Mejía Sánchez, Ernesto (1923-1985) Poeta, ensayista, filólogo e historiador de la literatura. Nació en Masaya, Nicaragua, y murió en Mérida, Yucatán. En 1942, publicó algunos de sus primeros trabajos literarios en los Cuadernos del Taller de San Lucas. Dos años después viajó a la Ciudad de México, donde obtuvo en 1951 la licenciatura en letras, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Vivió cerca de tres años en Madrid, en cuya universidad alcanzó el doctorado en letras en 1953. Retornó a Nicaragua en 1954 y fue nombrado miembro de número de la Academia de Historia y Geografía y de la Nicaragüense de la Lengua. En 1956, se exilió voluntariamente de su país por la persecusión de que era objeto bajo la dictadura de Somoza, y se estableció en México. Fue investigador de tiempo completo en el Centro de Estudios Literarios adscrito al Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y profesor en El Colegio de México. Realizó la compilación de las obras completas de Alfonso Reyes, de las que alcanzó a publicar más de 20 volúmenes, todos precedidos de un prólogo. También hizo varias aportaciones sobre la persona y obra de fray Bartolomé de las Casas, así como también del poeta Rubén Darío. Recibió los premios: Xavier Villaurrutia, Alfonso Reyes y el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, además se le concedió el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Al triunfar la revolución sandinista en su país, se le nombró embajador plenipotenciario en España. Sus libros más significativos son: Romances y corridos nicaragüenses, 1946; Los primeros cuentos de Rubén Darío, 1951; Exposición documental de Manuel Gutiérrez Nájera, 1959; Hércules y Onfalia, motivo modernista, 1964; La vida en la obra de Alfonso Reyes, 1966; Gaspar Pérez de Villagrá en la Nueva España, 1970. De su creación poética se reunió una parte en el volumen Recolección al mediodía.
El 7 de octubre de 1985 Mejía Sánchez llegó a Mérida, donde fijó su residencia con la idea de restablecerse de una enfermedad pulmonar. Vivió unos días en la casa núm. 420 de la calle 74-A de la García Ginerés alquilada por él, donde lo atendieron los esposos Felipe Ahumada Vasconcelos y Celia Castillo Peraza, amigos suyos, quienes vieron por él en los últimos días de su existencia. Sin embargo, la muerte, como consecuencia de un paro cardíaco, le sorprendió en esta ciudad. Su cuerpo fue trasladado a Nicaragua.