Medicina del trabajo Dentro del ejercicio de la medicina, una parte de ésta ha sido la atención de la población que labora en alguna actividad, lo cual se remonta a muchos siglos atrás y permitió a algunos pueblos observar y relacionar ciertos factores que actuaban como productores de accidentes y enfermedades entre dicha población. Con el tiempo, estas experiencias se fueron acumulando y sistematizando hasta que en el siglo XVIII, en Europa, sobrevino la llamada revolución industrial en la cual encontraron aplicación muchos de los conocimientos adquiridos, pero no llegaron a constituir una rama de la medicina. El posterior arranque de la tecnología médica para detectar y medir alteraciones contribuyó a que desde principios de este siglo se comenzara a bosquejar como especialización. Aunque Yucatán comenzó a tener algunas industrias, desde mediados del siglo XIX y otras más a principios del XX, sobre todo la relacionada con el henequén, poca atención tuvo la patología laboral; sin embargo, en la década de los 30, el doctor Alberto Berrón Guerrero presentó sus estudios sobre una enfermedad ocasionada por el polvo o tamo de la fibra seca del henequén, sosquil, aspirado por los obreros cordeleros, por lo que esta afección recibió el nombre de sosquilosis. Posteriormente en 1959, al hacerse cargo el Instituto Mexicano del Seguro Social de la atención de los trabajadores, se fundó una oficina de medicina del trabajo, que quedó a cargo del doctor José Julio Pérez Villanueva, con quien laboró como auxiliar el doctor Manuel Bolio Canto y en aspectos clínicos el doctor Román Fernández Vargas. Después de realizar estudios especiales en México, trabajó el doctor Roger Zapata, quien luego ocupó la jefatura de esa oficina al jubilarse el doctor Pérez Villanueva. Las condiciones de trabajo y sus problemas médico-sociales son estudiados por el doctor Miguel A. Güemes Pineda, antropólogo investigador del Centro de Investigaciones Regionales de la Universidad Autónoma de Yucatán. En términos generales, la estructura del empleo en Yucatán se orienta hacia el sector terciario (comercio y servicios), después de la desaparición de todo lo relacionado con el henequén, en 1992, desde el cultivo hasta la industrialización. El sector secundario (manufacturero o fabril) ocupa el 25% de la fuerza de trabajo y en éste, los centros laborales de alto riesgo, que representan el 5% del total de las empresas yucatecas, concentran el 50% del total de accidentes laborales. Algunas cifras recientes ilustran el panorama. En 1988 hubo 7,270 accidentes de trabajo y se otorgaron 158,000 días de incapacidad, en tanto que en 1991 hubo 8,660 accidentes y 235,000 días de incapacidad. Estudios sobre la fuerza de trabajo empleada muestran que en su mayoría es población masculina joven procedente del medio rural con bajo nivel de escolaridad, sin adiestramiento en el manejo de máquinas y que además aceptan cualquier salario.