Molas, Miguel (¿-1840?) Cartógrafo y militar. Nació en España y al parecer murió en la costa oriental de la Península de Yucatán. En El Registro Yucateco, Tomo I, pág. 121, se dice que escribió «una noticia curiosísima sobre Yucatán» que estaba acompañada por una colección de planos y vistas, las cuales según Felipe Teixidor, en Bibliografía yucateca, 1937, no pudieron ser reproducidos, por no contar en aquella época con litografía. En El Registro Yucateco, pp. 121-130, se publicó un extracto del Derrotero de la Península de Yucatán, de todas sus costas, islas, bajos, puertos y arrecifes, trabajado por la práctica, experiencia y cumplido conocimiento de D. Miguel Molas, en el año de 1817, que contiene anotaciones del religioso Domingo A. Fajardo. Michel Antochiw, en su libro: Historia cartográfica de la Península de Yucatán, 1991, dice que los planos que complementaban este trabajo desaparecieron, y escribe: «Según Molas, Yucatán empezaba en la costa oriental, desde la punta de Zapotillos, como también lo representó Juan José de León. Un complemento al texto de Molas fue escrito por una persona que firma J.J. de T. bajo el título de ‘Costa de la Ascensión’, además de otro llamado ‘La Montaña de Bacalar’, describiendo la región del río Hondo.» Manuscritos que también fueron publicados en El Registro Yucateco. En el libro Historia de Cozumel, de Michel Antochiw y Alfredo César Dachary, se dice que Molas combatió a Lafitte en Isla Mujeres, suceso por el cual se le pidió al comandante de las armas de dicho lugar, Benito Aznar y Peón, los informes de las acciones ocurridas rubricados por Miguel Molas. Rubio Mañé en: Los piratas Lafitte, 1938, hizo un resumen de estos documentos. En éstos, Molas relata que estando en la recién fundada Nueva Málaga o la antigua Yalahau fue enterado de que varios piratas se reunían en el cercano rancho de Cancum, donde esperaban tener más gente. Inmediatamente salió con 12 hombres bien armados y el 30 de octubre de 1821 llegaron a un rancho de pescadores. Molas dice que cuando menos lo esperaba, gente armada salió a su encuentro y resultó herido, sin embargo, lograron ganar la acción y el enemigo huyó por el monte, quedando cinco prisioneros, entre ellos el famoso Pedro Lafitte. Los prisioneros declararon que el buque corsario se hallaba anclado en Isla Mujeres, a donde Molas se dirigió para combatir a los salteadores. Éste desembarcó en la playa y desde ahí combatió a los piratas. Tuvo muchas bajas y Lafitte cayó en poder de los corsarios. El informe concluye con la solicitud de Molas para proveerlo de más gente con el fin de salir al mar y aprehender al buque pirata.
Ambos informes están fechados en Nueva Málaga o Yalahau, el 4 y 13 de noviembre de 1821. También existe un artículo de José González Avilés, Stephens y el pirata Molas, que forma parte de un libro con este mismo nombre, publicado en 1970. Este escrito refiere que en el libro Incidentes de viaje en Yucatán, escrito por John L. Stephens, se menciona a un tal Molas, cuyo nombre no se registra, sino solamente el apellido y de quien se dice que siendo capitán del puerto de Yalahau, entabló relaciones con los piratas de quienes recibía los efectos robados en el mar y se encargaba de conducirlos al interior, hasta que descubierto por el gobierno se vio obligado a huir de ese lugar. Stephens, en su recorrido por la costa oriental de la Península con el fin de encontrar ruinas arqueológicas, estuvo alojado en la casa de Molas en Yalahau y posteriormente llegó hasta Cozumel, antigua guarida de Lafitte, donde se hospedó en el rancho San Miguel, en ese entonces propiedad de Vicente Albino, pero que primitivamente había sido del pirata Molas, quien escapándose de la cárcel en Mérida, marchó a refugiarse allí. Se dice que después de esta huida, logró llevar consigo a su mujer e hijos y a unos cuantos indígenas y que por muchos años nada se supo de su paradero.
Cuando sintió que se habían olvidado de él, se dirigió otra vez a tierra firme y abandonó la isla. En punta Solimán, en la playa, estableció el rancho de Tancah, refugio final de Molas. Se estableció en este lugar desolado de la costa, que convenía a su vida de proscrito. No teniendo nada que temer de una persecución del interior, comenzó a trabajar las tierras, volvió a cultivar sus milpas y a parar la quilla de un buque, estructura que Stephens pudo ver. Molas, viéndose envejecido y enfermo, determinó ir a Chemax y al regresar de ese pueblo, acompañado de un solo indígena, murió en el camino a ocho leguas de Tancah.
Stpehens escribió: «Tanto habíamos oído hablar de Molas, de la larga serie de calamidades que había sufrido y de la dura retribución que había caído sobre su cabeza, tanto habíamos visto de su inquebrantable energía, que a despecho de la violencia y crímenes que le imputaban, nuestras simpatías no pudieron menos que excitarse vivamente. Y como después recibimos informes de otras fuentes que expresaban enérgicamente la opinión de que aquel desventurado había sido víctima de una inicua e incesante persecución, yo quiero hechar un velo sobre su historia. Apenas hacía un año de su muerte y sus dos hijos estaban ya en posesión del rancho; ambos jóvenes nos hicieron una visita al momento de nuestra llegada. Cuando el viejo murió, el indio dejó su cadáver en el camino y vino a dar la noticia al rancho, desde el cual partieron estos dos jóvenes para enterrarlo en el mismo sitio.
Después volvieron allí otra vez, lo exhumaron y colocándolo en una caja lo trajeron al rancho, se embarcaron con él en una canoa para San Fernando, en donde vivían algunos de sus parientes. Durante la navegación sobrevino una tempestad y el cadáver cayó al agua. Tal fue el destino del infortunado Molas.»