Montejo y León, Francisco de

Montejo y León, Francisco de (el Mozo)  (1508-1574) Conquistador de Yucatán, fundador de las ciudades de Campeche y de Mérida. Hijo natural de Francisco Montejo, el Adelantado, concebido con Ana de León. Para diferenciarlo de su padre, fue llamado el Mozo. Nació en Sevilla, España, y murió en Mérida, Yucatán. En 1523, cuando contaba con apenas 15 años, en compañía de su primo Francisco y de su tío Juan de Montejo, se embarcó con su padre rumbo a la Nueva España. Aquí, entró al servicio de Hernán Cortés, como paje, y lo acompañó en su expedición a Honduras. Posteriormente, en 1528, se unió a la empresa de conquista de Yucatán, bajo las órdenes de su padre. Como el Adelantado necesitaba quedarse en México para atender varios negocios que le impedían ir a Tabasco a tomar cargo del gobierno, resolvió encargarle a su hijo todo lo relativo a éste, y a quien le dio el mando de las fuerzas reclutadas en Veracruz. En compañía de su primo de igual nombre, llegó en 1529 a Santa María de la Victoria, capital de Tabasco. Inmediatamente mostró a Baltazar de Osorio los títulos que tenía de su padre y tomó en nombre de el Adelantado el gobierno de ese lugar. Cuando el Adelantado llegó a Tabasco, se pasó al segundo intento de conquista, atacando por el Occidente. Durante esta campaña, Montejo el Mozo tuvo como encomienda resguardar la población de Salamanca de Campeche, mientras su padre, junto con Alonso Dávila, recorría el territorio de los mayas con el afán de doblegarlos. Francisco de Montejo y León durante el tiempo que tuvo a su cargo la naciente colonia de Campeche, contuvo violentos ataques de los indígenas y fue cuando se relacionó con compradores de indios y vendió a sus prisioneros mayas como esclavos. La Real Audiencia de México, enterada de este inhumano negocio, ordenó su inmediata prohibición. Más adelante, en 1534, el Adelantado abandonó la empresa de conquista y se dirigió a la Nueva España.

En 1535, llegó a Campeche el capitán Gonzalo Hernández Nieto con provisiones, soldados, armas y la disposición de que le fuera entregada la guarnición de Salamanca de Campeche. Montejo el Mozo se trasladó a Tabasco donde tomó posesión del cargo de teniente de gobernador. En 1536, Gonzalo Nieto perdió Salamanca de Campeche, debido al hambre, las enfermedades y la constante lucha contra los mayas. Diezmados los españoles, se trasladaron a Santa María de la Victoria. Aquí se encontraban refugiados todos los capitanes y soldados que habían trabajado en la conquista de Yucatán. Muchos de ellos desertaron cautivados por las noticias de grandes riquezas encontradas en el Perú. Mientras tanto, Montejo el Mozo se afanaba en conseguir armas, hombres y provisiones para continuar con la empresa iniciada por su padre. No obstante que, en 1537, se había logrado pacificar la región de Tabasco, Montejo el Mozo no podía doblegar a los mayas de Yucatán. A mediados de 1540, el Adelantado decidió desde Chiapas encargar a su hijo la conquista de Yucatán, traspasándole todos sus poderes y derechos; Montejo y León se dirigió inmediatamente a la Nueva España para reunir municiones, armas, vituallas, recursos y reclutar a todos los soldados posibles para su futura empresa. El virrey Antonio de Mendoza y Pacheco lo hospedó en su residencia y convocó públicamente el reclutamiento de tropas para la conquista de Yucatán. Acudieron centenares de soldados españoles e indígenas, quienes se enlistaron en las filas. En México contrajo matrimonio con María Andrea del Castillo, hija del regidor del Ayuntamiento de esta capital, Alonso del Castillo y León. En compañía de su esposa y de toda la armada reclutada se dirigió a Santa María de la Victoria, donde se hizo de más gente y enseguida partió para la colonia de Champotón. Aquí, junto con su primo y otros capitanes, comenzó el tercero y último intento de conquista. Los caciques de Champotón, que eran aliados de los españoles, acudieron a formar parte de la armada que salió de Champotón rumbo al Norte. Así, después de numerosas batallas, Montejo el Mozo consiguió dominar la región de Yucatán. Como el territorio yucateco no posee riquezas, tales como oro y plata, para premiar a sus capitanes y soldados, recurrió al reparto de indígenas, sistema llamado de encomienda, a través del cual disfrutaban del trabajo de los indios, a cambio de una supuesta evangelización. Montejo y León distribuía así las tierras que iba conquistando.

Fundó, en 1541, la ciudad de San Francisco de Campeche, en el sitio donde anteriormente había estado Salamanca de Campeche. Más adelante, buscó un lugar adecuado para establecer la capital de la provincia de Yucatán y comisionó a algunos de sus capitanes la exploración de la región. Llegaron al sitio denominado T’hó, en cuyas cimas se encontraban ruinas de antiguos templos mayas. Consideraron conveniente el sitio y dieron aviso a su capitán general, que se encontraba en Dzibical. Montejo levantó su ejército y se dirigió a T’hó, donde fundó la ciudad de Mérida, el 6 de enero de 1542. Fue aquí donde Tutul Xiu se convirtió al cristianismo y se alió a los españoles. Derrotados los mayas de Sotuta, Montejo el Mozo se ocupó de la organización de la Colonia, conforme los cánones de aquella época. Mientras tanto, Montejo el Sobrino conseguía la pacificación del oriente de Yucatán, donde fundó el 28 de mayo de 1543 la villa de Valladolid. Cuando el Adelantado llegó a la provincia de Yucatán, el 25 de diciembre de 1546, Montejo el Mozo le entregó el bastón de mando y pasó a vivir como un simple vecino de Mérida. En las elecciones de 1547 fue electo regidor del cabildo de Mérida. Heredó de su padre la ahora conocida Casa de Montejo, donde vivió el resto de sus días. Cuando cayó su padre, fue desposeído de todas sus encomiendas y heredades, quedándole únicamente la residencia de la familia. Sin embargo, continuó gozando del puesto de regidor vitalicio de Mérida. Murió el 8 de febrero de 1574. Rubio Mañé, en su libro Monografía de los Montejo, dice: «Teniendo la estigma de la bastardía no heredó de su padre los títulos de Adelantado de Yucatán, a pesar de haber sido legitimado por cédula del mismo emperador Carlos V, otorgada con fecha 6 de abril de 1527; quizá gracia que le consiguió el heroico Hernán Cortés en premio a sus abnegados y bizarros servicios de paje en la famosa expedición de Honduras. Su sepultura debe hallarse en la cripta de los hombres ilustres de la Colonia, que conforme a la leyenda y a la tradición, se halla bajo el pavimento de la Catedral de esta ciudad.»