May Pech, Francisco (1884-1969) General y militar indígena, considerado el último jefe de las tribus mayas de Quintana Roo. Nació en Yodzonot y murió en Felipe Carrillo Puerto, antes llamado Chan Santa Cruz. Al quedar huérfano, a la edad de dos años, creció bajo la tutela del cacique Felipe Yamá, con quien su madre contrajo nupcias de acuerdo a sus propias costumbres. Yamá fue uno de los caudillos más radicales de la última fase de la llamada Guerra de Castas, que reconocía la autoridad de la reina Victoria y no la del gobierno mexicano. Tuvo una influencia determinante en la formación de Francisco May, quien muy joven tomó las armas contra las tropas del gobierno estatal y las de Ignacio A. Bravo. Antes de cumplir 18 años, tenía el grado de cabo. Por su valor y determinación logró hazañas que en poco tiempo le valieron el reconocimiento de general. Dirigió y encabezó los ataques contra el ferrocarril militar que iba de Santa Cruz al puerto de Vigía Chico, construido por Bravo. Con esta acción, su prestigio e influencia creció y al morir los generales Guadalupe Tun y Silvestre May, se proclamó jefe supremo de las tribus mayas. En 1915, Salvador Alvarado ordenó que salieran de Santa Cruz los soldados y se devolviera a los mayas su capital, trasladando la sede del gobierno constitucional a la ciudad de Chetumal o Payo Obispo. Los indígenas quedaron nuevamente como dueños absolutos de la región de Santa Cruz y en marzo de 1918 May envió a Payo Obispo una comisión de cinco oficiales, con el propósito de ver qué trato les daba Octaviano Solís, entonces primer gobernador del territorio de Quintana Roo conforme a la nueva constitución. A ésta siguieron otras comisiones y en marzo de ese año, Esteban Morales, segundo de Francisco May, acudió a entrevistarse con Solís. Por último, el propio May salió por primera vez de Santa Cruz hacia la capital del nuevo territorio federal y se entrevistó con el gobernador, el 19 de julio de 1918. Éste lo atendió lo mejor que pudo, le obsequió ropa, víveres y le cedió uno de sus uniformes de general, que May se puso de inmediato para que le tomaran una fotografía. La razón que hizo salir de Santa Cruz al jefe maya, fue el enfrentamiento armado que tuvo en Sabán contra los contratistas chicleros Modesto Gsquivel, Pedro Calero y otro de apellido Bermúdez. May salió victorioso del choque, les hizo algunos muertos y heridos e incendió el lugar. Solís dio su apoyo a May y lo invitó a la Ciudad de México, para entrevistarse con Venustiano Carranza. La entrevista se realizó exitosamente a principios de 1919. Carranza le ratificó el grado de general, lo llenó de atenciones y le otorgó una extensa concesión para la explotación del chicle, que en los años siguientes dio grandes riquezas y poder al general May. Esto no agradó a ciertos jefes que comenzaron a recelar de él. A partir de entonces fue el centro de incontables conflictos, tanto de índole económica como política. Sus relaciones con los gobernadores tuvieron altas y bajas, aunque normalmente todos buscaban su amistad; al menos Antonio Ancona Albertos y José Siurob lo visitaron en Santa Cruz y en especial éste le demostró gran afecto. Conservó su poder hasta finales de los 20, tanto por el auge del chicle como por el dominio que ejercía, mediante el establecimiento de leyes y normas estrictas de castigo. La comunidad jefaturada por May se desenvolvió por mucho tiempo en forma autónoma, con sus propias costumbres y leyes que la mantuvieron unida, tal es el caso de los azotes que eran propinados a los delincuentes o individuos que infringían la ley o atentaban contra las costumbres, en la llamada Pila de los Azotes. En 1929, el gobernador José Siurob promovió en Santa Cruz una reunión de los más importantes jefes mayas de Quintana Roo, donde acordaron participar en el nuevo rumbo que ya llevaba este territorio. Francisco May pidió su retiro como jefe de los mayas de Santa Cruz y del área que le correspondía, propuso lo sustituyera Lino Balam y que a él se le donaran tierras para dedicarse a la agricultura. El gobernador consideró que la presencia de May era necesaria en esta etapa de cambios trascedentales, pues había prestado valiosos servicios a la comunidad maya y pidió que siguiera formando parte del Consejo, comprometiéndose a proporcionarle toda clase de apoyos y protección a su familia. Sin embargo, paulatinamente Francisco May perdió su poder y en 1932 fue expulsado del territorio. Vivió seis meses en Oxkutzcab y por una petición unánime de su gente, mediante una solicitud firmada por todos los jefes de la zona maya, May regresó a Santa Cruz. Vivió de una pequeña ayuda que le otorgaba el gobierno del territorio, hasta que falleció en Felipe Carrillo Puerto, la antigua Chan Santa Cruz, el 31 de marzo de 1969. En este lugar existe un monumento a la memoria de Francisco May y Juan Bautista Vega, erigido en el centro de la conocida Pila de los Azotes.