Murallas de Campeche

Murallas de Campeche  Formaron parte del sistema de defensa que construyeron las sucesivas autoridades de este puerto para hacer frente a los ataques de los piratas, que fueron muy frecuentes durante las primeras centurias de la dominación colonial. Si bien desde el siglo XVI se tiene noticia de estas incursiones, no fue sino hasta el siglo XVII cuando se comenzaron a construir las primeras fortificaciones, por iniciativa del mariscal Carlos de Luna y Arellano, quien fue gobernador y capitán general de la provincia de Yucatán. Los tres primeros fuertes que se construyeron en la villa fueron el de San Benito, el de San Bartolomé y el Principal o del Bonete. De éste y del fuerte de San Román no queda ningún vestigio. Alrededor de 1663, estas tres fortificaciones estaban terminadas. Sin embargo, no tuvieron la eficacia que se esperaba ya que estaban alejados entre sí: el de San Benito se situó en el barrio de San Román, el del Bonete en las inmediaciones de la plaza principal de la villa, y el de San Bartolomé cerca del convento de San Francisco. Como consecuencia de este aislamiento, era más fácil apoderarse de ellos, como ocurrió en el caso del fuerte de San Benito, que tras rendirse ante el ataque perpetrado el 9 de febrero de 1663 por los piratas de Mansvelt, fue demolido por los invasores. Durante el gobierno de Juan Francisco Esquivel, quien mandó elaborar en 1663 un plano de la villa en el que figuran los tres baluartes mencionados, se inició la reconstrucción de ese baluarte, que se concluyó durante la gestión del gobernador Sancho Fernández de Angulo Sandoval y fue inaugurado el 15 de noviembre de 1676 con el nombre de San Carlos, en honor del rey Carlos II. Una nueva incursión de los piratas en 1678 obligó a considerar la posibilidad de amurallar la villa de acuerdo con un proyecto preparado por el ingeniero militar Martín de la Torre. Este plan reportó al rey de España, al igual que una memoria fechada el 18 de mayo de 1680. El proyecto fue aprobado y se comenzaron a reunir recursos para su realización, como el producto de la venta de una partida de sal a la que se fijó un valor de diez mil pesos, que se usaron más bien en la reparación de las fortificaciones ya existentes por entonces, así como para la construcción de un fuerte en la entrada de Lerma. Se hizo una colecta en la que colaboraron el gobernador Juan Bruno Téllez de Guzmán, el teniente de general, Felipe de la Barrera y el sargento mayor, Diego García de la Gala, así como los vecinos Alonso García, Juan Gutiérrez de Cosgaya, entre otros. Se logró reunir 13,500 pesos. El rey Carlos II envió 10,000 pesos para el mismo propósito y se fijó una contribución de medio real por cada fanega de sal que se exportara desde Campeche, para colaborar en los gastos de construcción. El 3 de enero de 1686, a la vista de las autoridades y de los vecinos del lugar, se pusieron los primeros cimientos de las murallas. Los trabajos concluyeron en 1704, es decir, 18 años después. La muralla, de forma hexagonal, cubrió la villa con un perímetro de 2,620.70 m, su altura tuvo un promedio de 8.40 m y su espesor fue de 2.60 m. Unía entre sí los ocho baluartes también construidos en ese lapso y que auxiliaban en la defensa de la plaza, y que fueron los de San Carlos, Santa Rosa, San Juan, San Francisco, San Pedro, San José, Santiago y Nuestra Señora de la Soledad. El sistema se completaba con seis castillos distribuidos entre la serranía y las playas circunvecinas. Algunos barrios quedaron fuera del recinto amurallado. Un plano fechado en 1751, existente en el Archivo de Indias, refiere la presencia, además de las murallas y sus baluartes, de la Puerta del Muelle o del Mar, y la Puerta Nueva o de la Tierra. Otro plano, de 1786, presenta dos puertas más: la de Guadalupe y la de San Román. En 1893, Juan Montalvo, un particular que recibió una concesión del Ayuntamiento de Campeche para establecer una pescadería junto a la muralla, le abrió una puerta más a ésta, además de construir un muelle de madera para agilizar sus actividades. En junio de ese año, se inició la destrucción de algunos segmentos de la muralla, pues el coronel Fernando Laphan, en ejercicio de la jefatura militar de la plaza, y con la autorización del Ministerio de la Guerra, hizo derribar un lienzo de la construcción, situado entre el fuerte de San Carlos y el de la Soledad, para darle vista hacia el mar al cuartel de las tropas federales. Luis Sotelo Regil señala que al poco tiempo continuó la demolición desde el castillo de San Carlos al de la Soledad, lo que llevó a la desaparición de la Puerta del Muelle y del inmueble que ocupaban las oficinas de la Capitanía del Puerto. En 1894, el mismo Laphan hizo destruir otras secciones de las murallas al ampliar las calles de Iturbide, Independencia y Zaragoza y construir el llamado Paso de Porfirio Díaz. La destrucción continuó al establecerse el tranvía urbano de Campeche, concesionado a Salvador Dondé. Estas acciones condujeron también a la demolición del baluarte de San José. También desaparecieron algunos edificios asociados con la defensa de Campeche, como el de la Maestranza de Artillería, que fue demolido para construir el mercado Siete de Agosto, cuya edificación se inició en 1914. En 1942, el gobernador Héctor Pérez Martínez hizo demoler el castillo de Santiago, aunque éste fue reconstruido por el gobernador Alberto Trueba Urbina en 1956. Actualmente se conservan unos 600 metros de murallas. Campeche fue la única ciudad amurallada en lo que fue el territorio de la Nueva España. Héctor Pérez Martínez indica que las murallas no pudieron cumplir su función de hacer frente a las incursiones de los piratas, ya que se terminaron de construir cuando ya la piratería estaba en decadencia. La última ocasión en que las murallas se utilizaron para acciones de defensa fue en 1867 durante la guerra contra el imperio de Maximiliano.