Paseo de Santa Ana Primer paseo público y alameda que tuvo Mérida, en lo que hoy es la calle 60; fue mandado a construir por el gobernador y capitán general Antonio de Figueroa y Silva, (1725-1733). Según crónicas de la época, el paseo corría desde el palacio episcopal en la Plaza Mayor, hasta la recién construida iglesia de Santa Ana. El historiador Víctor M. Suárez Molina comenta en su folleto El paseo de Santa Ana. Antecedente del Corredor Turístico de Mérida, dos noticias que sobre el tema aparecieron en sendos números de la revista Gaceta de México, publicada en la Ciudad de México por el padre Juan Francisco Sahagún de Arévalo. El núm. 8, correspondiente a julio de 1728, informa que el brigadier Antonio de Figueroa y Silva «hizo acabar el Paseo, que en el barrio de Santa Ana de la Capital de Mérida dispuso para pública recreación de sus Vezinos, con ocho arcos que hizo edificar, los seis en las seis bocacalles y uno a la entrada y otra a la salida, que con la amenidad de los árboles que suben sobre sus cercas lo hace muy vistoso. Y el mismo ha comenzado a levantar desde sus zimientos, la iglesia de Santa Ana, que es ayuda de Parroquia de la de Santiago, de los Indios de aquella capital. Tiene ya labrada toda la cantería para el edificio que ha emprehendido hazer a sus expensas y con las multas, que su gran zelo y Justicia saca a los que delinquen en el juego, o excesos semejantes; asistiendo personalmente todos los días a esta obra con la que fabrica otra más hermosa de reformación de costumbres».
En el núm. 68, fechado en julio de 1733, en una nota enviada desde Campeche, se hace saber de la erección de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en esa villa y puerto y se añade que «…Otra semejante erección hizo S. Illma. en la Ciudad de Mérida, en el Templo suburbano de Señora Santa Ana, que está muy pulido y hermoso, dexandose veer la Santa de bulto en medio del Altar, que está adornado de ochenta Lágrimas de Crystal, y hermosas imágenes de pintura de diversos Santos, en vna situación tan amena que solo en el patio la circundan mas de cinquenta Naranjos tan copados y vistosos, que sirven de recreación a la fatiga y de lisonja a los ojos; desde dicho Templo hasta el Palacio Episcopal, se viene por una calle tan derecha, en que apuró sus cuydados el nibel, hermoseada con dos Arcos altos de Sur a Norte y otros pequeños, todos de Cantería de Oriente a Poniente, es este sitio la Alameda de esta Ciudad…».
Suárez Molina considera que los arcos menores, colocados en los cruzamientos de las hoy calles 53, 51 y 49, probablemente construidos de baja calidad no se conservaron por largo tiempo en pie. En cuanto a los arcos mayores, el ubicado en la calle 60 fue demolido en 1822 por orden del Ayuntamiento porque su estado ruinoso representaba un peligro para los habitantes de la ciudad; sin embargo, hasta fines del siglo XIX todavía se conservaban sus bases. «El otro arco, levantado en el extremo norte de la plazuela de Santa Lucía, fue demolido en 1842 por igual razón que el anterior y sus bases se conservaron hasta 1856 cuando fue construida la casa de portales al norte de la plazuela».
Al inaugurarse el paseo, el aspecto urbano del tramo estaba formado por uno de los frentes de las Casas Reales, un caserón en donde vivía el gobernador de la provincia en turno, junto con su familia; contiguas estaban las Casas Consistoriales o del Ayuntamiento, que luego se trasladaron al poniente de la Plaza Mayor, y a una cuadra de la Plaza los jesuitas construyeron la iglesia del Jesús en el siglo XVII. Con anterioridad, en lo que sería el costado sur del templo, se había levantado el Colegio de San Francisco Xavier. «Más tarde, frente a este Colegio y calle de por medio, en el vértice suroeste de la actual calle 60 en su cruce con la 57, los mismos religiosos construyeron el Colegio de San Pedro Apóstol; eregido por Real Cédula el 20 de abril de 1711», que ya modificado es actualmente la Universidad Autónoma de Yucatán. En lo que hoy es el parque Manuel Cepeda Peraza, había una plazuela yerma, conocida como Del Jesús, por estar frente a la iglesia del mismo nombre, y una cuadra más al norte de los colegios estaba la ermita de Santa Lucía, fundada en el siglo XVI.
Con el transcurso del tiempo, el tramo sufrió importantes modificaciones: el palacio episcopal fue ocupado en 1915 por el gobierno del estado y convertido en sede del Ateneo Peninsular; las dos capillas que existían entre la Catedral y el palacio episcopal, así como parte de la sacristía mayor, se demolieron y el espacio que ocupaban fue abierto al público con el nombre de Pasaje de la Revolución; se demolió lo que fueron las Casas Consistoriales y se construyó un edificio de dos pisos con corredores y doble crujía en su parte baja. En el último tercio del siglo XIX, en la calle 60 estuvieron las oficinas del servicio telegráfico del gobierno del estado y contiguo al palacio de gobierno funcionó hasta 1905 el cuartel de la guardia nacional que luego se cambió a un edificio nuevo construido en el parque de San Sebastián. El sitio desalojado dio cabida al cine Jardín, que años más tarde se convirtió en el Teatro Principal y que a partir del 26 de enero de 1976, ya remozado, pasó a ser el Teatro Daniel Ayala Pérez. Frente al parque Manuel Cepeda Peraza, sobre la propia calle 60, se inauguró en 1902 el Gran Hotel, primero instalado en Mérida y que hasta hoy existe; por 1875 la plazuela Del Jesús fue hermoseada y en su centro se colocó una fuente de mármol italiano y dos años después, por acuerdo del Ayuntamiento, recibió el nombre de parque Hidalgo. El 6 de enero de 1936, la compañía de seguros La Nacional inauguró su edificio en la esquina suroeste de las calles 59 y 60 y meses después se estrenó el cinema Cantarell, construido entre La Nacional y el Palacio de Gobierno. La iglesia del Jesús, la residencia de los jesuitas y el Colegio de San Francisco Xavier quedaron abandonados en 1767, al ser expulsada la Compañía de Jesús de los dominios de la monarquía española. Con el tiempo se vendieron los terrenos de toda la manzana y se edificaron en la mitad de ellos varias casas particulares. Al fraccionarse estos terrenos, se abrió a la circulación pública el patio que comunicaba el templo con el colegio, que fue conocido como Callejón del Cabo Piña, hoy Callejón del Congreso. En la esquina suroeste del antiguo edificio se levantó el primer teatro que tuvo la ciudad, el que llevó el nombre de Coliseo de San Carlos, demolido y vuelto a construir con toda suntuosidad y que hoy es el Teatro José Peón Contreras, inaugurado en diciembre de 1908. En 1914, el gobernador Eleuterio Ávila ordenó demoler las construcciones que se encontraban entre la iglesia del Jesús y el Callejón del Cabo Piña, para convertir el terreno en el parque Morelos, donde posteriormente la Liga de Acción Social levantó el monumento A la Maternidad, y hoy es conocida la plazuela como parque de La Madre. Enfrente del Teatro José Peón Contreras, se encuentra la sede de la UADY, la cual en su origen fue el Colegio de San Pedro Apóstol.
Más hacia el Norte se llega al parque de La Unión o de Santa Lucía y en el tramo que va de Santa Lucía hasta Santa Ana se construyeron, a fines del siglo XIX y principios del XX, numerosas residencias particulares, algunas de gran suntuosidad. En la actualidad buena parte de ellas se han convertido en establecimientos comerciales. La plaza de Santa Ana ha sufrido también numerosas modificaciones y arreglos a través de los años. En 1902, se inició la pavimentación de las calles de Mérida, y en 1903 le tocó el turno a la calle 60. Se le colocaron resistentes ladrillos franceses vitrificados, mientras que las otras calles se pavimentaron con asfalto. Fue hasta 1975, cuando se desprendieron los ladrillos, para cubrir el suelo con capas de cemento hidráulico. Durante la gestión del entonces alcalde de Mérida, Gaspar Gómez Chacón (1979-1981), se aprobó la iniciativa de convertir al que fue en tiempos coloniales el Paseo de Santa Ana en el Corredor Turístico de Mérida.