Montejo, Francisco de (el Sobrino)

Montejo, Francisco de (el Sobrino)  (1517 o 1518?-1572) Conquistador, pacificador y colonizador del oriente de Yucatán. No existe un acuerdo claro, respecto del origen de este personaje; el padre Las Casas, Landa y Cogolludo afirman que Francisco de Montejo, el Sobrino, fue hijo de un hermano de el Adelantado, llamado Juan. Oswaldo Baqueiro Anduze, en su libro Ciudad heroica, dice que fue hijo de un modesto hidalgo, natural de Salamanca, de nombre Juan de Armenta y de María de Montejo, hermana del Adelantado. De ser cierto, su verdadero nombre sería Francisco de Armenta y Montejo. El año de su nacimiento es dudoso, ya que según una probanza nació en 1517 o 1518. Sin embargo, según refiere la historia, en 1529 ya figuraba en las hazañas guerreras de la conquista de Yucatán y de ser así, resultaría increíble que un niño de apenas 11 años ya fuera capitán. Por tanto, Francisco de Montejo, el Sobrino, llegó a las Indias supuestamente siendo un adolescente y empezó a figurar, según José Hernández Fajardo, en su artículo hemerográfico titulado «El fundador de Valladolid», 1943, cuando contaba con 18 años. En 1529, con su primo, el Mozo, se trasladó a Tabasco. Y ese año comenzó sus faenas de conquistador. En 1531, acompañó a Alonso Dávila en la expedición que hizo desde Salamanca de Campeche hasta Chetumal, viaje emprendido para castigar a Gonzalo Guerrero, náufrago español que se había aliado a los mayas. Cuando Dávila llegó a Chetumal, fundó en 1533 Salamanca de Chetumal, en el asiento de esta ciudad maya, figurando entre sus regidores, Montejo, el Sobrino. Más adelante en 1537, quedó bajo su responsabilidad la villa de Champotón, única guarnición española en la Península. Con el cargo de capitán general de la villa, juró solemnemente defenderla hasta la muerte. Apenas quedaban 25 o 30 soldados españoles, extenuados por el hambre y los continuos ataques de los naturales, cuando se enteró de que varios caciques mayas tramaban una conspiración para acabar en una noche con toda la guarnición. Muy pronto fueron aprehendidos los conjurados que fueron conducidos a Tabasco para ser entregados a Montejo, el Mozo. Éste les perdonó la vida y concedió su libertad e hizo que se trocaran en amigos y aliados.

En Champotón, Montejo, el Sobrino, construyó las obras de defensa necesarias para sostenerse; se esforzó mediante medidas severas por contener la deserción de los soldados españoles y aun cuando muchos de ellos abandonaron la empresa, pudo mantenerse con un puñado de hombres en Champotón, hasta la llegada de los refuerzos enviados por su primo. La guarnición estuvo en pie hasta iniciarse la conquista definitiva. Montejo el Mozo, después de hacerse de armas y hombres en la capital de la Nueva España, llegó a Champotón en la víspera de la Navidad de 1540. Ya juntos los dos Montejos, el Mozo y el Sobrino, se organizaron para dar paso a la conquista definitiva del territorio maya. El Mozo fundó San Francisco de Campeche en 1541, y continuaron ambos hacia el Norte, hasta llegar a la antigua T’hó, asiento de la futura ciudad de Mérida. Antes, comisionó a Francisco de Montejo, el Sobrino, la expedición para someter a los caciques rebeldes de la provincia de Acanul, quien con 40 soldados y un batallón de indígenas de Champotón que le eran adictos, recorrió la provincia, trabó varios combates y sometió a los caciques rebeldes. Tras la fundación de Mérida, ocurrida el 6 de enero de 1542, tomó parte principal en la batalla de Tixpéual, librada el 11 de junio de 1542 entre el ejército español y sus aliados contra los caciques de Sotuta, Cupul y Cochuah, que terminó con la derrota de los mayas. Finalizaba ese año, cuando se recibieron órdenes de el Adelantado, quien se encontraba en Chiapas, de proseguir la conquista del Oriente, en la región donde habitaban los mayas más rebeldes: la tierra de los cupules, los tazes y los cochuas. Para tal misión, otorgó amplios poderes e instrucciones, firmadas en 1542 en Ciudad Real, Chiapas, a su sobrino el capitán Montejo. Así, este personaje, en unión de otros capitanes, emprendió la conquista de la parte oriental de la Península. Con las instrucciones de el Adelantado, procedió a la fundación de la villa de Valladolid, a orillas de la laguna en Cha-uac-Ha. Sin embargo, más adelante tuvo que trasladar dicha población a Zací, donde el 24 de marzo de 1544, según Chamberlain el 24 de marzo de 1545, fundó la nueva villa de Valladolid, hoy convertida en importante ciudad de Yucatán. Pero cuando apenas había trasladado a Zací la nueva villa, estalló una rebelión de los indígenas cupules que, unidos a sus vecinos los cochuas, pusieron en peligro la nueva población.

Montejo, el Sobrino, unido al capitán Francisco López de Cieza, después de sangrientos combates, pudo someter a los caciques sublevados, al cabo de cuatro meses de campaña. Tres años después, en 1546, estalló la sublevación de las provincias orientales y Francisco de Montejo, el Sobrino, que se encontraba en Campeche, donde había acudido a recibir a su tío, fue encomendado junto con Juan de Aguilar, Hernando de Bracamonte y Francisco López de Cieza, para contener el brote de rebelión indígena. Montejo, el Sobrino, acampado en Itzamal, emprende la campaña del Oriente y después de numerosos combates, logró que los rebeldes dejaran libre la villa de Valladolid. Continuó combatiendo en la campaña de Chemax. Posteriormente, el 6 de febrero de 1547, marchó a Bacalar en compañía de Juan de Aguilar, y sin necesidad de combatir, mediante la persuasión, logró pacificar la región suroriental de la Península. Francisco de Montejo, el Sobrino, contrajo matrimonio en 1554 con su sobrina, Beatriz de Montejo y Castillo, hija de su primo Francisco de Montejo, el Mozo. Tal acontecimiento causó gran controversia porque Beatriz apenas contaba con 11 años de edad. La diferencia de edades, el parentesco y el hecho de que la esposa fuera apenas una niña, provocaron entre los primeros habitantes de Valladolid los más ásperos comentarios y, hasta cierto grado, el repudio del fundador, aun cuando fray Lorenzo de Bienvenida concedió la dispensa del parentesco por facultades que gozaba en ausencia del obispo. Este matrimonio no tuvo descendencia. Radicaron en la villa de Valladolid, donde Francisco de Montejo, el Sobrino, murió.