Misiones de las Montañas

Misiones de las Montañas  Desde el siglo XVI, las montañas de Yucatán fueron el refugio de indígenas que huían de la dominación española, formando un cerco alrededor del área dominada por los europeos, el cual los blancos no penetraban y donde los indios rebeldes y apóstatas regresaban a sus antiguas costumbres y contaminaban a aquéllos que permanecían en los pueblos. La administración colonial, tanto militar como religiosa, consideraba esta situación como un peligro constante para la seguridad por el «mal ejemplo» que los indígenas recibían de los apóstatas y por la presencia de éstos quienes, armados en la frontera sur, ya se atrevían a asaltar algunos pueblos. En 1602, el capitán Ambrosio de Argüelles organizó una expedición armada con el propósito de subyugar a los apóstatas de la región de la Bahía de la Ascensión y de ser posible, proseguir hasta Tayasal, en el Petén, para conquistar este último reducto maya independiente con el que los apóstatas y otros pueblos fronterizos sostenían intercambios comerciales. La expedición fracasó cuando la nave que conducía a Argüelles fue capturada por los ingleses cerca del Cabo Catoche; sin embargo, alarmados por esta amenaza, los indígenas de las montañas, para evitar una conquista armada, trataron de establecer relaciones amistosas con los españoles. Entablaron pláticas con fray Juan de Santa María, guardián del convento de San Francisco de Campeche, quien acompañó a una delegación hasta Mérida, para visitar al gobernador Diego Fernández de Velasco quien, a su vez, acudió al obispo y al provincial de la Orden para enviar misioneros a las montañas. Nombrado comisario, fray Juan de Santa María se internó en la selva durante todo 1604, recorriendo los poblados y congregando a los indios en tres grandes pueblos, Sacalum, Ichbalché, y Chunhaz. Poco después se fundó una cuarta misión en Tzuctok. Esta es la versión dada por fray Diego López de Cogolludo.

Otra versión aporta R. L. Roys, al estudiar los Papeles de Paxbolón, cacique de Tixchel. En Campeche se formó un grupo encabezado por Alonso Fernández Maldonado para realizar una entrada a las montañas. El gobernador Fernando de Velasco, antes de permitir una empresa armada, pidió un reconocimiento pacífico a cargo de Pablo Paxbolon. En febrero de 1604, éste se internó en la selva y a su regreso mandó un informe que describía los numerosos poblados encontrados en la montaña. Para convencer a los indígenas, tanto apóstatas venidos de Yucatán como a los cehaches, de someterse a los españoles y aceptar misioneros, les prometió que podrían permanecer en los pueblos donde estaban. La expedición, sujeta a severas restricciones por el gobernador, salió de Campeche el 30 de marzo, con rumbo a lo que se dio en llamar la provincia de Nueva Ocaña. El franciscano fray Juan de Santa María mandó avisos a los indios, quienes desampararon varios poblados por temor a los soldados. Considerando inútil proseguir, los miembros de la expedición regresaron a Campeche, dejando a fray Rodrigo Tinoco y fray Gregorio González en las misiones de Nacaukumil y Auatayn, donde permanecieron por unas semanas más.

El gobernador Fernández de Velasco fue sustituido por Carlos de Luna y Arellano, quien después de consultar con los indígenas, con Maldonado, con el obispo y el provincial de la Orden, prohibió a Maldonado proseguir con su proyecto, nombrándose a fray Gregorio González comisario y encargado de Nacaukumil y Auatayn; a fray Juan de Santa María para el distrito de Ichbalché y a Juan García y Francisco Matías como asistentes. En diciembre de 1604, éstos salieron con rumbo a sus destinos. Gregorio González regresó a Mérida donde murió siendo sustituido por fray Joseph del Bosque. En Ichbalché, Santa María y Francisco Matías reunieron a los indígenas dispersos en pequeñas rancherías logrando congregar alrededor de la misión a una población que, años más tarde, cuando el sitio empezaba a despoblarse, abrigaba todavía a 800 habitantes, sin considerar al vecino pueblo de Ichmachich. En Ichbalché, Santa María recibió información sobre el poblado de Tzuctok, situado al Sur. En marzo de 1605, los frailes se trasladaron a dicho poblado, puerta de entrada a los cehaches y al Tah Itzá, donde fundaron la misión de San Jerónimo. Informado, Carlos de Luna prohibió a los frailes entrar en los pueblos cehaches paganos. Sin embargo, éstos visitaban a Santa María en Tzuctok expresándole el deseo de volverse cristianos y tener una misión. Esto los pondría a salvo de los españoles de Tabasco que desde el Usumacinta, atacaban sus poblados. Santa María, enfermo, murió en Mérida en 1605. Entre 1596-1597, indígenas de Ticul, Pustunich y pueblos vecinos, huyeron hacia el Sur y formaron el poblado de Tiytz, a unos 80 km al oriente de Campeche. En 1605, Juan Ucan, jefe de esta comunidad, solicitó el permiso para establecerse en Cauich, cerca de Champotón, donde de inmediato se fundó una misión dependiente de Campeche.

Antes de 1609, los franciscanos establecieron tres misiones más en las montañas: Texan, visita de Ichbalché, Petcah, visita de Tzuctok y Sacalum, en el sur del actual estado de Quintana Roo, en un lugar que no se ha podido definir todavía, situado cerca de La Pimienta. En 1606, fueron creadas las tres guardianías de Ichbalché, Tzuctok y Chacuitzil (Auatayn). Pero debido a su aislamiento y lejanía, a la escasez de frailes, quienes llevaban varios años viviendo en los bosques, y a otros factores, la disciplina llegó a deteriorarse y los indígenas regresaban a sus costumbres paganas. Se propuso mudarlos a un sitio mejor comunicado como lo fue Chunhaz, a pesar de la oposición tanto de los indígenas como de las autoridades. Para junio de 1609, los habitantes de Tzuctok, Chacuitzil, Auatayn e Ichmachich fueron congregados en Chunhaz. El proceder arbitrario de fray Juan de la Cruz hizo fracasar el proyecto y todos abandonaron el sitio para regresar a sus pueblos o dispersarse en los bosques, salvo los de Auatayn que permanecieron en Chunhaz. Fray Juan de la Cruz y fray Francisco Matías fueron relevados de sus funciones. En los años venideros, varios frailes se sucedieron en Ichbalché, la mayor Misión de las Montañas. Un convento fue establecido entre 1611-1612 en Sacalum; sin embargo, antes de 1614, Tzuctok y Sacalum ya no eran más que lejanas visitas de Ichbalché. Chunhaz conservó la categoría de convento hasta 1615. Entre 1614-1615, fray Juan de Buenaventura era el único fraile que permanecía en las Montañas. Los indios se quejaban de todo ante el gobernador que sin verificar los hechos, les daba la razón, minando la autoridad de los frailes que ya no podían impedir la idolatría, la huida a los bosques y el uso del balché. A principio de 1615, el gobernador Antonio de Figueroa reunió a frailes y autoridades indígenas de los pueblos de las Montañas para decidir el futuro de las misiones. Un nuevo sitio debía ser escogido donde los indígenas pudieran tener agua, bosques y milpas, y que estuviera más cercano a los pueblos y conventos. De común acuerdo, fue escogido Sahcabchén, situado a unas ocho leguas al sureste de Champotón, en las sabanas de Chunal. De inmediato se inició la construcción de varios edificios como la iglesia y la casa del fraile, se trazaron los lotes y se prepararon las milpas. Fray Joseph del Bosque fue nombrado guardián del convento. Las casas y los árboles frutales de Tzuctok e Ichbalché fueron quemados. Los pobladores de Ichmachich, Chacuitzil y Chunhaz, se congregaron en Cheusih, cerca de Popolá. Aunque los de Sacalum acordaron trasladarse a Sahcabchén, se desconoce que lo hayan hecho. No hay referencias a Texan y Petcah. De inmediato, se levantó una matrícula de los pobladores de Sahcabchén y de Cheusih. En el primero había 940 personas, 828 provenían de Ichbalché y 112 de Tzuctok. En Cheusih eran 364, 173 de Chacuitzil, 128 de Chunhaz y 63 de Ichmachich. El nuevo convento de San Antonio de Sahcab-chén tenía por visita al poblado de Holail, donde posiblemente estaban asentados los habitantes de Tzuctok. Sahcabchén prosperó rápidamente durante casi medio siglo hasta la decadencia de toda el área de Tixchel durante los últimos 40 años del siglo XVII.