Molina Solís, Olegario (1843-1925) Abogado, ingeniero, periodista y político, gobernador de Yucatán en dos ocasiones. Nació en Bolonchén, partido de los Chenes en el hoy estado de Campeche, pero antes perteneciente a Yucatán, y murió en La Habana, Cuba. A los cinco años de edad perdió el ojo izquierdo al aplicársele incorrectamente una medicina. Realizó sus primeros estudios en Bolonchén y Hecelchakán y posteriormente los continuó en Mérida. Ingresó al Colegio del canónigo José María González y luego estudió filosofía en el Seminario Conciliar de San Ildefonso. Ante sus penurias económicas, trabajó primero como proveedor de carbón y después como escribiente en el Hospital de San Juan de Dios. Aprendió francés e inglés gracias a un sacerdote extranjero que le enseñó dichos idiomas. En 1861, junto con Yanuario Manzanilla fundó una escuela a la que llamaron Colegio de Enseñanza Primaria y Secundaria. Antes organizó una sociedad benéfica que denominó La Juventud, para crear escuelas dominicales dirigidas a obreros adultos en los suburbios de Mérida.
Mientras se dedicaba a la enseñanza se graduó en 1866 como licenciado en derecho civil de la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Literaria. Con Eligio Ancona combatió al Imperio mediante un periódico humorista llamado La Píldora, luego sustituido por otro llamado: Yucatán, que publican junto con Yanuario Manzanilla y Gabriel Aznar. Los ataques que hacía en contra del régimen imperante hicieron que éste suprimiera las publicaciones y ordenara la deportación de sus redactores a la Isla de Cozumel, que sólo alcanzó a Aznar y Manzanilla. Al iniciarse la insurrección republicana jefaturada por Manuel Cepeda Peraza, se unió a éste y fue nombrado su secretario particular, cargo que desempeñó hasta la toma de Mérida. En 1867, inicia sus estudios de ingeniería, para luego graduarse como ingeniero topógrafo. Ese año, Cepeda Peraza crea el Instituto Literario de Yucatán, cuyo planteamiento, formación y desarrollo realizó Olegario Molina, quien fue nombrado su primer director. En 1869, fue electo diputado federal al Congreso de la Unión y entonces pidió que se reconociera la beligerancia de los cubanos que luchaban por su independencia. Por segunda vez, en 1873, fue electo al Congreso de la Unión y propuso que se concediera una subvención a la Línea de Vapores Alexander, para que llegara cada semana a los puertos de Progreso y Campeche. En 1875, al terminar su segundo período como diputado federal, fue nombrado fiscal del Tribunal Superior de Justicia en Yucatán, puesto que dejó para dedicarse a sus actividades de abogado e ingeniero. Al iniciar José Rendón Peniche la construcción de la primera vía férrea que une a Mérida con Progreso, Olegario Molina se encargó de dirigir las obras correspondientes. En septiembre de 1881, corrió por primera vez el ferrocarril a Progreso. Luego se dedicó a la agricultura, el comercio y la política. Estableció una empresa explotadora del henequén, la Olegario Molina y Compañía, abrió mercados exteriores para la fibra y consiguió suscitar una gran prosperidad fincada en el trabajo de los campesinos yucatecos que la cultivaban y maquilaban bajo un régimen de bajos salarios. En 1901, fue elegido gobernador de Yucatán para el cuatrienio 1902-1906. Durante su gobierno se estableció un lazareto para atender a las víctimas de la fiebre amarilla; se expidieron los Códigos Civil, Penal y el de Procedimientos Civiles, así como la Ley Orgánica para el Ministerio Público y se reformó la Constitución Política del Estado; se reorganizó el Registro Público; se fundó el Catastro de la Propiedad Urbana y Rural y el Instituto de Niñas de Mérida; se dotó a la Escuela Normal de Profesores de un completo gabinete para ciencias naturales y compró un edificio especial para esa escuela; se creó en la Escuela de Medicina un curso especial para enfermeras titulares y laboratorios que prestaron beneficios al público y a la juventud de estudiosos; en casi todos los barrios de Mérida, los partidos y principales poblaciones del estado, se fundaron y construyeron edificios escolares; se creó el Observatorio Meteorológico, así como varias estaciones termopluviométricas para guía de los agricultores y navegantes; se reorganizaron la biblioteca y museos públicos; se construyó el Hospital O’Horán, la Penitenciaría Juárez y el Asilo Ayala, así como las casas municipales de muchas poblaciones del estado, los rastros, los mercados, las redes telefónicas, varias carreteras, y se efectuó la pavimentación de la ciudad de Mérida. A Olegario Molina se debieron los trabajos de preparación del Paseo de Montejo; se preocupó por la hacienda pública, a la que giró disposiciones que aseguraron y garantizaron el prestigio económico.
Los millones de pesos invertidos en estas obras los obtuvo de donativos pedidos a los ricos hacendados, así como de un impuesto especial sobre el henequén, de tres centavos por cada once y medio kilos de agave, según decreto del 22 de agosto de 1902. Durante su administración obtuvo varias licencias para separarse temporalmente del cargo, mismas que fueron cubiertas interinamente por Rodulfo G. Cantón, Manuel Molina Solís, Braulio Antonio Méndez y Enrique Muñoz Arístegui. Próximo a terminar su gobierno, el 1 de enero de 1906, rindió un informe al Congreso donde reportó la pavimentación de 409,000 m2, 154,000 m2 de banquetas, la perforación de 292 pozos absorbentes en el cruce de los ejes de las calles y 949 colectores, en las esquinas de las mismas.
Tras su gestión gubernativa buscó su reelección, motivo por el cual fue hostilizado por los políticos cantonistas; sin embargo, Molina obtuvo el triunfo y fue designado gobernador constitucional por segunda ocasión, para cubrir el período de 1906-1910. Al tomar posesión del cargo, el 1 de febrero, invitó a Porfirio Díaz para que asistiera a tal acontecimiento. Éste aceptó y llegó a Yucatán el 5 de febrero, con un grupo selecto de oficiales, ministros y periodistas. Fue la primera vez en que un presidente visitaba Yucatán. El 11 de abril de 1906 obtuvo una licencia para separarse temporalmente del gobierno, con el fin de hacer un viaje a Europa, por ese motivo y por nombramiento de la Cámara Local, fue sustituido interinamente por Enrique Muñoz Arístegui. De retorno a México, el 6 de diciembre de ese año, llegó al puerto de Progreso; inmediatamente después Porfirio Díaz, impresionado por su labor administrativa, lo llamó a la Ciudad de México para asumir el ministerio de la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria, que desempeñó del 20 de mayo de 1907 al 25 de marzo de 1911. Poco antes de la caída de Porfirio Díaz, Molina Solís emigró a. La Habana, Cuba, donde falleció el 28 de abril de 1925. Su cadáver fue traído a Mérida a principios de junio de ese mismo año, y fue sepultado en la Capilla de la Hacienda Sodzil, que fuera de su propiedad. Antes, en 1921, había donado al Instituto Literario del Estado, su rica biblioteca privada. Sus libros constituyen uno de los fondos más antiguos de la actual Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Yucatán. También dejó antes de morir lo necesario para fundar las escuelas Juan Francisco Molina Esquivel, para niños, y Cecilia Solís de Molina, para niñas, ambas en memoria de sus padres.