Casa de Arrepentidas En 1701, Gaspar de Güémez, provisor y vicario general del Obispado, que era heredero y albacea de Diego Rodríguez del Olmo, dispuso fondos para la fundación de la Casa de Arrepentidas, donde recibían a mujeres que llevaban una vida licenciosa, pero que tenían deseos de regenerarse. En la institución se les daba alojamiento, alimentación, ropa, calzado y medios de trabajo en tareas del hogar. En 1745, el obispo fray Francisco de Buenaventura Martínez de Tejada encontró decaída la institución y quebrantado el capital; al ver la necesidad de que la obra persistiera, se comunicó con el gobernador Antonio de Benavides, quien mandó a construir un cuarto en la cárcel. Al considerarlo insuficiente, en 1749, el obispo escribió al rey sobre su proyecto; compró una casa de considerable extensión y varias piezas, situada sobre la calle 63 detrás del edificio municipal y en ella instaló la Casa, lo que fue aprobado y agradecido por el rey, según Real Cédula de 29 de abril de 1750. Ese año debe haber comenzado a funcionar esta nueva casa.