Montalvo Castro, Francisco (1875-?) Médico. Nació en Temax, y falleció en Mérida, Yucatán. Después de los estudios primarios, ingresó al Instituto Literario del Estado y posteriormente a la Escuela de Medicina, donde presentó su examen de grado en 1901 con la tesis El tétanos. Trabajó algún tiempo en Temax y luego instaló su consultorio en la farmacia Nueva, frente al parque de Santa Ana en Mérida. En los 20, instaló la farmacia Santa Lucía y luego el laboratorio Alpha, donde producía varios medicamentos inyectables. Perteneció a la Sociedad Médica Yucateca. Pionero de la aviación en Yucatán, en 1910, construyó su primer aeroplano con carrizos y forrado de papel y realizó sus pruebas en febrero con resultados negativos. No se desanimó y en agosto ya había construido su segundo aeroplano, el cual tenía fuselaje de madera cubierto con manta, de unos 5 m de largo y 2 de alto, que nuevamente fracasó. Construyó un tercer modelo de iguales dimensiones que el anterior; pero con dos planos o alas y un pequeño asiento para el piloto. La prueba se efectuó el 16 de febrero de 1911 y tuvo cierto éxito, ya que voló 100 m. No se pudo tener a tiempo el motor destinado para hacer volar el aparato, por lo que se trató de un vuelo en planeador. Lo voló el joven farmacéutico Gustavo Castaldi Beltrán, quien despegó tras tomar impulso con la ayuda de dos automóviles, del terreno Club Athletic, en lo que hoy es la calle 62 con cruzamiento de la avenida Colón y aterrizó en esa avenida y Reforma. Mientras se conseguía el motor, el doctor Montalvo hizo construir un aeroplano Farman, de dos alas, cuyo motor y hélice se encontraban en la parte trasera del aparato, detrás del piloto. El fuselaje era de madera fuerte de jabín y la hélice estaba hecha con madera de bojón. Encontró un motor que era el vestigio de un automóvil Ford, que estaba abandonado en el taller de los catalanes Escalante, el que se adaptó a la máquina voladora; pero resultó inadecuado. Montalvo lo llevó a Progreso, donde en las playas de Yaxactún intentó infructuosamente hacerlo volar. Retornó el aparato a Mérida y fue puesto en exhibición en el Paseo de Montejo.
Más tarde, consiguió en los Estados Unidos de América un motor de aviación de medio uso de Cirrus Mark III, construido en Inglaterra, pero no funcionó debido a fallas en la inyección de combustible. En 1920, construyó otro llamado Albatros, que como los anteriores no funcionó y fue a dar a las bodegas del Cine Montejo, en el parque de Santa Ana, y sirvió para anunciar una película de aviación en 1928.