Casa de los Ladrillos Ubicada en la esquina de las calles 62 y 63, en el ángulo suroeste de la Plaza Grande. Cuando se fundó y trazó la ciudad de Mérida en 1542, el solar fue asignado al capitán Hernando de Bracamonte, quien luego construyó la casa de dos plantas. Una descendiente suya, Beatriz de Bracamonte, vendió la propiedad a fines del siglo XVIII a Domingo Cayetano de Cárdenas y Rodríguez. Éste mandó poner el escudo de cuatro cuarteles de su familia en la entrada lateral de la casa, sobre la calle 62, y la remozó, construyendo además a los lados, sobre ambas calles, otras casas para sus hijos. La casa principal fue heredada por los descendientes; a principios de este siglo, pertenecía a Loreto Peón, cuyo yerno Manuel Arrigunaga Gutiérrez realizó algunas reformas arquitectónicas. Cubrió de ladrillos y piedra de cantera los muros exteriores; colocó un yelmo sobre el escudo y probablemente abrió también la gran claraboya y los sobreventanales que se cree pudieron tener vitrales de colores, dando así a la fachada un estilo italiano-florentino y de tendencias barrocas, notorias hasta en el diseño de la herrería de los balcones, de complicadas formas. Después, la vivienda fue heredada por Joaquina Peón y Peón, quien la habitó hasta 1935 dejándola en herencia a su hermana María Jesús, esposa de Arrigunaga, mismos que la vendieron a la familia Roche Martínez. Desde entonces, el edificio dejó de habitarse y comenzó a darse en renta para diversos usos, habiéndola ocupado la antigua Farmacia Plaza; luego en los años sesenta, fue sede del Kennedy College, época en que se construyeron algunos salones que rodean al patio central, además de que se techó el patio donde se levantaron columnas falsas.