Mejía, Carlos de Jesús (1852-1937) Religioso. Nació en Jalapa, Veracruz, y murió en Mérida, Yucatán. En 1869, ingresó a la Congregación de la Misión, o de los padres paúles, y con ellos estuvo dedicado al magisterio en colegios dirigidos por esta agrupación religiosa en las ciudades de Jalapa y México. En 1876, llegó a Yucatán, donde fue nombrado rector del Seminario Conciliar de San Ildefonso de Mérida, en un principio interinamente, y más adelante de manera oficial, hasta el 15 de septiembre de 1902, cuando por las actividades realizadas en beneficio del Seminario y su vasta cultura, el Papa lo designó obispo de la Diócesis de Tehuantepec. Antes, en 1901, al renunciar monseñor Norberto Domínguez a la dirección del Colegio Católico de San Ildefonso y cederlo a la Diócesis, se hizo cargo también de esta institución. En 1903, fue consagrado por el arzobispo Martín Tritschler y Córdova, acompañado de los obispos Hopkines, de Belice, y Francisco Campos, de Tabasco. Posteriormente, marchó a Tehuantepec a tomar posesión de su Diócesis. Sin embargo, el clima del Istmo lo enfermó, y renunció a su cargo. Le fue aceptada la dimisión por el pontífice romano, quien lo designó obispo titular de Cina de Galacia, ubicada en el Asia Menor. Desde aquella época, Mejía estableció nuevamente su residencia en Mérida, y en agosto de 1907 fue nombrado nuevamente director del Colegio Católico de San Ildefonso y rector del Seminario Conciliar, este último cargo solamente por un año; lo sustituyó en 1908 el presbítero Manuel Aguilar y Casanova, cuando el Seminario Mayor se instaló en la Quinta San Pedro, al oriente de la ciudad. Sin embargo, continuó al frente de la dirección del Colegio Católico hasta 1912, cuando el Congreso del estado rechazó su solicitud para continuar en este puesto, en vista de las disposiciones de la nueva ley de Educación Pública. Durante 1914 a 1919, acompañó en el exilio al arzobispo de Yucatán, que se encontraba en La Habana, Cuba, y volvió a exiliarse de 1926 a 1929. Los últimos años de su vida los pasó como superior de la comunidad local de la Congregación de la Misión y vivió en la casa anexa a la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes. Sus enfermedades continuaron y lo llevaron a la muerte el 3 de enero de 1937. Fue asistido espiritualmente en sus postreras horas por el obispo de Yucatán, Tritschler y Córdova, quien le tuvo siempre especial estimación.