Miraflores, conde de Título nobiliario, que precedido por el Vizcondado de Villanueva, fue el único que concedió la Corona Española a súbditos de Yucatán. Permaneció en la entidad desde su otorgamiento en el siglo XVII, hasta mediados del XX cuando, fallecida su última poseedora, cayó en desuso. Fue otorgado por Real Merced de Carlos II de España, el 24 de mayo de 1689, al maestre de campo Pedro de Garrástegui y Oleaga y Andicano, caballero de Santiago, señor de la Casa de Garrástegui, alguacil mayor de la Inquisición y tesorero de la Santa Cruzada en Yucatán. Pedro de Garrástegui nació en Mondragón, Vizcaya, y contrajo matrimonio en Mérida, Yucatán, el 1 de enero de 1675, con Micaela Rodríguez de Villamil y Vargas, hija del sargento mayor, Diego Rodríguez de Villamil, y de Juana de Vargas. Con este matrimonio, el Condado de Miraflores vio acrecentados sus cuantiosos bienes gracias a un mayorazgo fundado por el capitán Antonio Maldonado de Aldana, en favor de su hijastra Micaela, que quedó vinculado al título nobiliario. En tres siglos de existencia, el Condado de Miraflores estuvo en posesión de tres familias yucatecas: Garrástegui, Calderón y Peón, debido a sucesivos enlaces matrimoniales. A la muerte del primer titular Pedro de Garrástegui, el Condado no recayó en alguno de sus dos hijos varones —Pedro y Juan—, sino en su hija María Nicolasa Garrástegui y Rodríguez de Villamil, esposa del capitán y caballero de la Orden de Santiago, Pedro Calderón y Velarde, mismo que pasó luego al hijo mayor de ambos, el capitán Pedro Calderón y Garrástegui, casado con Antonia de la Helguera y Enríquez. El título permaneció en la familia Calderón por más de un siglo y su traslado a la familia Peón tuvo lugar el 3 de noviembre de 1810 al efectuarse el casamiento de la sexta condesa, María Ildefonsa Calderón y del Castillo con Bernardo Peón y Maldonado, oficial de infantería del Regimiento de Milicias de Yucatán. El contrayente era nieto del coronel de los Reales Ejércitos y caballero de Calatrava, Alfonso Manuel Peón y Valdés, y de Leonor de Cárdenas y Díaz, encomendera de Tixkuncheil.
A la muerte de Ildefonsa Calderón, condesa de Miraflores, ella heredó el título y el mayorazgo a su hijo primogénito Jenaro Peón y Calderón, quien falleció sin descendencia en 1887, por lo que título y bienes anexos pasaron a manos del hermano menor, Bernardo Peón y Calderón. Casado con Joaquina Castellanos Sánchez y Crespo del Rizo, Bernardo Peón heredó el título a su hija mayor, Candelaria Peón y Castellanos, quien contrajo matrimonio con su primo Álvaro Peón y de Regil. Hija única de ambos fue Candelaria Peón y Peón, esposa de Pedro M. de Regil Casares, última en ostentar el título de Miraflores. Ella falleció en la Ciudad de México en 1944. El Condado debió pasar a su hijo Álvaro de Regil y Peón y luego a su nieto Ávaro de Regil y de la Guardia, pero desde entonces quedó en el olvido. Los cuantiosos bienes del mayorazgo vinculado al Condado de Miraflores, todavía se conservaban en buena parte a fines del siglo XIX, entre ellos la casa solariega familiar ubicada en la esquina de las calles 65 y 62, hoy el diario Novedades.
La posesión de los bienes, no así el título nobiliario, ocasionó en 1888 un ruidoso pleito familiar entre Francisco Sánchez Peón, hijo de Candelaria Peón y Calderón, y su prima Joaquina Peón Castellanos, quien reclamaba la mitad de éstos. El dictamen de un famoso jurista español y la intervención del abogado yucateco Juan Francisco Molina Solís fueron favorables para Joaquina Peón, quien a la muerte de su hermana Candelaria contrajo matrimonio con su cuñado viudo, Álvaro Peón y de Regil. Según la legislación española vigente, el título de conde de Miraflores sigue vacante en la actualidad, pero las recientes disposiciones nobiliarias han hecho casi imposible su rehabilitación.