Montalvo, Gregorio de (1529-1591) Obispo de Yucatán. Fue sucesor de Diego de Landa. Nació en Castilla la Vieja, provincia de Segovia, en una villa conocida con el nombre de Coca y murió en Cuzco, Perú. Tomó el hábito de Santo Domingo en Salamanca, en el convento de San Esteban donde profesó el 2 de abril de 1550. Tres años después obtuvo el sacerdocio. Llegó a ser supervisor de varios conventos de su Orden y, según Gil González Dávila, desempeñó por muchos años las cátedras de filosofía y sagradas escrituras en el convento de Santo Domingo de la Ciudad de México. De ser esto cierto, dice Carrillo y Ancona en su obra El Obispado de Yucatán, debió haber vuelto a España porque cuando desempeñaba el cargo de prior del convento de Plascencia, fue nombrado por Felipe II para la mitra de Nicaragua. Pero enterada la corte del fallecimiento de Diego de Landa, fue electo para la Diócesis de Yucatán. El Papa Gregorio XII le otorgó la bula de institución el 9 de diciembre de 1580. En 1581, fue consagrado y tomó posesión de su sede. Participó en el Tercer Concilio Provincial Mexicano, celebrado en la Ciudad de México en 1585, en el cual se establecieron los derechos de la Iglesia mexicana. De retorno a su obispado, comenzó a aplicar ciertos estatutos instituidos en el Concilio y organizó el primer Sínodo Diocesano Yucatanense, según lo hace constar el cardenal Lorenzana en su Serie de los obispos del Cuzco y José Julián Peón en la Crónica sucinta, aunque no existen documentos de esta actividad.
Debido a ciertas medidas que tomó, como la instauración de aranceles a los curas de españoles y ministros doctrineros para que no hubieran demasiados entierros o funerales en los conventos, y acciones relativas a la provisión de curatos, tuvo numerosos problemas con los franciscanos, quienes se opusieron abiertamente a la ejecución del Concilio. La primera lucha de los frailes contra el obispo fue por la abolición de los impuestos establecidos para los entierros, por lo que recurrieron a la Real Audiencia de México, argumentando que tales medidas los afectaban, pues perdían numerosos donativos necesarios para su labor evangelizadora. La Real Audiencia de México libró una provisión donde se ordenaba no aplicar dichos impuestos establecidos por Gregorio de Montalvo. La Corona apoyó también a los franciscanos al expedir en Barcelona la cédula de 13 de mayo de 1585 dirigida al marqués de Villa Manrique, virrey de la Nueva España, en la que se encargaba a los prelados no ejecutar en sus jurisdicciones los acuerdos generados en el Concilio respecto de los gravámenes, hasta no haber sido revisados por el rey y se acordase lo más conveniente. La Audiencia envió a Montalvo una provisión para pedirle obedecer dicha cédula y no ejecutar ningún decreto proveniente del Concilio, por lo que, obligado, abolió los estatutos ya ordenados. La segunda batalla de los franciscanos contra los acuerdos del obispo ocurrió cuando la parroquia de Chancenote pasó a manos del clero secular debido a que los frailes la habían abandonado. El problema se suscitó porque el obispo Montalvo, al querer mantener dicha parroquia, tuvo que segregar una parte del pueblo de Zucopó, perteneciente a la parroquia franciscana de Tizimín, para pasarla a la jurisdicción de Chancenote. Los frailes, conscientes de que legalmente no podía hacerse este tipo de segregación, pues la Audiencia prohibía que el obispo dividiese doctrina alguna, levantaron su queja y lograron de nueva cuenta oponerse a la disposición del prelado. La Audiencia de México, aun cuando en un principio había comprendido y aprobado las razones expuestas por el obispo, posteriormente ordenó la reincorporación de los pobladores de Zucopó a Tizimín, mientras se regularizaba mejor la circunscripción de las parroquias. Montalvo activó, por otro lado, la construcción del palacio-episcopal y de la Catedral e hizo venir de Europa al arquitecto español Juan Miguel de Agüero que encabezó la obra en 1586. En 1587, el rey lo pasó al Obispado del Cuzco, en el entonces reino del Perú, donde permaneció hasta 1591, año en que falleció. Carrillo y Ancona apunta que Gregorio de Montalvo, según el Registro Yucateco, falleció en 1602; pero considera más fidedigna la fuente que proviene de la Serie de los obispos del Cuzco, que señala 1591.