Molina Solís, Juan Francisco (1850-1932) Abogado, historiador, maestro y periodista. Nació en la villa de Hecelchakán, cuando ésta pertenecía a Yucatán, hoy convertida en ciudad del estado de Campeche. Murió en Mérida, Yucatán. Su padre, jefe político y subdelegado del Partido de Hecelchakán tuvo que emigrar a Mérida debido a las hostilidades políticas de que era objeto, por lo que Juan Francisco continuó sus estudios en el Colegio Católico de Mérida, fundado por su hermano Pastor y el presbítero Norberto Domínguez. Luego cursó las materias preparatorias en el Seminario Conciliar de San Ildefonso. Al concluir ingresó a la Escuela de Jurisprudencia, donde se graduó de abogado en 1874; convirtiéndose en uno de los jurisconsultos de mayor clientela en Yucatán. En 1879, fue nombrado juez de Distrito Interino. Bajo el gobierno del general Palomino es electo diputado suplente a la Legislatura Local y en 1886, magistrado supernumerario de los Tribunales Superiores de Justicia del Estado. En 1895, desempeñó la cátedra de derecho civil en el Seminario Conciliar de San Ildefonso, también impartió clases gratuitas en las escuelas católicas de la Obra de la Enseñanza y ya anciano vigiló y administró los colegios gratuitos Juan Francisco Molina Esquivel y Cecilia Solís de Molina, fundados y sostenidos por su hermano Olegario.
Dentro del campo del periodismo sobresale como fundador, junto con Gabriel Aznar Pérez, Manuel Nicolín Echánove y Bernardo Ponce Font, del Semanario Yucateco, en 1878, que duró hasta fines de 1879. Además, colaboró en El Mensajero, Los Intereses Sociales, La Razón Católica, El Eco del Comercio y otros periódicos políticos. Dueño de El Mensajero desde 1874, defendió en éste la religión católica, provocándose con ello numerosos problemas, de tal suerte que el 18 de mayo de 1877 fue aprehendido y tuvo que cerrar dicho periódico. Perteneció a las sociedades científicas y literarias Minerva y El Salón Literario.
En el órgano de difusión de esta última publicó un discurso sobre: «Las sociedades literarias de Yucatán desde 1810 hasta 1870». También escribió una extensa biografía de Juan Cano, leída en el Círculo Católico de Mérida, y una traducción de la Historia Sagrada, escrita por Chantrel. Lo más importante de la obra de Juan Francisco Molina Solís es su investigación histórica relativa a Yucatán. En el Semanario Yucateco, en 1879, publicó su primer estudio formal titulado «Fray Diego de Landa», con el que sostuvo una polémica con Eligio Ancona referente a algunas acciones y aspectos de la vida de este fraile. En ese mismo semanario publicó en 1881, el trabajo titulado «La Casa de Estudios», en el que rememora al grupo de yucatecos que desde las aulas del Seminario Conciliar, aprendieron y difundieron las ideas renovadoras transmitidas por Pablo Moreno Triay. Más tarde publicó Vida del conquistador Gómez del Castrillo, 1885, y EL conde de Peñalva, en 1889, en el cual refutó la versión del asesinato contra este gobernante que daban Justo Sierra O’Reilly y Eligio Ancona en sus obras. Por esta época y a sugerencia de su hermano Audomaro, inicia la tarea de escribir la historia de Yucatán. De su acucioso trabajo de investigación, apoyado por Audomaro, logró consolidar las siguientes obras: Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán, 1896, que apareció en un solo tomo dividido en cuatro partes: «Reseña de la historia antigua de Yucatán», «El descubrimiento», «Situación de Yucatán al tiempo del descubrimiento» y «La Conquista». La edición fue costeada por Olegario Molina; más adelante escribe Historia de Yucatán durante la dominación española, en tres volúmenes que se publicaron en 1906, 1910 y 1913, respectivamente, y La historia de Yucatán desde la independencia de España hasta la época actual, publicada en dos tomos, que datan de 1921 y 1927, respectivamente. Cabe mencionar también, su libro titulado EL primer Obispado de la Nación Mexicana, 1897, que contiene la polémica que sostuvo con Carrillo y Ancona, su antiguo maestro, con relación al establecimiento del primer Obispado en Yucatán. A este texto añadió los estudios: «Artículos sobre la historia antigua de Yucatán», «Ruina de Uxmal», «Fundación de Maní» y «Yucalpetén no fue el nombre antiguo de Yucatán».
Las obras de Juan Francisco Molina Solís tienen el mérito de haber sido el producto de una investigación sistemática, basada en documentos, muchos de los cuales fueron consultados en el Archivo de Indias, en España. En 1910, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de México lo designó socio corresponsal, y en 1915, la Academia de la Historia de La Habana, Cuba, lo admitió como académico. En 1920, la Real Academia de la Historia, de Madrid, España, le confirió los títulos de académico correspondiente de Yucatán, extendiéndole un diploma firmado por el marqués de Lauvencín y el secretario Juan Pérez de Guzmán y Gallo. Antes, el Instituto Smithsoniano, con residencia en Washington, le confirió el título de socio distinguido.