Panes y panaderías Los sumerios dieron el nombre de Pa al alimento preparado con harina de trigo, cuyo cultivo ellos descubrieron. Los mayas de Yucatán denominaron uaj al alimento que hacían con harina de maíz, como ixim-uaj, sukuk-uaj, tsujbil-uaj, pimpim-uaj, is-uaj, y también pemtaan, chepé, y cuando estaba seco era chuchul. Desde 1543, los navíos que venían de España comenzaron a traer harina de trigo y aunque se hicieron esfuerzos por sembrar la planta no se logró. Debido a la escasez de harina, los panes sólo se hacían en las casas de funcionarios y en los conventos, sobre todo el pan de hogaza, que era el más popular en España. A fines del siglo XVIII, se fundó en Mérida en el portal de granos, la primera panadería pública, llamada La Abuelita; luego hubo otra en Campeche, que elaboraba y vendía al público pan de levadura, amasado y batido, mencionándose el pan de manteca, llamado: de polvo (que luego originó las mantecadas y los polvorones), hojaldras y pasteles, llamados en conjunto: pan dulce. En 1821, como ejemplo, se consigna que en el convento de Ticul se elaboraban bizcochos de manteca, polvorones, roscas de agua y de leche y huevo, pan de almendras, hojaldras y patas. Desde mediados del siglo XIX comenzaron a utilizarse saborizantes como anís, agua de azahar, canela y vainilla. Según el principal ingrediente, había pan de almendras, de huevo, de leche, de mantequilla, de queso, de elote, de coco, de naranja, de plátano, entre otros; por su forma, había roscas, torcidos, bonetes y pastas; redondeados eran el cocotazo y el coscorrón, que eran algo duros y salados; había también turulato y mollete; especiales eran el pan de cielo y el de boda, así como los alfajores y arepas. Las monjas concepcionistas hacían panetelas, biscotelas y escotafí. En 1865 se fundó en Mérida la panadería de Elena Vales, que producía muchos de los panes nombrados e introdujo su especialidad, la bola francesa. A fines del siglo XIX, procedente de La Habana, Cuba, llegó a Mérida el tipo de pan conocido allá y en otras partes como pan de flauta y en Francia, donde se originó, como baguette; en Mérida fue popularizado por la panadería Los Catalanes con el simple nombre de pan francés, que se volvió característico de Yucatán. Luego lo elaboraron otras panaderías, como El Centenario y La Vieja y después todas las panaderías, pues su consumo se volvió general. Ya en fechas recientes se hicieron las teleras y bolillos, que eran populares en otras partes del país.
En el resto del estado, a principios del siglo XX, fueron famosos el pan de las Navarrete en Valladolid y el pan de las Esquivel en Ticul, así como la panadería El Zepelín en Progreso. En Mérida, el barrio de Santiago se distinguió por sus tres panaderías, El Motuleño, La Primera Central y La Flor de Santiago. De variados rumbos y fechas fueron La Flor del Chucum, La Langosta, La Esperanza, La Modelo y otras. En 1930, un distinguido panadero, Petronilo Vázquez Madera, tuvo su expendio en la esquina de las «tres caras», luego abrió La Flor de la 59, después en 1950, La Reina; sus sucesores fundaron en 1981 El Retorno. Vázquez ideó nuevas formas y nombres: yoyos, bigotes, pan divino, bazar de seda, de plata, de oro, marmoleado, rosca rusa y de terciopelo, boda campechana y otras. Con el tiempo, los antiguos hornos de leña fueron sustituidos por eléctricos y de vapor; en lugar de los fijos, se hicieron giratorios. En 1951, se creó la panadería Montejo, luego La Mayuquita.
En 1991, se fundó la Cámara de la Industria Panificadora, cuyo primer presidente fue José León Solís; en ese año se informó que en todo el estado habían 1,415 panaderías, con más de 5,000 empleados; que el consumo mensual de harina de trigo era de 125,000 sacos de 40 kg, de los cuales 90,000 eran de producción local y 35,000 foráneos; que de esa cantidad, el 80% se empleaba para la elaboración de pan francés y el 20% para la de pan dulce, de los cuales hay 70 variedades. En 1993, los sucesores de Vázquez abrieron también un centro de capacitación en la colonia Cortés Sarmiento.