Caricatura Se inicia en Yucatán con la introducción del grabado al mediar el siglo XIX. No se tienen noticias de caricaturistas regionales antes de esa época, ni de los tiempos coloniales. El primero fue Gabriel Vicente Gahona, «Picheta», quien realizó las caricaturas de Don Bullebulle, primer periódico humorístico que existió en Yucatán (1847). Le siguió La Linterna de Nini Moulin, editado por Fabián Carrillo Suaste en 1850. Diez años más tarde, en 1860, surgió otro periódico humorístico llamado La Burla (1860-1861). Después de esta época la caricatura dejó de brillar en el estado. En 1892, Eduardo Urzaiz Rodríguez tuvo que dibujar las caricaturas de la revista humorística Pimienta y Mostaza, «por no haber otro que las hiciera». Además de Urzaiz, Pimienta y Mostaza contó con otro caricaturista, el propio director, Miguel Nogués, quien firmaba sus dibujos humorísticos como «Becuadro». Nogués, español radicado en Mérida, fue un dibujante destacado, quizás el primer historietista conocido en los anales de la caricatura en Yucatán. Pimienta y Mostaza no era una revista que consagrara mucho espacio a la caricatura, pero ahí se dieron a conocer Urzaiz, con el seudónimo de «Zeuxis» y el ya mencionado Nogués. A veces, ante la escasez de caricaturistas, la revista echaba mano de antiguos dibujos humorísticos de «Picheta» tomados de Don Bullebulle.
En el número 20 aparece una nueva sección caricaturesca, «Metropolitanas», por Escalante y Zubieta, pero sólo tocaba temas de la Ciudad de México. Podría tratarse del dibujante Francisco Zubieta, quien se encargaba de ilustrar las leyendas ideadas por Pedro Escalante Palma, «Pierrot», yucateco que residía en la metrópoli. Posteriormente en dos revistas, El Padre Clarencio y La Campana, surgió de nueva cuenta la creatividad de la caricatura yucateca. La vida de El Padre Clarencio comenzó en 1903 y finalizó en 1909. Aparecía como propietario Carlos P. Escoffié. Arremetía contra el gobierno, el clero y la mala administración de la justicia. Sus dibujos eran a tinta o al carbón y se valía mucho de los símbolos. Combatió también la esclavitud a la que tenían sometidos a los peones mayas en aquel tiempo, el afán reelecionista del gobernador y los desmanes del porfiriato.
Además de las caricaturas de Escoffié, El Padre Clarencio reproducía las de publicaciones capitalinas como El Colmillo Público, El Ahuizote Jacobino y Tilín-Tilín. En 1906 se comenzó a publicar La Campana, cuya vida se extendió hasta 1915. Fue la más importante publicación de su tipo en el primer cuarto de siglo en Yucatán, no sólo por darle albergue a los más distinguidos caricaturistas de la época, sino por el amplísimo espacio que brindaba a sus creaciones. La Campana duró nueve años, divididos en cuatro épocas; empleó a más de 25 caricaturistas, el mayor número jamás utilizado por cualquier publicación humorística en la historia de la caricatura yucateca, entre los que destacaron el cubano Conrado W. Massaguer, Luis C. Romero Fuentes, Bernardino Mena Brito y Patricio Pérez Amora. Romero Fuentes tuvo una sección denominada Trozos selectos, en la que ilustraba graciosamente versos de Bécquer, Díaz Mirón, Peón Contreras y otros; se mofaba de los esnobs y de los pedantes de la época; atacaba también los vicios políticos y sociales, el ruido citadino, el desamparo de los pobres peatones, la proliferación canina, aspectos antihigiénicos de la ciudad, la excesiva cantidad de billeteros en Mérida, los niños fumadores y el maltrato de los animales, entre otros temas. Pérez Amora era mejor dibujante que Romero Fuentes y fue también muy ingenioso. Lo mismo puede decirse de Mena Brito. En cuanto a Massaguer, quien vivió muchos años en Mérida, podemos considerarlo como el padre de la caricatura deportiva en Yucatán.
A partir de 1917, con el advenimiento de La Semana Cómica, comenzó de hecho el período moderno de la caricatura en el estado. Los principales caricaturistas de la mencionada revista eran Juan Arthenack, Francisco Sánchez Rejón y Xavier Batista. Arthenack (1891-1940), nacido en la Ciudad de México, estudió en la Academia de San Carlos; trabajó en El Imperial y destacó en la creación de tiras cómicas en Excélsior, El Universal y El Universal Gráfico. Sánchez Rejón brillaba tanto en la caricatura de tipos como en la de situaciones. Batista poseía un original estilo influido por el Art Nouveau, en boga entonces; de humor negro, líneas elegantes y sinuosas, y audaz en sus avanzados experimentos de luces y sombras. Irónico impar, sus dibujos provocaban la sonrisa más que la risa; su humorismo era definitivamente de influencias europeas. Ese mismo año de 1917 también salió a la luz Chispas, semanario festivo y de caricaturas, cuyo mayor dibujante fue Alonso Rejón Montalvo, considerado por muchos como el mejor caricaturista yucateco de este siglo. Chispas era una revista que hacía mofa de todos y de todo, que le sacaba partido a las situaciones del momento, tanto en las cuestiones políticas como en las de otra índole y ya anticipaba a La Caricatura, que comenzaría diez años más tarde.
En 1919 nació Boxtorón, semanario festivo de caricaturas registrado como «artículo de primera necesidad para solterones, viudas y divorciados», que permaneció hasta 1938. Continuó la línea de Chispas, pero a diferencia de ésta, brindaba mayor importancia a la caricatura de tipos que al cartón humorístico. Entre sus varios caricaturistas destacaron Alonso Rejón Montalvo, Francico Sánchez Rejón, Ariosto Evia, Genaro Cocom, Humberto Lara y Lara, Joaquín Medina Maldonado, Xavier Batista, Gustavo Correa y Pedro I. Pérez Piña. De los mejores trabajos publicados en Boxtorón pueden citarse los apuntes a lápiz elaborados por Humberto Lara y Lara, Pedro Castro Aguilar, Clemente López Trujillo y Oswaldo Baqueiro Anduze. Hay otro apunte, sobre el propio Lara y Lara, realizado por Genaro Cocom, de gran calidad; Cocom, quien prometía mucho en la caricatura, falleció prematuramente; realizó también caricaturas de Efraín Gutiérrez Rivas, Eduardo Urzaiz Rodríguez, Mario Negrón Pérez y de Manuel Cirerol Sansores, todos a lápiz.
Entre otras revistas humorísticas y de caricaturas publicadas antes de 1920 hay que mencionar El Látigo, El Diablito Rojo, Pica-Pica, La Cucaracha, Mamá Carlota, (todas nacidas en 1915); El Cirano (dirigida por Xavier Batista), Tandas y Tundas, Alborada, Polidor (de Joaquín Pasos Capetillo), El Ciclón, Don Tadeo (todas iniciadas en 1917); El Trancazo (1918) y Mefistófeles (1919). Entre las aparecidas entre 1920 y 1930 están la Revista de Yucatán (dibujos de Alberto Gasque), La Semana Ilustrada (dibujos de Alfredo Barrera Vásquez), La Tijera (1925), donde aparecieron caricaturas de Xavier Batista y Alonso Rejón Montalvo; Revista Social (1926), cuyo dibujante primordial era Pedro Vadillo Bojórquez, otro de los destacados caricaturistas de nuestro siglo; aparte de Vadillo, también colaboraron con caricaturas Gustavo Correa «Caballito», Luis C. Romero Fuentes, Aníbal Gómez, Armando García Franchi, Lucilo Waldemar, Miguel Ángel Maldonado y Alberto Barahona. La Revista Social, que interesaba a diversos sectores de la población por su variedad de asuntos, no desapareció sino hasta bien entrados los años cuarenta. Otra revista de la época fue Bolsheviqui, cuyos editores eran Ernesto Río Amora y Alonso Rejón Montalvo. Por último, La Semana, publicación nacida en 1922.
Entre las revistas de caricaturas que surgieron entre 1930 y 1940 se encuentran Risas, La Caricatura (1931-1970), en donde participaron con sus dibujos Alonso Rejón Montalvo y Pedro Vadillo Bojórquez; Caricaturas (dirigido por Luis A. Vidal), Éxito (dibujos de Enrique Leal Valencia) y Sabatino (1937), revista en la que se ensayó la entonces novedosa idea de combinar fotografías de rostros de conocidas personalidades de la época con los cuerpos caricaturizados. El Diario del Sureste incluía en sus páginas una sección dominical denominada «Humorismo puro», a cargo de Ernesto Río Amora, «Lagarto», con ilustraciones de Joaquín Medina Maldonado. Durante los años cuarenta las expresiones del humorismo gráfico sufrieron la embestida que significó la invasión de revistas de historietas de factura estadounidense. De ahí que en la década del 40 al 50 apenas apareciesen unas cuantas revistas de humor con poca o nula actividad para nuestros caricaturistas: Luces (1941), que dirigió Alonso Rejón Montalvo, Caras y Caretas (1941), Frivolidades (1942), Sábado (cartones de Alonso Rejón Montalvo y Raúl Maldonado Cetina), El Aguinaldo (periódico político de combate hecho por yucatecos, editado en la Ciudad de México), Crónica (con la colaboración de los caricaturistas Alonso Rejón Montalvo, Rafael García Díaz) y otras.
A los años cincuenta corresponde El Tábano (dibujos de Waldemar, Rejón, Montalvo y Vadillo Bojórquez). En 1951 se inició en la Ciudad de México la publicación Yucatán, periódico que combatió al marentismo (1952-1953) con artículos y dibujos festivos, muchos a cargo del pintor Fernando Castro Pacheco. Después de La Caricatura que llegó hasta 1970, con raras excepciones de limitada duración, ninguna revista de caricaturas fue publicada en Yucatán hasta 1988, cuando apareció El Fifirifi, revista que pretendió el retorno al humorismo, tal y como se estilaba en La Caricatura, con dibujos litográficos a gran escala. El caricaturista de El Fifirifi fue Eliseo Martín Burgos. Eventuales dibujos humorísticos aparecen en la prensa diaria y en revistas no especializadas. Entre quienes han participado con caricaturas en esta forma están Miguel Castro Aznar «Mikaz» Novedades de Yucatán; José Rojo, Diario del Sureste y El Misceláneo, 1968; Alberto Urzaiz Novelo, Juzgue y Diario de Yucatán; Jesús Martín, Diario del Sureste; Eliseo Martín Burgos, Diario del Sureste; Acentos y El Fifirifi; Carlos Arana Méndez, Juzgue; Édgar Ceballos Escalante, Avance de Mérida; Tony, Por Esto!, Quorum, Vital, Diario de Yucatán y un comentarista que firmaba como «Jacinto», Diario de Yucatán. El progreseño Carlos Dzib Urbizu, «Dzib», destacó como cartonista en la Ciudad de México; colaboró en las revistas Chispas, Colibrí y El Brinco. Otros que, aunque en forma dispersa han realizado caricaturas e historietas, son Ildefonso Echeverría, Alfonso Reynoso, Arturo Abreu Gómez, Raúl Gamboa Cantón, Fausto Hijuelos, Emilio Flores, Luis y Héctor Esparza, Joaquín Escalante Castro, Luis Bassó Dondé, Juan Manuel Cáceres, Ismael Suárez Palma, Fernando Ávila Álvarez, Luis Ángel Vidal, Fernando Güémez Barahona, José Cetina Ortega y Julio Buendía. En los últimos años apareció La Revista, con numerosos cartones así como entregas especiales de La Revista en Caricaturas.