Mosaicos prehispánicos

Mosaicos prehispánicos  Piezas ornamentales elaboradas con pedazos de piedras preciosas, principalmente la turquesa y el jade. Silvanus G. Morley, en su libro La civilización maya, señala que en Piedras Negras y Kaminaljuyú se encontraron espejos hechos de pedazos bien ajustados de pirita, pegados a superficies de madera o piedra, y que en algunos relieves del viejo imperio maya se observan representaciones de mosaicos. Los únicos ejemplos de mosaico de turquesa de este período, encontrados en el área maya, señalaba Morley en ese entonces, eran cuatro discos enterrados en escondites ceremoniales en Chichén Itzá, los cuales, según este autor, no se elaboraron en Yucatán, sino que fueron importados del centro de México, donde esta técnica era común. El primero fue encontrado por Institution Carnegie de Washington en un recipiente cubierto de piedra caliza, enterrado bajo el piso del santuario, en el Templo del Chac Mool. El respaldo del disco estaba hecho de madera, podrida por el tiempo, por lo que los elementos del mosaico tuvieron que ser montados en una nueva base de tres capas de madera del mismo diámetro que el original. Posteriormente, los otros tres discos restantes fueron encontrados por investigadores mexicanos en el templo enterrado bajo El Castillo de Chichén Itzá, uno de los cuales fue hallado en el asiento del trono del Jaguar Rojo, en el santuario de ese templo. Más adelante, en exploraciones realizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, se hallaron varias piezas ornamentales de mosaico. En las tumbas 1 y 2 de las estructuras VII y III respectivamente de Calakmul, asiento prehispánico situado al sur del estado de Campeche, en colindancia con el Petén guatemalteco, fueron halladas cuatro máscaras de mosaico de jade. En la temporada de campo 1984-1985, señala Teresa Ramayo Lanz en su artículo: «El Jade de la Muerte», publicado en la Revista Cultura Sur, se encontró en la tumba 1 de la estructura VII, una máscara facial de 15 x 13 cm, acompañada de collares, brazaletes, orejeras y hachuelas; y en noviembre de 1988, el antropólogo Mario Coyoc encontró tres máscaras en la tumba 2 de la estructura III, una facial de 18 x 14 cm, una de cinturón de 17 x 10 cm, y una que formaba parte del pectoral con que fuera sepultado el personaje, de 14.5 x 11.5 cm. Román Piña Chan, en una entrevista que le fue realizada por María del Carmen León, publicada también en la Revista Cultura Sur, con el título, «Morir con Rostro de Jade», dice que en sitios importantes como Tikal, Palenque y Calakmul, se encontraron máscaras de mosaico de jade que eran colocadas sobre la cara del personaje, con la creencia de que llegaría al inframundo con un nuevo rostro, un rostro precioso como el material con el que estaba hecha la máscara. Piña Chan dice: «Es probable que esta costumbre tenga alguna relación con el carácter divino del sol, porque en la cosmogonía maya el sol descansaba precisamente en el mundo de los muertos y era conocido como el señor de la piedra preciosa, de la orejera de jade o de turquesa. Entonces yo creo que una forma de congraciarse para estar en ese paraíso donde estaba el sol, era llegar con un rostro de jade». Además, señala que Landa, en su libro, habla sobre la preparación de cabezas decapitadas, en la cual se utilizaba una especie de betún para poner sobre la parte frontal de la calavera, con el que modelaban la cara a la que a veces le incrustaban mosaicos de turquesa o de otra piedra para darle el aspecto del personaje, como una especie de retrato, y que estos cráneos se conservaban en lugares especiales. Sin embargo, como no se han encontrado evidencias de este rito, indica Piña Chan, «no podemos decir que esta crónica sea cierta, pero tenemos la mención de la preparación de cráneo, especialmente de los sacrificados, aunque pudieron haberse hecho también de personajes importantes.» Alberto Ruz, en El pueblo maya, refiere que aparte del jade, los lapidarios mayas solían incluir fragmentos de concha y pirita en los mosaicos, así como de turquesa durante el Posclásico y fabricaban objetos tales como pectorales y máscaras, piezas que eran elaboradas para los jerarcas.