Pavo de monte Ave de la especie Agriocharis ocellata; en maya se le llama cutz. Su área de distribución está restringida a Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Belice, Guatemala y pequeños sectores de Chiapas y Tabasco. El pavo de monte es parecido al guajolote o pavo silvestre (Meleagris gallopavo) del centro y norte de México y de Estados Unidos, y en un tiempo se le consideró como una subespecie de éste. Posteriormente, se precisó que pertenecen a especies distintas, e incluso a diferentes géneros, pero ambas están clasificadas en la misma familia zoológica: Meleagrididae, del orden de los galliformes.
El pavo de monte es más pequeño que el pavo norteño; el macho pesa entre 4.3 y 5 kg y la hembra de 2.6 a 3.1 kg. El plumaje es llamativo y vistoso y en la especie peninsular los machos presentan en la cabeza numerosas excrecencias o verrugas de color amarillento y rojo distribuidas en la frente y alrededor de los ojos. El plumaje es de color variado y tiene un resplandor pronunciado como cristal de espejo que le permite distinguir a distancia el reflejo de la presencia del cazador o del enemigo, para volar y ocultarse. Forma parvadas e incluso es capaz de volar 500 m seguidos, pero normalmente se desplaza caminando. Habita en el monte alto, pero con mucha frecuencia se le encuentra en el monte bajo o en la vegetación vecina a los campos cultivados, donde se le caza con mayor facilidad. Su carne blanca es muy apreciada para la elaboración de diversos guisos muy agradables, propios de Yucatán. Se alimenta de semillas, insectos, frutos, flores y hojas.
Las parvadas se componen generalmente de 3 a 10 ejemplares, entre machos y hembras, y es muy raro ver a un pavo solo. Las hembras hacen sus nidos en mayo o a principios de junio y la nidada normal es de 8 a 15 huevos, que son opacos con salpicaduras de color café y miden 61 mm por 45 mm. El período de incubación es de 28 días y los polluelos al brotar comen únicamente insectos hasta que cumplen cuatro semanas, entonces empiezan a consumir granos suaves y plantas. La población silvestre permanece en el monte durante el verano y principios de otoño, pero a principios de octubre las aves empiezan a visitar las milpas aisladas para alimentarse y en el invierno, cuando cae el maíz en los alrededores, se aventura más hacia los campos de cultivo.
Santiago Pacheco Cruz en su Diccionario de la Fauna Yucateca comenta que algunos cazadores indígenas, para burlar la vigilancia del ave, van desnudos de la cintura para arriba, pero otros se desvisten completamente al momento de la acción. También señala que la frase maya: U luumil cutz u luumil ceeh, traducida incorrectamente como la tierra del faisán y del venado, significa: la tierra de los pavos y los venados, como bien lo registra fray Diego de Landa en su Relación de las cosas de Yucatán. Por su parte, Eligio Ancona, en su Historia de Yucatán, menciona que el venado y el pavo montés eran los animales cuya carne constituyó el principal alimento de las tribus salvajes que en tiempos primitivos habitaron la Península. Se considera que el hábitat original del pavo de monte eran las sabanas y las áreas pantanosas o anegadizas, así como las selvas bajas espinosas del norte de la Península.
Las plumas del pavo fueron utilizadas por los mayas en la elaboración de penachos y otros ornamentos propios de guerreros y personajes de la nobleza. Son de color oscuro con iridiscencias verdosas, bronceadas o turquesas y las plumas de las alas presentan líneas blancas y negras; en la cola cada pluma tiene en la punta bandas de color negro aterciopelado, azul iridiscente y una línea bronceada. Las patas del pavo son de un rojo brillante y la cabeza desnuda es de color azul, también brillante.
La desmedida cacería de que ha sido objeto en áreas de elevada densidad de población humana, como el norte de Campeche y la zona henequenera de Yucatán, lo hicieron desaparecer casi por completo en muchos lugares. No se le considera, sin embargo, una especie en extinción porque aún se conservan núcleos de pavos de monte de regular cuantía en gran parte de la región, entre ellas la zona sur de Quintana Roo y el sureste de Campeche. En Yucatán, el único sitio donde se han hallado en tiempos recientes pequeñas poblaciones de pavos ocelados es entre Dzitás y Chichén Itzá, en la zona maicera de la entidad.