Mamíferos En los tres estados de la Península de Yucatán se han registrado más de 120 especies de mamíferos pertenecientes a 10 órdenes y 30 familias. Más de la tercera parte de esas especies son murciélagos y otro número considerable —aproximadamente 20— ratas, tuzas y ratones. El orden de los marsupiales, que se caracterizan por tener una bolsa ventral en la cual las crías completan su desarrollo, está ampliamente representado en la Península con cinco especies, todas ellas de la familia Didelphidae. La mayor, más conocida y abundante es el llamado zorro o tlacuache Didelphis marsupialis, en maya: och (Véase: Zorro). Del orden chiroptera, que comprende a los murciélagos, existen unas 50 especies de ocho familias y numerosos géneros. De ellos se habla colectivamente, especialmente de las especies más importantes. (Véase: Murciélago). Al orden de los primates, representado en la Península por las familias Aluatidae y Cebidae, pertenecen las dos especies de monos: el mono araña y el saraguato o aullador, ambos arborícolas, pero de distinto género y muy diferentes en sus características físicas y hábitos. Del curioso oso hormiguero hay por lo menos dos y probablemente tres especies, todas ellas de la familia de los mirmecofágidos y del orden edentata, que significa sin dientes y en el cual se clasifica a ciertos mamíferos carentes de dentadura o que poseen sólo dientes rudimentarios. A este orden pertenecen también el armadillo, del cual existen dos especies peninsulares.
En cuanto a los miembros del orden de los lagomorfos, que engloba a las liebres y los conejos, en la Península sólo existen dos especies de estos últimos, (Véase: Conejo), pero no liebres. Del orden rodentia o roedores, hay en cambio una gran cantidad de especies, sobre todo de la familia de los cricétidos, llamados en general ratones de campo. Pero además de estas especies de pequeño tamaño hay algunas de notables dimensiones y gran importancia como animales de caza, entre los que se encuentran el tepescuintle y el aguti, miembros ambos de la familia Dasyproctidae. Al mismo orden rodentia pertenecen también las dos especies de ardilla de la región, así como el curioso puerco espín. En contraste con la gran abundancia de roedores, hay una sola especie de cánido: la zorra gris, impropiamente llamada gato de monte. Tal escasez de cánidos se debe a que los carnívoros de este orden son sobre todo habitantes de zonas frías y templadas. En los trópicos los grandes depredadores son los félidos, de cuya familia existen en la Península cinco de las seis especies que hay en el Continente Americano: jaguar, puma, ocelote, leoncillo y tigrillo.
Otras dos familias del orden carnívoro, bastante bien representadas, son la de los prociónidos y la de los mustélidos. La primera tiene en total 17 especies —todas ellas americanas— de las que seis existen en la región. Se trata de: cacomixtle, coati, mapache y mico de noche. La nutrida familia de los mustélidos, que se caracteriza por las glándulas odoríferas que poseen en la región anal, comprende 26 géneros en todo el mundo. De ellos existen siete en la Península: tres de zorrillo, y uno, respectivamente, de comadreja, grison, nutria y tayra, cada uno con una especie. Entre los grandes mamíferos sobresalen el manatí, único miembro peninsular del orden de los sirénidos —del cual en todo el mundo hay únicamente cuatro especies—, el tapir, que es también representante único, en este caso de los perisodáctilos, y las dos especies de puercos de monte del orden artiodactyla: el jabalí y el senso. También entre los grandes mamíferos de la Península pueden incluirse el venado de cola blanca y los mamíferos marinos que abundan en aguas cercanas a la costa: tonina, delfín común, bufeo, delfín de manchas blancas y la rara y ya extinta foca monje, único pinnípedo de aguas tropicales. El estado de las poblaciones de esta diversidad de mamíferos difiere mucho de una especie a otra. Algunas han soportado muy bien la cacería sistemática de que se les ha hecho objeto durante siglos o las transformaciones de su hábitat e incluso se han beneficiado con las alteraciones ambientales; otras han resentido profundamente la deforestación y no pocas se hallan seriamente amenazadas o ya han desaparecido en gran parte de la Península.