Cuevas Barrera, José Jacinto (1821-1878) Músico, maestro y compositor nacido y muerto en Mérida. Fueron sus padres el maestro de coros de la Catedral de Mérida Mariano Cuevas Rodríguez —de origen cubano— y Tomasa Barrera Navarro. De su padre aprendió las primeras lecciones musicales. Más tarde amplió sus estudios con Francisco Quiroz, maestro de coros de la Catedral de Mérida. Su entusiasmo lo llevó a promover diversas actividades musicales en el estado, destacando como pedagogo, en cuestiones de música. Entre 1849 y 1850 figuró como catedrático de la Academia de Ciencias y Literatura. Ahí formó una pequeña orquesta, con sus discípulos, que ejecutó composiciones suyas en la ceremonia de exámenes que se efectuó en la Academia el 12 de mayo de 1850. Sin embargo, por la irregularidad de los alumnos, la cátedra de música tuvo que ser clausurada. El 22 de febrero de 1851 contrajo nupcias con Delfina Pachón Cámara, con quien procreó varios hijos, distinguiéndose tres de ellos en la música: Justo, José y Leonor. De 1869 a 1876, imparte cátedras en la Academia de Música del Instituto Literario. En 1871 estableció, en su propio domicilio, una escuela de música para niños. En 1872 fundó la Sociedad Filarmónica de Mérida, de la que emana, primeramente, la Academia de Música de Señoritas, que él mismo dirigió, y después, el Conservatorio Yucateco, que fundó y dirigió hasta su muerte. A raíz de su fallecimiento se cerró dicho Conservatorio. Fue también director de la Banda de Música del Estado y de otras orquestas que actuaron en su tiempo. Para la primera escribió su famoso popurrí Aires yucatecos (Miscelánea yucateca), su elegía La tumba de mis sueños y una Marcha fúnebre, dedicada al general Manuel Cepeda Peraza. La banda del estado tocaba los domingos por la tarde en el Cuartel de la Guardia Nacional además de sitios como la Plaza Principal y la Plazuela del Jesús, en retretas que eran muy concurridas. Alice D. Le Plogeon asistió a una en 1873 y señaló: «La banda era excelente, el director, el maestro Cuevas, dirigió con muy buen tino la obra Semíramis«. (Notes on Yucatan, Worcester, 1879).
En 1877 dejó la dirección de la Banda en manos de su hijo José Dolores. Falleció al año siguiente. La Revista de Mérida anunció de esta manera su deceso: «El eminente profesor no existe. El domingo 5 de mayo a la media noche, rindió su espíritu inmortal al Dios de las Misericordias. ¡Él le reciba en su seno! Si como compositor no se elevó a gran altura —opina el Dr. Jesús C. Romero en su Historia de la Música (Enciclopedia Yucatanense Tomo IV)—, en cambio vinculó su inspiración con el terruño, con lo cual se volvió el compositor yucateco por excelencia, como lo comprueban su Mosaico yucateco, hecho con aires populares lugareños y su Himno yucateco, canto patriótico del terruño al mismo tiempo que a los héroes nacionales de nuestra segunda guerra de Independencia. Él mismo dirigió la Orquesta en el estreno del Himno la noche del 15 de septiembre de 1867. Las estrofas (escritas por Manuel Palomeque Solís y José García Montero) fueron cantadas por el tenor Ramón Gasque. Como maestro contó con discípulos tan distinguidos como Pablo Castellanos León, Domingo Galera, Antonia Rotger de Castro, Francisco Medina de Andrade y Josefina Ferrer López. Aparte de las obras ya mencionadas anteriormente, compuso también los valses Espinas del corazón, Cinta azul, Flores mustias, mazurcas, danzas, etcétera. Jorge Ignacio Rubio Mañé lo conceptúa como Padre y prócer de la música vernácula. En 1885 fue publicada una revista quincenal que llevó su nombre. La editaba Juan Domínguez Cuevas y después de un tiempo de no publicarse, la adquirió Arturo Cosgaya, quien fue su director y le cambió el título original por el de La Gaceta Musical.