Montículos Promontorios de forma y tamaño variable que pueden corresponder a formaciones naturales o a edificaciones construidas por los mayas antes de la conquista española. Constituyen un rasgo característico del paisaje yucateco, sobre todo en las áreas donde contrastan con las extensas planicies rocosas. Los montículos, producto de formaciones naturales, se deben al proceso de evolución kárstica, común en todo el territorio peninsular. Generalmente se presentan asociados a otros y conforman áreas más o menos extensas de terrenos ondulados y pedregosos, como la porción central de Yucatán, desde Tekit hasta Yaxcabá. También alternan con formaciones de otro tipo como en las inmediaciones de Peto, rumbo al Norte, hacia Tixcacaltuyub, donde los montículos, además de su constitución rocosa y su abundante pedregosidad, se encuentran dispersos en medio de terrenos planos con suelos profundos, dando lugar a una zona de fuerte contraste topográfico. En lengua maya, a los montículos se les llama buktun, término que significa montón de tierra o cerrillos. Allí los pobladores indígenas solían edificar sus casas. Los montículos artificiales son construcciones de forma piramidal, generalmente de sección rectangular y en su gran mayoría constituyen grandes apilamientos de piedras labradas, derruidas al paso del tiempo, al grado que hoy resulta sumamente difícil identificar sobre sus costados las gradas de las escalinatas que en alguna época debieron permitir el ascenso hasta la cúspide o explanada superior. En esta clase de montículos es frecuente encontrar edificios de piedra con un diseño arquitectónico muy similar a los que se encuentran en las antiguas ciudades mayas. Estas construcciones prehispánicas dan la impresión de estar conformadas por una sólida masa de argamasa o mortero, recubierta de placas de roca caliza de forma rectangular y tamaño variable. Sin embargo, las exploraciones de John L. Stephens, a mediados del siglo pasado, específicamente la practicada en la gruta de Satun Sat, en Maxcanú, pusieron al descubierto que algunos montículos ocultan en su interior cámaras y pasadizos. Según Justo Sierra O’Reilly, el nombre usual que se daba en Yucatán a esta clase de construcciones es el de «cuyo». Los montículos artificales aparecen por todo el territorio yucateco y hay algunos de grandes dimensiones como los cerros localizados en Izamal, con casi 200 metros por lado en sus bases y más de 20 metros de altura; este es el caso del cerro de Kinich-Kakmó. También en la porción limítrofe occidental, entre Yucatán y Campeche, los cuyos son notablemente más abundantes que en cualquier otro lugar de la Península, tanto que llegan a dar la impresión de formaciones rocosas integradas al paisaje natural, como sucede en la zona comprendida entre Chunchucmil, Tancuché y Halachó.