Monumento a la Patria Esta obra escultórica, orgullo de los yucatecos, fue esculpida por el artista colombiano Rómulo Rozo, su creador y realizador durante 11 años, del 7 de marzo de 1945 al 23 de abril de 1956, cuando fue inaugurada por el presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortines. Se encuentra ubicada en la tercera glorieta del Paseo de Montejo y ocupa un cuarto de hectárea. Para su realización, el artista creador enfrentó muchas dificultades, tanto económicas como de recursos humanos que, sin embargo, no impidieron realizar la obra. Este empeñoso escultor plasmó la historia de nuestro país en una escultura en que aparecen más de 200 figuras humanas, además de infinidad de motivos simbólicos, animales, alegorías y otros detalles ornamentales. Inició su trabajo en una maqueta que respetaba los lineamientos generales del proyecto arquitectónico. Invirtió en ello un año de labor, ya que la idea original apenas estaba esbozada y recibió los planos que el arquitecto Manuel Amábilis le envió. Amábilis fue quien invitó a Rozo a colaborar en la realización del monumento, por cuyo proyecto había ganado un concurso en 1944. Se trataba de un hemiciclo cuyas paredes mostraban algunas figuras de los héroes principales de México.
Este muro cóncavo abrazaba un gran espejo de agua en cuyo centro se erguía el águila devorando a la serpiente. En la fachada principal se hallaba sólo adosado al muro, un astabandera. Al concluir la administración del gobernador de Yucatán, Ernesto Novelo Torres, el monumento se encontraba en obra negra. El gobernador entrante, José González Beytia, redujo el presupuesto al mínimo debido a las dificultades financieras que imperaban en el estado. Además, renunció el arquitecto y autor del proyecto, Manuel Amábilis, por lo que Rozo se quedó sólo con algunos obreros inexpertos que aceptaron una reducción del jornal. En aquellos días, no cobró sueldo y se tuvo que conformar con el salario de maestro que le enviaba la Federación. En más de una ocasión, solventó las necesidades o enfermedades de sus trabajadores. De 100 trabajadores, se redujo a 3: un albañil, un afilador de cinceles que además era velador y un cantero. El artista labraba las figuras que ya había dibujado y además iba a las canteras de Ticul para escoger la piedra. Al principio, contrató escultores como el colombiano Rodrigo Arenas Betancourt y Manuel Cachón, así como canteros de Chimalhuacán, Estado de México, pero con el tiempo y debido a los problemas existentes tuvo que sustituirlos por trabajadores locales, que además de ser disciplinados, son más resistentes al clima y a las enfermedades. Tuvo necesidad de crear una escuela de canteros y escultores en Ticul. Para que la obra pudiera admirarse a cualquier hora del día, Rozo oscureció los fondos del relieve con pátina, lograda con cáusticos, grasas y soplete.
Descripción del Monumento a la Patria: consta de un hemiciclo central, encerrado entre dos rampas, una escalera y una fuente. En el centro del hemiciclo se yergue la estatua de una mestiza de 14 m de altura y en los muros, en relieves, los personajes de la historia de México desde las épocas mitológicas hasta la Revolución, de 1910-1919. En la parte de atrás, sobre las aguas de un enorme tanque circular —que representa el lago de Texcoco— se encuentra el árbol de la vida y el águila devorando a la serpiente, símbolo de la fundación de la Gran Tenochtitlán. Los muros laterales que abrazan el lago, ostentan 31 columnas que simbolizan las entidades federativas de la Nación y llevan esculpidos en su cara anterior, en bajorrelieve, el nombre y escudo de cada una. La figura de la Patria porta un collar de jade, del que pende un pectoral en forma de caracol. Su pecho está cubierto por una cota decorada con serpientes emplumadas —kukulcanes— que como el collar, sugiere el origen marítimo del pueblo de los itzaes. Las manos están adornadas con brazaletes y descansan sobre el portaestandarte, en cuyo centro resalta el escudo de la ciudad de Mérida: bajo éste se observa la choza de paja que resguarda el fuego sagrado del hogar patrio. La cabeza de la diosa, cubierta con un gorro maya semejante al frigio, es coronada con un quetzal. Un abigarrado grupo de 12 doncellas, ricamente ataviadas, rinden homenaje a la egregia figura y simbolizan las deidades del espíritu. A la manera de las nueve musas clásicas, cada una representa a una de las bellas artes y oficios del mundo prehispánico. Se les identifica por el objeto que ofrendan en sus manos cubiertas por suntuosos paños. A la derecha de la Patria, y de arriba hacia abajo, se encuentran: la música silvestre y la danza, la una toca un cuerno, la otra agita una maraca. En el centro, la figura que representa a la agricultura ofrece unas mazorcas de maíz y a su lado, la que porta un panal primitivo, representa a la apicultura. Abajo se encuentran las musas de la arquitectura y de la pintura, cada una hace su ofrenda: un templo maya y un vaso repleto de colores y pinceles. A la izquierda de la Patria, y en el mismo orden de las figuras de la derecha, o sea de arriba hacia abajo, están representadas dos sacerdotizas que personifican: la música épica (sopla un caracol marino) y la danza guerrera. Al centro, la orfebrería (porta un vaso ricamente cincelado); la fruticultura (brinda un frutero). Abajo, arrodilladas, rinden pleitesía a la Patria las representantes de la escultura (ofrenda un chac mool) y de la música sacra (que lleva las manos llenas de pájaros). Coronando el conjunto de las 12 deidades y a cada lado de la cabeza de la Patria, se encuentran dos figuras mitad pez y mitad pájaro que representan la soberanía de México sobre su cielo y mares territoriales. En cambio, en la parte inferior, dos caballeros tigres, postrados en tierra, armas en ristre, protegen el fuego sagrado y representan las fuerzas armadas que defienden el territorio nacional. El árbol de la vida o ceiba sagrada: en el centro del hemiciclo y a espaldas de la Patria, se levanta la ceiba y abre su copa en cuatro frondosas ramas que se extienden hacia arriba señalando los cuatro puntos cardinales. Sobre la copa del árbol sagrado parece descender una divinidad fecundante que, nacida de un astro, otorga la herencia de luz celestial. Las cuatro ramas de la ceiba evocan las cuatro fuerzas sagradas, origen cosmogónico de los mayas. A uno y otro lado de esta representación, se desenvuelven escenas de la historia de México; se inicia con el misterioso pueblo de la tierra del Faisán y del Venado, con sus escudos mágicos, sus trofeos, sus danzas rituales, símbolos cosmogónicos y escenas de cacería; a la izquierda un ciervo, a la derecha un tapir; mujeres de vestiduras suntuosas, guerreros, sacerdotes. Concluye con la aparición de la primera familia mestiza. En el relieve del lado derecho, fachada norte del hemiciclo, aparece la llegada de Cristóbal Colón, acompañado de Martín Alonzo Pinzón y Vicente Yáñez Pinzón. Estas figuras ostentan sobre sus cabezas las tres carabelas. En orden de aparición: Antón de Alaminos, cuelga de su hombro un cable enrollado; Francisco Hernández de Córdova y Grijalva; Juan de Grijalva; Bernal Díaz del Castillo; Julián y Mechorejo, los dos indios mayas que primero hablaron el español; Hernán Cortés y la Malinche que, con el brazo extendido, señala la ruta a seguir; Francisco de Montejo y León, fundador de Mérida; Jerónimo de Aguilar, sobre su cabeza una estrella que significa que fue el guía de Cortés en la aventura de la Conquista; por último, cierra el desfile fray Bartolomé de las Casas, protegiendo a un grupo de indígenas. Personajes del relieve del lado izquierdo del hemiciclo: entre las raíces de la ceiba sagrada, surge una humanidad indígena dedicada a las actividades del espíritu, en especial a la música, la danza y el teatro y escenas de cacería; son 15 figuras que constituyen una expresión plástica de la vida del pueblo maya. El emperador Cuauhtémoc, como portador de todo el bagaje cultural y artístico azteca; Pedro de Alvarado, con la espada desenvainada; un grupo constituido por un encomendero español e indios cautivos. El relieve continúa con un desfile de una veintena de personajes de la época colonial que nos muestran la riqueza cultural y artística que se manifestó durante 300 años. Fray Vasco de Quiroga apoya la mano derecha en la cabeza de una mujer indígena que está de rodillas y con el brazo izquierdo señala el cielo. Fray Pedro de Gante, uno de los primeros frailes franciscanos que llegaron a México, posa su mano sobre la espalda de una niña indígena, que realiza una obra de artesanía que él sostiene con la otra mano. Fray Bernardino de Sahagún, educador y relator de la vida indígena; Antonio de Mendoza viste a la usanza de la nobleza española de la época, posa una mano sobre su pecho y la otra porta un pergamino. Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, apoya su mano sobre el brazo de Antonio de Mendoza. Carlos Sigüenza y Góngora luce sus anteojos y porta un globo terráqueo; Juan Ruiz de Alarcón es representado con su característica joroba. Siguen Juan Pablos, el primer impresor, y sor Juana Inés de la Cruz, con su hábito de jerónima, que acaricia con sus manos una paloma. Francisco Eduardo Tres Guerras aparece en bata de trabajo, portando un capitel corintio en las manos, clara alusión al hecho de haber sido uno de los principales exponentes de la arquitectura neoclásica. Siguen Francisco Javier de Alegre, sacerdote jesuita, astrónomo y escritor; Miguel de Cabrera, pintor colonial con su paleta y pinceles, fray Francisco Javier Clavijero; Luis de Velazco Padre, segundo virrey de Nueva España, llamado el «protector de los indios», viste a la usanza española y tiene en la mano un pergamino; Manuel Tolsá, con bata de trabajo, sostiene en las manos la maqueta de la estatua ecuestre de Carlos IV; fray José Antonio Alzate, astrónomo mexicano de fama internacional, fray Alfonso de la Veracruz y Enrique Guillermo o Alejandro von Humboldt. Personajes del relieve de la fachada principal sur costado derecho: todas las figuras de este relieve corresponden a la primera mitad del siglo XIX, que abarca la guerra de Independencia, el inicio de la etapa independiente y la intervención estadounidense. Son 72 personajes: Francisco Primo de Verdad y Ramos, Juan Francisco Azcárate Lezama, José de Iturrigaray, José Joaquín Fernández de Lizardi, Javier Lizana y Beaumont, Carlos María de Bustamante, Pedro Garibay, fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, Melchor de Talamantes, Ignacio Allende, Mariano Michelena, el corregidor Miguel Domínguez y la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, José María Liceaga e Ignacio Pérez, Miguel Hidalgo y Costilla portando el estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, Juan Aldama y Mariano Abasolo, Francisco Javier Venegas, Ignacio Elizondo, Mariano Jiménez, Juan Antonio Riaño, Juan José Martínez Reyes «el Pípila», representado con una laja de piedra en la que figura una tea encendida; Manuel Herrera, Hermenegildo Galeana, José Galeana, José María Morelos y Pavón, portando una placa que cita al Congreso de Chilpancingo y el decreto de abolición de la esclavitud; Pablo Galeana, Pedro Celestino Negrete, Nicolás Bravo, general brigadier José de la Cruz, Mariano Matamoros, Ramón Rayón, Pedro Moreno, Félix María Calleja, Francisco Javier Mina, Miguel Bravo, Vicente Guerrero, Pedro Guerrero, Juan Ruiz de Apodaca, Pedro Asencio, Antonio María de Bucareli y Ursúa, Valerio Trujano, Miguel Ramos Arizpe, Agustín de Iturbide, Guadalupe Victoria, Anastasio Bustamante, Ignacio López Rayón, Leona Vicario y Andrés Quintana Roo tomados de la mano y, atrás de ellos, Manuel de la Bárcena, Mariano Paredes Arrillaga, Leonardo Bravo, Lorenzo de Zavala, Antonio López de Santa Anna, Juan Crisóstomo Cano y Cano, Lucas Alamán, José Sixto Verduzco, Epigmenio González, Pedro María Anaya, Indalecio Allende, Manuel Mier y Terán, Manuel Gómez Pedraza. Enseguida aparecen los Niños Héroes: Juan de la Barrera, Vicente Suárez, Agustín Melgar, Juan Escutia, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, y al fondo Jaime Nunó y Francisco González Bocanegra. Termina con Juan O’Donojú, último virrey de la Nueva España. Personajes del relieve de la fachada principal sur costado izquierdo: Manuel de la Peña y Peña, José Joaquín Herrera, Mariano Arista, José María Luis Mora, Santos Degollado, Valentín Gómez Farías, Juan Álvarez, Manuel Doblado, Ignacio Comonfort, Manuel Crescencio García Rejón y Alcalá, Miguel Lerdo de Tejada, Melchor Ocampo Tapia, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, Leonardo Márquez, Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio, Ignacio Vallarta, Felipe Berriozábal, Benito Juárez, Ponciano Arriaga, Leandro Valle, Francisco Zarco, Ignacio Zaragoza, Miguel Negrete, Mariano Escobedo, Jesús González Ortega, Justo Sierra Méndez, Gabino Barrera, Sebastián Lerdo de Tejada, Ramón Corona, la emperatriz Carlota Amalia y Maximiliano de Habsburgo, entre ellos, Miguel Miramón, Tomás Mejía, Félix Zuloaga, Porfirio Díaz, Olegario Molina Solís, Salvador Díaz Mirón, Antonio Mediz Bolio, Amado Nervo, Jesús Urueta, José Ives Limantour, Bernardo Reyes, Victoriano Huerta, Francisco León de la Barra, Carmen Serdán Alatriste y su hermano Aquiles, Adolfo de la Huerta, José Máría Pino Suárez, Francisco Villa, Felipe Carrillo Puerto, Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Lázaro Cárdenas, Abelardo Rodríguez, Miguel Alemán Valdés y Manuel Ávila Camacho.