Muñoz Noriega, Lino Jefe revolucionario y comerciante. Según Esteban Durán Rosado, en su libro Crónicas retrospectivas, 1978, Lino Muñoz nació en Alvarado, Veracruz; pero en la obra de Rómulo S. Aguilar Escamilla, Progreso, su evolución política y sindicalista, 1953, se dice que nació en Tlacotalpan, población del mismo estado. Murió en Progreso, Yucatán. Muy joven llegó a este puerto donde estableció una lechería y luego se dedicó al abasto de carnes. En 1911, se afilió al Partido Nacional Antirreeleccionista que llevó a la presidencia y vicepresidencia de la República a Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, respectivamente. Después de los sucesos ocurridos en la llamada Decena Trágica, decidió salir de Progreso, temeroso de posibles represalias contra su persona por haber sido uno de los más fervientes propagandistas del maderismo. Ausente largo tiempo, retornó a este puerto, donde inmediatamente fue detenido por órdenes del coronel José María Ceballos, jefe político de la población, que lo dejó en libertad, pero le impuso la obligación de presentarse diariamente en el local de la jefatura política. Nuevamente abandonó Progreso, junto con su familia, después de haber sido objeto de improperios y de un trato indigno por parte de Ceballos. Sin embargo, decide organizar un ejército con los viejos antirreeleccionistas de la localidad, para combatir el huertismo, representado en Progreso por Ceballos. Esta labor le fue relativamente fácil, ya que como abastecedor de carne era muy conocido en la región. Así, la noche del 17 de agosto de 1914, la gente de Lino Muñoz, dividida en varias columnas, invadió las principales calles con rumbo al Palacio Municipal y al cuartel federal. Las principales columnas de ataque fueron comandadas por Lino Muñoz, Feliciano Canul Reyes, Juan Montalvo, Pedro Ojeda Fernández, Leandro E. Canto y Guillermo Martín Kelly. En esta batalla murieron Feliciano Canul Reyes y Juan Montalvo, destacados líderes campesinos de la población de Hunucmá. Muchos soldados gobiernistas defeccionaron y se pasaron del lado rebelde. Ceballos fue capturado y ejecutado. Tras estos sucesos, los rebeldes comandados por Lino Muñoz, se dirigieron a la aduana marítima, donde se hicieron de 50 rifles Winchester y 10,000 cartuchos, para su rearme. El comerciante Augusto Navarrete Cantón y la Casa Comercial Busto y Linares, cuyos propietarios de origen español simpatizaban con el movimiento, proporcionaron a las tropas de Lino Muñoz diversos artículos como sombreros y víveres. Según Rómulo Aguilar, después de consumado el triunfo, Lino Muñoz recorrió varios lugares de la población, recomendando calma a sus habitantes y, enterado de que María Cámara Vales, viuda de Pino Suárez, se encontraba en este puerto, decidió ir a saludarla y hacerle presente sus respetos, ya que él había sido amigo y partidario de su esposo. En la madrugada del 18 de agosto de 1914, los rebeldes abandonaron la población, uniéndose a estos numerosos vecinos de la localidad, para concentrarse en su cuartel general ubicado en la finca de campo Tacubaya, situada a dos leguas de Hunucmá. El objetivo inmediato era apoderarse de esta plaza, como parte de una promesa hecha a Feliciano Canul. Lino Muñoz desde su cuartel general lanzó un manifiesto, donde se aseguraba a la sociedad yucateca que las fuerzas revolucionarias actuarían con cordura y respeto y declaraba como jefe supremo a Venustiano Carranza. También dirigió al jefe político de Hunucmá un comunicado donde le pedía, en nombre del movimiento constitucionalista en el estado, la rendición y evacuación de esa plaza. El jefe político de Hunucmá respondió que no dejaría el lugar si no era con orden del gobernador de Yucatán. Al mismo tiempo, se presentaron al cuartel general de Tacubaya, Anatolio B. Buenfil y Manuel Romero Cepeda, comisionados por la Junta Constitucionalista de Yucatán, con el fin de cambiar impresiones y pedir a Lino Muñoz que depusiera su actitud bélica, levantara el campamento y lo trasladara cerca de Progreso en espera de los comisionados carrancistas, ya que el movimiento contra Huerta había triunfado. Después de firmar un documento donde se determinaba la actitud que deberían asumir las tropas revolucionarias al mando de Muñoz, éste desistió de su empresa de ataque a la población de Hunucmá. Una vez aprobado el convenio, se giraron telegramas a Venustiano Carranza, primer jefe constitucionalista, participándole los acontecimientos registrados y solicitándole las instrucciones correspondientes para proceder en consecuencia. Establecido el constitucionalismo en Yucatán, se nombró gobernador del estado a Eleuterio Ávila, amigo de Lino Muñoz que en distintas ocasiones lo invitó a colaborar en algún puesto de importancia dentro de su administración; pero éste prefirió dedicarse a sus labores de costumbre en el abasto de carnes en el mercado público y al fomento de un pequeño rancho ganadero de su propiedad.