Coche-calesa Vehículo para uso urbano. Entre 1875 y 1876 un artesano campechano llamado Juan de Dios López, carpintero de oficio, que tenía un taller en Mérida, ideó la manera de construir con material de la región un carruaje cómodo y con capacidad para cuatro o seis pasajeros. Diseñó una especie de carreta con la caja muy parecida a la de las calesas, de donde le vino el nombre de coche-calesa. Este vehículo constaba de cuatro ruedas, las traseras más grandes que las delanteras y de mucho más pequeño diámetro que las ruedas de las calesas y volantas. Su pescante estaba colocado a bastante altura delante de la caja, la cual era de madera de cedro pintada de negro, con cuatro columnillas torneadas y unas esquinas de madera redondeadas en la parte trasera. Las esquinas y columnas sostenían un techo de varillas anchas y planas ligeramente curvas, forrado de una tela gruesa de lona pintada por fuera de blanco y en su parte interior de negro. Los laterales se cubrían con cortinillas de lienzo ahumado de color negro brillante, que se enrollaban por delante y lados, como las cortinillas del «bolán». Solamente se bajaban en caso de fuerte lluvia. En su interior tenían un asiento acojinado para dos personas y otro más pequeño enfrente. El piso del coche era de lámina de cobre claveteada; dos estribos de hierro se unían a los guardalodos, forjados en lámina fuerte de acero. El pescante tenía un piso forrado de lámina de latón y una defensa de madera, sobre la que apoyaba los pies el cochero. La caja del coche descansaba sobre muelles de hierro llamados sopandas, que daban comodidad al carruaje, amenguando los tumbos y sacudidas que le imprimía la velocidad en los caminos malos. Las ruedas de los primeros coches tenían llantas de hierro, como las de las carretas; pero a principios del presente siglo vinieron de Cuba las primeras llantas de goma, que se generalizaron tanto en los coche-calesas como en los otros vehículos. Dos varas largas de madera fuerte cuyo remate era ligeramente curvo, servían para uncir el caballo que tiraba el carruaje.
El coche de primitiva forma, más amplio y bajo, perduró hasta fines del siglo XIX y hoy se llama coche campechano. A principios de la presente centuria, otro carpintero de Mérida, Bartolomé Bermejo, fue quien modificó el coche-calesa dándole una forma más elegante y haciéndolo más angosto. Al principio estos coches fueron de particulares, pero con el tiempo se convirtieron en coches de alquiler. Hoy día, los pocos coche-calesas fabricados en Yucatán que existen, se conservan como un atractivo para pasear a los turistas.