Ciudad Real de Dzilam Después del fracaso que tuvieron los conquistadores al mando de Francisco de Montejo el Mozo, en Chichén Itzá, donde intentaron establecer una ciudad que en un principio, dada su situación geográfica estratégica, se había planeado como la capital de la provincia, tuvieron que abandonarla. Francisco de Montejo el Mozo se reunió con su padre en Cibikal, lugar donde el Adelantado logró juntar a 220 hombres curtidos y experimentados, todos de a caballo, para emprender la «reconquista» de Yucatán. En la primavera de 1534, los dos Montejo estaban en Dzilam, pueblo perteneciente a la provincia Ah Kin Chel. Allá decidieron fundar Ciudad Real de Dzilam, que sustituiría la de Chichén Itzá. Landa en su Relación de cosas de Yucatán dice al respecto «Que los españoles llegaron a Dzilam que era muy hermoso pueblo cuyo señor era un mancebo de los Chel, ya cristiano y amigo de los españoles el cual los trató bien y que estaba cerca de Ticoh (Tecoh), la cual y los otros pueblos de aquella costa estaban en obediencia de los Chel». Ciudad Real de Dzilam se formó con los 100 vecinos que acompañaban al Mozo y con los que llevaba el Adelantado. Fue elegida por su cercanía a la costa, que aseguraba en caso de peligro, escape por el mar.
Los Montejo estuvieron por largo tiempo en Dzilam y en Dzidzantún. Una gran extensión de tierras que abarcaba a varias provincias que, desde Salamanca de Campeche se extendía por Ah Canul, Chakán, Maní, Peches y Cheles, estaba dominado por los españoles. El Adelantado, confiado en la estabilidad de la nueva Ciudad Real de Dzilam, retornó a Campeche dejando al Mozo a cargo de la naciente capital que serviría para las operaciones de reconquista. El Mozo permaneció por espacio de año y medio en esa zona. Sin embargo, la solicitud de hombres que hizo Pedro de Alvarado para la conquista del Perú, zona altamente rica en oro, ocasionó que los españoles de Dzilam decidieran desertar, pese a las amenazas o intentos de convencimiento de el Mozo. Éste, de pronto, se vio en serios aprietos cuando apenas se organizaba la nueva Ciudad Real, no teniendo que ofrecerles más que tierras, productos agrícolas, pesca y sal. El éxodo fue violento, por tierra, por canoas o por los navíos que llegaban al puerto de Dzilam. Sin soldados suficientes, sin vecinos que ayudaran a ordenar la ciudad y la amenaza de nuevos éxodos, Montejo el Mozo autorizó su abandono oficial. A los vecinos restantes los condujo por tierra hasta Campeche, ayudado por Namux Chel, señor de Dzilam, que se ofreció a darles guías y gente que los protegiera en su viaje. Así, concluyó el segundo intento de fundar una Ciudad Real en territorio maya.