Casa de Recogidas Después de 1750, fue conocido con este nombre el establecimiento que originalmente se denominó Casa de Arrepentidas. Estaba ubicado en la calle 63, detrás del edificio del Ayuntamiento. Durante su breve gestión como obispo de Yucatán, de 1754 a 1760, fray Ignacio de Padilla y Estrada, ayudó al buen funcionamiento de la Casa. Al paso del tiempo el local comenzó a fungir como depósito de mujeres recogidas en las calles, por diversos motivos: prostitución, alcoholismo, escándalo, riñas, etcétera. Así se mantuvo como cárcel de mujeres, hasta principios de 1821, en que el Ayuntamiento ya no pudo sostenerla. Por otra parte, se consideró que las detenidas —por vía de corrección— podían destinarse al servicio del Hospital de San Juan de Dios. Allá fueron trasladadas, encomendándoseles elaborar la comida de los enfermos y el lavado de ropas. El local de la calle 63 quedó disponible.