Maler, Teobert (1842-1917) Hijo del encargado de negocio del gran duque de Baden en Roma, nació en esta ciudad el 12 de enero de 1842. Estudió arquitectura e ingeniería en Alemania. Adoptó la nacionalidad austríaca y se incorporó como cadete en la Primera Compañía de Pioneros del Cuerpo del Ejército Imperial Mexicano con la que llega a México el 1 de enero de 1865. Participó, durante año y medio, en casi todos los combates del Cuerpo de Voluntarios y al disolverse el cuerpo austríaco, ingresó al Ejército Imperial Mexicano con el grado de capitán. Bajo las órdenes de Leonardo Márquez, marcha a Puebla, pero al tomar los republicanos esta plaza, regresa a la Ciudad de México para participar en su defensa contra las tropas de Porfirio Díaz. Después de la caída del Imperio, determina quedarse en México. Escribió entonces un cuaderno sobre la Campaña del general Márquez para Puebla y su defensa, conservado en el Museo Etnográfico de Hamburgo. Realizó varios viajes por el país y empieza, en Oaxaca, su carrera como fotógrafo. Entre 1874 y 1876, toma una serie de fotografías arqueológicas y etnográficas y descubre, en Tehuantepec, una rica tumba prehispánica cuya descripción publica en 1879, en la revista francesa La Nature. Otros artículos suyos se publican ese mismo año en los Anales del Museo Nacional de México, en La Nature, y en Globus. Deja también manuscrito un Viaje del capitán Maler de México a Tehuantepec, conservado en el Museo Etnográfico de Hamburgo. En 1877, se dirige a Chiapas y escribe su «Memoire sur l’Etat de Chiapas», publicado en París, en 1884, en la Revue d’Ethnographie. Llega a Palenque donde toma fotos y realiza exploraciones que describe en su artículo «Nouvelles Explorations des Ruines de Palenque», publicado en La Nature, en 1879. Entre las fotos que destacan, están la losa central del tablero del Templo de la Cruz que, desprendida de su sitio por instrucciones de Irene de Balboa, para que el novio estadounidense de su hija se la llevara a su país, fue rescatada por Waldeck quien la dibujó y la dejó acostada boca abajo. Charnay la volteó en 1859 para fotografiarla y Maler la enderezó entonces con el mismo propósito.
En el Instituto Iberoamericano de Berlín, se conserva un relato de su estancia en Palenque. Además de dejarnos fotos de gran importancia, ya que conservó la imagen de muchos objetos desaparecidos desde entonces, levantó numerosos planos. De 1878 a 1884, realiza un largo viaje por Europa y Asia. Dictó varias conferencias en París y publicó entre 1875 y 1885 varios artículos en La Natue y en la Revue d’Ethnographie. Al retornar a México, se dirige a Yucatán donde establece su residencia. En un artículo publicado en el Diario del Sureste el 11 de diciembre de 1949, Vicente Molina afirma que Maler había conocido Yucatán en 1865 como miembro del séquito de la emperatriz Carlota. Según Mediz Bolio, en su artículo «El iracundo sabio don Teoberto Maler», publicado en A la sombra de mi ceiba, se estableció poco después en Ticul donde abrió un taller de fotografía. De sus viajes y exploraciones en Yucatán, publicó entonces, en Globus, en 1895, «Yukatekische Forschungen» (Exploraciones yucatecas) y en la misma revista, en 1902, otro artículo con el mismo título, relatando sus trabajos desde 1885.
En la Biblioteca Crescencio Carrillo Ancona se conservan tres álbumes de fotos de esta época. En 1891, realizó un arriesgado viaje a las ruinas de Cobá en territorio de los indios sublevados, escoltado por un piquete de soldados, deteniéndose un tiempo en Chichén Itzá. El relato de este viaje se publicó en 1895 en la revista Globus y fue reeditado en español, con el título Impresiones de viaje a las ruinas de Cobá y Chichén Itzá, con prólogo de Santiago Burgos Brito, en Mérida, 1932.
En Chichén Itzá, hizo quitar la vegetación de los principales edificios para fotografiar con luz más adecuada las fachadas y los detalles arquitectónicos. Después de tres meses de fotografiar y de realizar algunas excavaciones, empezó la importante tarea de calcar los principales murales del Templo de las Monjas y de la cámara interior del Templo de los Tigres, cuya pintura central fue interpretada por Eric Thompson como una de las pruebas del origen extranjero de los itzaes. Maler dio en su época una interpretación similar. Willard, en su libro The City of the Sacred Well, publicado en 1926, relata cómo, años más tarde, pudo sacar una copia de la extraordinaria calca realizada por Maler, la cual se conserva en muy mal estado en el Instituto Iberoamericano de Berlín. Se publicó la copia en la edición de Willard en los Memoirs, del Museo Peabody, vol. XII, en 1957. La calca original de Maler la editó Heinrich Ubbeloh-de-Doering en su libro El arte indiano en América, en 1929, iluminada por Walter Lehman. En 1895, llega hasta el lago Petén Itzá y a Tikal y luego, ya al servicio del Peabody Museum de Harvard, vuelve al Petén que recorre hasta sus límites meridionales y publica sus notas en los Memoirs de este museo, en 1908, 1910 y 1911.
En 1895, empieza sus exploraciones en el Usumacinta por cuenta del Peabody Museum, cuyos resultados serán publicados en los Memoirs de esta institución, en 1901 y 1903. En Palenque, a donde retorna en 1898, vuelve a tomar fotos que, en 1915, Edward Seler publica en Berlín. Recorre Piedras Negras y Yaxchilán, publicándose sus informes por el Peabody Museum en 1901 y en 1905. Por sus trabajos efectuados durante estos años, recibe un elogio de Charnay, en su artículo «Les Explorations de Teobert Maler», publicado en el Journal de la Societé des Americanistes de Paris, Nouvelle Serie, tomo II, 1903. Maler sigue explorando y fotografiando las ruinas del Petén, regresa a Tikal donde permanece tres meses y empieza a publicar sus trabajos en los Memoirs del Peabody Museum cuando, por razones que desconocemos, ocurre el rompimiento con la institución. Su plano de Tikal no fue publicado sino hasta 1971, cuando G. Kutscher dio a luz su libro Edificios mayas trazados en los años de 1886-1905 y descritos por Teobert Maler (Monumenta Americana, IV), que editó el Instituto Iberoamericano de Berlín y que contiene una biografía del explorador. 1904 fue el último año en que trabajó para institución alguna.
Durante los años que siguieron, sostuvo una larga e infructuosa pelea con Edward H. Thompson, de siniestro recuerdo en Yucatán. Asiste en 1910, en la Ciudad de México, al XVII Congreso Internacional de Americanistas, en cuyo informe, publicado en 1912, figuran 35 de sus fotos y realiza, con Jean Louis Capitan, una temporada de exploraciones en Teotihuacán. De ahí, embarca rumbo a Inglaterra donde presenta en una exposición una serie de sus fotos y luego viaja a París donde la Biblioteca Nacional le compra 152 fotos. Finalmente, vuelve a Mérida. Willard, el amigo de Thompson, que conoció a Maler, escribió de él: «…empleó mucho tiempo fotografiando, dibujando y calcando los viejos murales y relieves mayas y el mundo tiene para con él una deuda de gratitud por el minucioso cuidado que puso y la fidelidad de sus reproducciones».
Maler vivió sus últimos años en una casita ubicada en el número 619 de la calle 59, propiedad de Gerardo Manzanilla Montore, quien ya no le cobraba la renta y además cuidaba de él. Algunas personas como Santiago Burgos Brito, Leopoldo Tomassi López, Juan Martínez Hernández y su hijo Eduardo Martínez Cantón, pero sobre todo José Rafael de Regil Casares y el alemán Ernest Strotman, de la ferretería Ritter y Bock, se cuentan entre sus últimos visitantes y amigos. Al morir, el 22 de noviembre de 1917, a los 75 años, suplicó a Gerardo Manzanilla que «recogiese sus pertenencias y evitase que fuesen a dar a manos de esos alemanes que esperaban su deceso» (C. Echánove T.). Fue sepultado por cuenta de la colonia alemana en el Cementerio General de Mérida, en bóveda de segunda clase, en el grupo cuarto, con un costo de 93.20 pesos. Ningún periódico notificó su deceso, que no fue registrado por el Registro Civil. Salvador Alvarado mandó recoger el archivo de Maler. De la tarea se encargó José del Pozo, director del Ateneo Peninsular, quien se apoderó de unas 300 fotos cuyo paradero se ignora. El cónsul alemán en Mérida, Clasing, recogió el grueso del archivo que fue a dar, años más tarde, al Instituto Iberoamericano de Berlín. Otras fotos y escritos están ahora en el Museo Etnográfico de Hamburgo. Algunas placas están en el archivo fotográfico del INAH. Además de los autores mencionados anteriormente que dejaron notas biográficas de Maler, cabe agregar a Tozzer, A.M. «Chichen Itza and its Cenote of Sacrifice», Vol. XI y XII de los Memoirs del Peabody Museum, 1957; J.L. Capitan, «Teobert Maler, nota necrológica» en el Journal de la Societé des Americanistes de Paris, Tomo XI, pág. 636, 1919, y la más completa por Carlos Echánove Trujillo, en su obra Dos héroes de la arqueología maya: Frederic de Waldeck y Teobert Maler, quien, además, agrega una bibliografía de Maler. Echánove poseía un álbum con 97 fotos de Maler, así como varios objetos más. En el Museo de Arqueología de Mérida está un busto de mármol de Maler esculpido por Leopoldo Tomassi López, por instrucción del culto Luis Rosado Vega, bajo la administración de Felipe Carrillo Puerto.