Península de Yucatán Reportada en cuanto a su forma, semejando tan disímbolos elementos como la cabeza de un venado o un dedo pulgar, la Península de Yucatán corresponde a la porción del territorio mexicano de formación más reciente que se desprende del estrangulamiento mesoamericano prolongándose hacia el Norte, encerrado, junto a la Florida, el Golfo de México y separando a éste del Mar de las Antillas. Existen diferentes referencias para delimitar a la Península: algunos señalan como su límite sur, a falta de accidentes geográficos determinantes, la línea que une la desembocadura del río Palizada, en la Laguna de Términos, con el rincón suroeste del Golfo de Mosquitos, en Guatemala; otros la definen como el área ocupada por los estados mexicanos de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, y otros definen como su límite sur a la garganta de la Península, una línea que une la orilla más oriental de la Laguna de Términos de la desembocadura del río Hondo; para fines descriptivos se adopta la segunda de ella como normativa; la Península de Yucatán, con un extenso litoral, rico en lagunas, hacia el Golfo de México y el Mar Caribe, es una extensa planicie kárstica de poca pendiente y escasos accidentes orográficos, carente de escurrimientos superficiales, sólo presentes en su región sur-oriental. El tercio septentrional de la Península, de no más de 150 km de ancho, el cual corresponde, en gran parte, al estado de Yucatán, es el que presenta las más claras condiciones de planicie kárstica casi plana, carente de corrientes superficiales de agua y con suelos muy delgados, sobre todo en las zonas central y poniente; es esta franja en la que se manifiesta con mayor densidad la presencia de cenotes, especialmente en las regiones conocidas como zonas de cenotes, que, aproximadamente, en forma de un arco, van desde la zona de Río Lagartos hasta la vecindad del estero de Celestún.
Situación geográfica. La Península de Yucatán, considerada en nuestro caso como la suma de los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, se localiza aproximadamente, entre los 86° 45’ y los 92° de longitud oeste, y los 17° 49’ y los 21° 38’ de latitud norte. Sus límites son, al Norte el Golfo de México, al Oriente el Mar Caribe, al Sur Belice, Guatemala y estado de Tabasco, y al Poniente el Golfo de México.
Extensión superficial. La superficie de la Península, entendida como la suma de los tres estados mencionados, es de 141,523 km2 es decir, el 7.19 % de la extensión continental de la República Mexicana (1,967,183 km2).
Climatología. Por su ubicación, en la zona intertropical, y debido a la ausencia de barreras naturales, la Península recibe la influencia de los vientos alisios en toda su superficie. Prácticamente toda la Península tiene un clima cálido subhúmedo con lluvias de verano, exceptuando una franja costera, de unos 25 km de ancho, de Celestún a El Cuyo, a la cual corresponde un clima semiseco muy cálido y con lluvias en verano, y la isla de Cozumel, con un clima cálido, húmedo con abundante lluvia en verano. En realidad existen dos temporadas muy marcadas, una de lluvias, de mayo a octubre, y otra de secas, alterada por la incidencia de nortes, de noviembre a abril. En la planicie costera del norte de la Península la precipitación media anual varía desde 586 mm/año en Telchac Puerto, en la costa, y 928 mm/año en Mérida, a valores que se incrementan gradualmente hacia el Sur, así en Oxkutzcab, al pie de la sierrita de Ticul, se tiene 1,240 mm/año, y más al sur de Escárcega, con el mayor registro de la Península, sin olvidar que sólo existe pluviometría en las principales poblaciones, tiene una medida de 1,382 mm/año con el mayor registro anual de la región de 1,884 mm/año; el menor registro anual, de 482 mm/año, corresponde a Acanceh. Por su posición, la Península se ve sometida a una intensa radiación solar; sin embargo, aunque generalmente los días son calurosos, existen diferencias significativas entre las temperaturas diurnas y nocturnas; las zonas correspondientes al cordón litoral, presentan temperaturas máximas menores que las del resto de la Península, a la vez que las mínimas diarias tienden a ser ligeramente mayores; la condición de estar encerrada por los cuerpos de agua, es decir, su vecindad marítima, contribuye a la presencia casi infalible de la brisa marina en toda la extensión peninsular, brisa que tiene un efecto refrescante y hace más soportables las tardes calurosas. Los vientos dominantes en la Península son los alisios modificados, cuya dirección varía del sureste al noreste y con condiciones variables dependiendo de la región que se considere. Por su ubicación, la Península es potencialmente zona de paso de ciclones, durante los meses de verano y primeros de otoño.
Geología. La Península aparece durante el Terciario Medio y Superior como una plataforma sumergida, con oscilaciones a poca profundidad, en la que predominantemente se han depositado calizas. Es indudable que gran parte de la Península era de carácter platafórmico ya en el Paleozoico, siendo a partir del Cretácico Inferior cuando se inicia el gran depósito de masas de evaporitas; sin embargo, el hecho de haberse encontrado depósitos de sal sólo al norte del Petén, parece indicar que la sedimentación de las evaporitas se inició a partir del Aptiano-Albiano, prevaleciendo durante el Cretácico Superior y casi todo el Terciario, en la parte media y sur de la Península. Es al final del Plioceno y Cuaternario que la Península adquiere su forma actual, aunque en sus litorales siguen desarrollándose grandes alineamientos de arrecifes coralinos. La sub-provincia de la Península de Yucatán se caracteriza por ser casi plana y estar cubiertas de calizas del Mioceno y Eoceno. Su principal rasgo fisiográfico es la sierra de Ticul, localizada hacia el noroeste de la Península, de francos suaves, con orientación noroeste a sureste y elevaciones máximas del orden de los 200 m; aproximadamente, en su extremo noroeste, en coincidente con la sierra de Ticul, es considerado de diferentes maneras: como una falla normal, un accidente costero o la pendiente de una anticlinal. La sierra de Bolonchén es un lomerío no relacionado ni estructural ni estratigráficamente a la de Ticul, aparentemente resultante de la deformación ocurrida en la cuenca Chapayal de Chiapas y el norte de Guatemala durante el Olioceno. Se cree que muchos de los pequeños valles encerrados por la sierra de Bolonchén son el resultado de fallamientos. En la zona de Chetumal se encuentra el sistema de fallas del río Hondo, de edad incierta, que al parecer se extendió hasta el Pleistoceno. El lago de Chichankanab, al poniente del estado de Quintana Roo, corresponde también a un fallamiento. Al poniente de Chichankanab, y sur y suroeste de la sierra de Ticul, se encuentra la amplia planicie central de la Península, que es una región de terrenos planos, en partes ligeramente rugoso y ondulado a causa de las rocas aflorantes, sin formar agrupamientos con alguna orientación determinada, con excepción de algunas lomas al sur y sureste de Quintana Roo, que se unen entre sí y forman pequeñas cadenas orientadas de Norte a Sur; esta planicie central se extiende prácticamente del Mar Caribe al Golfo de México, aunque antes de llegar a éste se interrumpe por la sierra de Bolonchén.
Fisiografía. La Península integra una provincia distintiva, divisible en varias regiones a partir de sus características kársticas: 1).- La playa costera y zona superior de las mareas, la cual se extiende a lo largo del litoral noroccidental y norte de la Península, caracterizada, desde Punta Arenas a El Cuyo, por la presencia de un cinturón litoral estrecho y una zona posterior de ciénagas y lagunas inundables estacionalmente, con afloramientos de agua dulce bajo el mar cerca de la costa; 2).- La planicie costera noroccidental, constituida por estratos subyacentes prácticamente planos de calizas y dolomitas con elevaciones locales que ocasionalmente exceden de 2 m, con una capa muy delgada de suelo y agua superficial disponible sólo en cenotes, aguadas y petenes; 3).- La planicie costera nororiental, distinta a la anterior por presentar mayores accidentes del relieve y un gran desarrollo de topografía kárstica, con suelos más anchos, de hasta de 2 m en algunas zonas, y permeabilidad menor; 4).- El distrito central de lomeríos divisibles en dos regiones de diferente fisiografía y estratigrafía; la sierra de Ticul y la sierra de Bolonchén, que en algunos de los numerosos valles que encierra presenta suelos de hasta 10 m de espesor; 5).- El distrito oriental de fallamientos, desde el norte de Chetumal hasta Belice, que corresponde a la porción sureste de la Península, cuya principal característica es la presencia de cuencas cerradas, suelos profundos y algunos lagos salinos; la mayor de las cuencas es la laguna de Bacalar, cuerpo de agua con más de 50 km de longitud.
Regiones kársticas. De acuerdo con las características del paisaje kárstico, la Península puede dividirse en varias regiones; 1).- Planicie costera del noroeste, en la cual la superficie de roca caliza muestra diversas características kársticas evidentes; presencia de gran cantidad de productos y agujeros de disolución; cenotes con grandes aberturas, espejos de agua con poco fondo y rodeados por terrenos planos y pedregosos; abundantes cuevas accesibles a través de estrechas aberturas, por lo general con menos de 150 m de desarrollo; la ausencia de manifestaciones kársticas conspicuas puede deberse a la baja precipitación, la reciente emersión de agua y su poca elevación; 2).- Planicie costera nororiental, caracterizada como una planicie kárstica agujereada, con abundantes cenotes, hoyas, aguadas y formaciones menores como sartenejas y surcos; casi todos los tipos de cenotes aparecen en la región, sobresaliendo los casi circulantes de paredes verticales; 3).- Sierra de Ticul, con manifestaciones limitadas a grutas y otras menores; entre las grutas de la región sobresalen Loltún y Calcehtok; 4).- Sierra de Bolonchén. Numerosos valles planos existentes en la zona pueden ser resultados de fallamientos o disoluciones; aunque raras, existe un buen número de cuevas y pozos naturales de gran profundidad; las grutas de Xtacumbilxunan, con más de 100 m de profundidad, son de las más hondas de la Península.
Hidrografía. La escasa inclinación del terreno y la alta permeabilidad del suelo, inherente a la naturaleza calcárea del sustrato, inhibe la formación de escurrimientos superficiales permanentes en la Península; esta falta de escurrimientos es suplida por la presencia de afloramientos del agua subterránea o almacenamientos que sufre el terreno, generalmente en forma circular, conocidos como cenotes, hondonadas o rejollas y aguadas, debido a la solubilización de las capas calcáreas del subsuelo que inducen la formación de bóvedas subterráneas que finalmente se colapsan. Toda el agua infiltrada que incorpora al gran acuífero peninsular, el cual yace sobre un manto palino; este gran acuífero escurre en forma generalmente perpendicular a la línea de costa más cercana, descargando al mar, esteros, ciénagas y lagunas, los excedentes de su recarga; las dimensiones del acuífero, su alta capacidad y su poca profundidad, ofrecen una fuente de abastecimiento de fácil explotación. Como resultado de las condiciones cavernosas de la roca caliza, el agua subterránea fluye libremente a través del acuífero, ocurriendo una pérdida de carga muy pequeña, determinando que la pendiente del nivel freático lo sea también, por lo que su altura al centro de la Península es sólo unos cuantos por encima del nivel del mar.
Edafología. La Península se caracteriza por su diversidad de suelos, manifestada por la presencia de rendzinas (los más abundantes), litosoles, luvisoles, gleysoles, vertisoles, rogosoles, cambisoles y solonchacs; sin embargo, es predominante en la Península la presencia de suelos someros, en coloraciones que van del rojo al negro, incluyendo diversas tonalidades de café; además de su pequeño espesor los suelos muestran, en un alto porcentaje, un abundante contenido de piedras, en ocasiones acompañado de afloramientos de la laja, es decir, de la coraza calcárea; ya los mayas, mucho antes de la llegada de los españoles, observaron la diversidad de suelos existentes en la Península creando su propia clasificación: tzekeles, kancabs, akalchés, principalmente; en algunas regiones de la Península, entre el suelo y la roca madre existen acumulaciones de una tierra casi blanca, denominada sahkab, empleada como cementante en la construcción y como revestimiento de carreteras.