Psiquiatría Rama de la medicina que estudia las enfermedades mentales. Éstas son tan antiguas como la misma humanidad y dado que algunas se propagan por herencia genética, existen en todos los grupos humanos del planeta. Su manejo dependía del grado de peligrosidad que representaban para su grupo; si eran tranquilos se les dejaba convivir pero si eran agresivos se les mataba. Se pensaba que estaban poseídos por demonios malignos, por lo que los curadores intentaban su tratamiento a base de exorcismos y técnicas de expulsión; después se optó por encerrarlos y se multiplicaron los manicomios. En Yucatán, durante la época colonial se utilizó una sección del hospital de San Juan de Dios, para internar estos casos; cuando en 1861 el hospital se trasladó al ex convento de La Mejorada, contó con un pabellón, llamado de Dementes, separado de los otros enfermos, el cual tenía casi constantemente un centenar de internados, a los cuales no se les daba ningún tratamiento y se le ponía camisa de fuerza al que estuviese furioso. En realidad se sabía muy poco sobre estas enfermedades; las únicas tesis de grado sobre ellas, en el siglo pasado, fueron en 1873, la de Juan Guzmán Quezada titulada Influencias de la cloro-anemia sobre funciones del sistema nervioso y, en 1898, la de Lázaro J. Peniche Barrera sobre Las neurastenias; ya en 1902, Eduardo Urzaiz Rodríguez presentó su tesis sobre Desequilibrio mental, la cual le valió para obtener una beca en 1906 y trasladarse a los Estados Unidos de América y hacer estudios sobre el tema, así como conocer la organización y funcionamiento de algunas instituciones; a su retorno, en 1907, fue designado director del recién inaugurado, 1906, Asilo Ayala (Véase: Asilo Ayala), a donde se había trasladado a los enfermos del hospital. En un informe estadístico del asilo correspondiente a 1906, pero elaborado en 1911 de acuerdo con la nomenclatura de Bertillón, se consigna que ingresaron en total 456 enfermos, incluyendo a los 116 trasladados; salieron 328, de los cuales 281 fue por alta y 47 por defunción, quedando una existencia de 138 para el siguiente año. Los diagnósticos de ingreso más frecuente fueron: alcoholismo, 313; demencia, 50 (con varios subrubros: precoz, primaria, secundaria, orgánica y senil); manías, 27; un grupo de 24 (que incluía melancolía, neurastenia, depresión, hipocondría e histeria); otro grupo de 21 casos diversos (cretinismo, locura intermitente, paranoia, idiotismo e infelicidad); 11 epilépticos y siete con el diagnóstico curioso de locura moral, de los cuales falleció uno. El asilo al inaugurarse tenía una capacidad de 270 camas, con espacio para ampliarse a 100 más; contaba con sala de cirugía, enfermería, sala de hidroterapia, talleres, campos de cultivo, establo y panadería. Tenía secciones para psicosis agudas, enfermos curables y para enajenados crónicos, tanto en su departamento de hombres como en el de mujeres. El doctor Urzaiz fue poniendo todo en funcionamiento; humanizó el trato a los enfermos; suprimió el uso de la camisa de fuerza; organizó la terapia ocupacional; la terapéutica fue a base de sedantes (bromuros, hidrato de cloral, tinturas de valeriana y de tilo, principalmente) y en ciertos casos se usaban narcóticos (polvo de Dower, tintura de opio, en general), con apoyo en la hidroterapia (baños fríos para los amodorrados y tibios para los excitados). Además fundó la cátedra de clínica psiquiátrica para la Escuela de Medicina. Como resultado de sus enseñanzas, se presentaron otras tesis: en 1910, Francisco Caamal, con Paranoia o delirio parcial sistematizado; 1911, Atenógenes Heredia, con Breve estudio sobre la demencia precoz y en 1913, Manuel Zapata, con Psicosis maníaco-depresiva de Kraepelin. Al lado de este especialista se formaron otros dos, los doctores Fernando Medina G. Cantón y Carlos Urzaiz Rodríguez que lo suplieron posteriormente, en 1922. El doctor Medina ocupó la dirección del asilo y era jefe del servicio de mujeres; en 1930 estuvo experimentando con un tratamiento que se preconizó en esa época: la proteinoterapia o sea las inyecciones de leche, que fue motivo de tesis, en 1932, de José Cetina Ortega. Un poco antes, en 1926, Eduardo A. Duarte, presentó su tesis sobre Psicosis puerperal. En diciembre de 1936, el asilo tuvo una existencia de 289 pacientes.
A partir de 1939, comenzó un nuevo tipo de tratamiento que fue llamado de terapia biológica por la prensa extranjera. Una de las sustancias empleadas fue la insulina, para producir el choque insulínico, que en 1940 fue motivo de la tesis de Raúl Espejo Eric, titulada Efectos del shock hipoglucémico en el tratamiento de la esquizofrenia. En 1941, el psiquiatra español Juan Lafora preconizó el uso de otra sustancia, el cardiazol, para producir el choque, lo cual fue tratado por Raúl Cárdenas Torre (Véase: Cárdenas Torre, Raúl) en su tesis de 1942, Tratamiento convulsivante de las enfermedades mentales. En 1943, se estableció en Mérida el psiquiatra español Gabriel Capó y Valle, quien fundó una clínica privada y tuvo a Cárdenas Torre como ayudante y discípulo, manejando otro recurso, el electrochoque; en 1944, introdujo el psicoanálisis freudiano, en el medio psiquiátrico, así como intervenciones quirúrgicas, entre ellas la lobotomía y la leucotomía; el doctor Capó y Valle se ausentó en 1947, pero Cárdenas prosiguió trabajando en esta rama. Se le nombró director del asilo henequenero de 1950; propuso y se le aceptó el cambio de denominación, por lo que en abril se fundó un patronato Pro Hospital de Enfermedades Mentales, Leandro León Ayala.
La actividad quirúrgica del doctor Cárdenas en las instituciones oficiales era intensa y fue motivo, en 1951, de la tesis de Carlos Lara Cortés titulada Tratamiento quirúrgico de las enfermedades mentales, donde analiza 60 casos operados entre 1949 y 1951. En 1952, Abelardo Mena Ávila, en su tesis Resultado de tres años de shockterapia en el Hospital de Enfermos Mentales Leandro León Ayala, refiriéndose a 251 pacientes tratados entre 1945 y 1951. En 1952, se le concedió una beca a Raúl Concha Campos para estudiar electro-encefalografía en la Ciudad de México. El propio doctor Cárdenas gestionó y obtuvo la construcción del Instituto Neuropsiquiátrico, inaugurado el 31 de enero de 1954. Su primer residente médico fue Julio Torres Castro y entre el personal estuvieron los psiquiatras José Rubio González y Héctor Chavarría Caro, el neurosifilógrafo Juan Pinto Aranda y como jefe del departamento de electroencefalografía, Raúl Concha Campos, quien además tuvo a su cargo el pabellón para ejidatarios henequeneros, inaugurado también esa fecha con el nombre de Doctor Eduardo Urzaiz Rodríguez y sostenido por Henequeneros de Yucatán. Desde entonces la actividad quirúrgica se centralizó ahí; se organizó la consulta externa de psiquiatría y psicología y se realizaron labores de orientación sobre higiene mental. En 1961, su equipo fue reforzado con nuevos aparatos. En esa época la dirección del Hospital Ayala fue desempeñada por Roberto Cárdenas Gutiérrez y luego por Raúl Concha Campos. En 1962, se integró el Comité de Higiene Mental de Yucatán, el cual organizó pocos días después un seminario de salud mental donde se expusieron trabajos sobre el tema ante 40 representantes de los distintos sectores sociales. En 1965, el doctor Cárdenas se trasladó a La Habana, Cuba, para tomar el curso completo sobre neurocirugía, al lado del doctor Carlos Manuel Ramírez Corría, tomándose luego, en la Ciudad de México, otro curso intensivo en el Instituto de Neurocirugía. En 1967, comenzó a usarse la cloropromazina en el Hospital Ayala; en 1969, José Cahuich Soriano presentó su tesis titulada La neurosis en la práctica del médico general y en 1972, José Iván Pérez Ramos, con su tesis Actividad del médico en la sociopatía, señala la importancia de éste como educador. Cárdenas Torre retornó ese año a Mérida, trajo moderno instrumental y reanudó sus actividades. En febrero de 1976, Iván Sabido Mendiburu tomó posesión como director del Hospital Ayala y se le ratificó su nombramiento como director del Neuropsiquiátrico. En junio de ese año se efectuaron las Primeras Jornadas Psiquiátricas, y se constituyeron en el marco para la propuesta de un nuevo hospital psiquiátrico, y de crear más programas sobre salud mental y prevención del alcoholismo y farmacodependencia. El Hospital Ayala tenía 270 internados, pero se inició un movimiento para depurar esta población con base en la colaboración de los familiares; en esta campaña participaron Xavier Urquiaga, Gaspar Baquedano López, Arturo Bravo Gorena e Ignacio Hernández. Este último, en su tesis de 1977, mencionó que durante el período de 1956 a 1972 el Hospital Ayala había registrado 6 554 pacientes y que el diagnóstico predominante fue el de psicosis esquizofrénica, junto con psicosis alcohólica. Se construyó el nuevo edificio en un amplio terreno al poniente de la ciudad, con cuatro módulos, 16 pabellones y seis consultorios para consulta externa; se inauguró el 31 de enero de 1978 con el nombre de Hospital Psiquiátrico Yucatán; en mayo se efectuó el traslado de los 125 pacientes que tenía el Ayala. El personal especializado estaba integrado por Julio Torres Castro, Roberto Cárdenas Gutiérrez, Jorge Guanche Padrón y José López Cahuich. En la dirección siguió el doctor Sabido hasta 1982, en que fue designado Baquedano López.
Un mes después se realizaron las Segundas Jornadas Psiquiátricas Regionales con representantes de todo el Sureste, en las que se analizaron los procedimientos nuevos en psiquiatría. En 1981, Pedro Mena Castro presentó la tesis titulada Psicosis en la adolescencia y en 1984, Francisco Gutiérrez Ávila la propia sobre La psiquiatría médico-legal en Yucatán. Ese año falleció Raúl Cárdenas Torre y en 1985 se decretó que el Instituto Neuropsiquiátrico llevara su nombre. En febrero de 1991 se efectuó una reunión organizada por la Asociación Psiquiátrica Mexicana y su representante en Yucatán, César Espadas Sosa; en junio de ese año, Gaspar Baquedano informó que el 90% de los 70 pacientes que en promedio ingresaron mensualmente al Hospital Psiquiátrico, padecían esquizofrenia y que había 160 enfermos internados, de los cuales 90 eran crónicos.