el vórtice recorrió la parte norte de Yucatán.